Lo primero que hicimos fue intentar saber la antigüedad de la vivienda. En el registro de la propiedad obtuvimos una copia del documento de primera inscripción en 1866. También cotejamos la antigüedad de los maderos de las vigas del suelo gracias al trabajo desinteresado del dendrocronólogo Jesus Julio Camarero, que echó un vistazo a rodajas de esos mismos maderos y cotejó las fechas mediante la medición de los anillos de crecimiento, arrojando una fecha aproximada de corta de los citados maderos acorde con la de su inscripción.
En el tejado de la casa, hemos encontrado otros “tesoros”. Hasta 17 de las vigas empleadas, son los maderos que se emplearon como remos. Aunque tienen los extremos cortados para adaptarlos a la medida necesaria, se aprecia la parte aplanada a golpes de hazuela que hace las veces de pala de remo. También se aprecia el estrechamiento progresivo hacia la parte que agarraba el nabatero y lo principal, lo que me dio la pista final, las muescas en la parte central del remo que servían para colocarla sobre los dos palos verticales en los que se sujetaba el remo, atado también con ramas de salguera.
En la foto de la izquierda vemos con detalle las muescas que se le hacían al remo para que encajase entre los dos palos verticales de los extremos de la nabata que eran después atados con salgueras. Estas muescas evitaban eque el remo se deslizase longitudinalmente y o bien se saliese más trozo por la popa, o se viniese tan hacia la proa que no fuese efectivo el trabajo dentro del agua. Esta forma de fijación se ve con detalle en la foto que encabeza la entrada, procedente de wikipedia y que ilustra unos nabateros del Río Gállego o Galligo, como se denomina en la zona.
No queríamos que tanto trabajo y tanta historia quedase en el olvido. Ahora que ya no se construye con maderos, sino con vigas, queríamos que nuestra nueva vivienda, muestre parte del trabajo que otros realizaron. Personas a las que no conoceremos, hace 150 años, trabajaron duro, como nosotros ahora. Intentamos conservar su memoria…