La publicidad exagera las bondades y virtudes de los productos o servicios que oferta y a veces los falsea. A estas alturas nadie va a negarlo. No será ético, pero es. Pero cuando la publicidad y/o el empaquetado de un producto están avalados por asociaciones profesionales de prestigio sus supuestas "bondades" no son tan susceptibles de ponerse en tela de juicio.
Lo digo porque hace unos días he leído un post que me ha dejado bastante estupefacta, en el que se advierte de que las galletas de algunas marcas que llevan en la caja el logotipo de la Asociación Española de Pediatría (AEP) no son más saludables que otras que no cuenten con dicho aval. He comprado en bastantes ocasiones una de esas marcas de galletas porque, aunque contienen, como el 100% de las galletas industriales, grasas saturadas y azúcares, siempre he pensado que en el caso de que se trate de un consumo ocasional no hay mayor problema, máxime cuando los niños no tiene problemas de peso ni colesterol, como es el caso de mis hijas. Y reconozco que si he primado la adquisición de estas galletas sobre otras es porque en la caja aparece el logo de la AEP. Como me fío de lo que dicen los médicos y sus colegios profesionales y asociaciones, ese respaldo en forma de logotipo les daba el estatus de ser menos malas que otras, entre el amplio abanico de galletas industriales que hay en el pasillo correspondiente del hipermercado. Es decir que, hasta ahora, para mí han sido más fiables las galletas con ese sello, precisamente porque son los pediatras los que velan por la salud de los más pequeños.
No tengo intención alguna de emprender una cruzada contra el consumo de algunas marcas de galletas o de bollería —cada uno sabrá lo que da a sus hijos y en qué cantidades— pero lo que sí me gustaría es saber que tiene que decir la Asociación Española de Pediatría sobre esta confusión de los papás consumidores, cuando se nos están vendiendo como más sanos algunos alimentos precisamente porque la entidad les da su respaldo. Aclaro que se me escapan los matices legales y deontológicos de todo esto y desconozco cuáles son las condiciones de los acuerdos entre la AEP y algunos fabricantes.
Tras leer bastante información en internet respecto a este tema me queda claro que las galletas de marras no son más sanas que el resto. Independientemente de la marca, es algo que nuestros niños pueden comer muy de cuando en cuando y si son muy “galleteros” lo mejor es ponerse con las manos en la masa en casa.