De Hazlitt a Congreve, o cómo ir a la busca de un recuerdo

Publicado el 02 diciembre 2016 por Carm9n @Carmenyamigos

William Hazlitt,  (Kent,10 April 1778-Londres, 18 September 1830) fue uno de los más importantes ensayistas ingleses, cuyos textos, no solo de arte y literatura sino también sobre sociedad y política, permiten un conocimiento en profundidad de la historia del Romanticismo inglés y son un fiel reflejo de esa época. Ya en sus últimos años de vida, que coincide con la decadencia del movimiento Romántico, su figura estaba desprestigiada y olvidada pero por fortuna en este siglo XXI está viviendo un nuevo auge, reconociéndose y valorándose su gran importancia dentro de los estudios de teoría estética y poética de su tiempo. 
Leyendo una recopilación de sus ensayos de arte y literatura titulada así, Ensayos sobre el arte y la literatura- publicada por Espasa en su colección Órbitas- leyendo, digo, y admirando además sus agudos comentarios- dejo aparte aquellos un tanto misóginos-  y dejándome llevar por sus críticas y alusiones de escritores  del momento, vine a dar, casi al final del libro, con la evocación de este recuerdo del autor que me llevará inevitablemente a mi siguiente lectura, la comedia Love for Love, de William Congreve, autor inglés del período de la Restauración. Os dejo el fragmento de Hazlitt...

"El mayor de los placeres de la vida es leer, mientras somos jóvenes. Yo he disfrutado de ese placer tanto como el que más; pero éste se desvanece conforme me hago viejo (o, mejor dicho, el estímulo más fuerte de la escritura desgasta su filo). Hoy en día no tengo tiempo ni ganas, a pesar de que me gustaría pasar un año entero de mi ocio haciendo un curso sobre los novelistas ingleses, al final de cuya nómina de autores pondría a ese viejo bribón astuto de sir Walter. (...) La última vez que probé el placer del lujo en toda su perfección fue un día, después de pasear durante un caluroso día de verano entre Farham y Alton: estaba prácticamente exhausto y me acerqué a una posada, creo recordar que cerca de este último. El camarero me mostró algo que, a primera vista, parecían ser las dependencias, aunque resultaron ser un conjunto de habitaciones, eso si, de no menos de cien años. La mía se abría a un jardín de los antiguos, adornado con mantos de espuelas de caballero y Mercurio de plomo. Los aposentos estaban forrados de madera, y había un oscuro y solemne retrato de Carlos II colgado sobre una chimenea de teja. En mis bolsillos guardaba Amor por amor, y comencé a leerlo. Me trajeron café  en una cafetera plateada. Todo estaba exquisito: la leche, el pan y la mantequilla. Y el sabor del estilo de Congreve dominaba a los demás. Alargué mi entretenimiento hasta muy tarde, y disfruté de tan divina comedia más que cuando solía verla con la señora Mellon en el papel de la señora Prue, con Bob Palmer como Tattle y Bannister como el honorable Ben. Esto me ocurrió hace ya cinco años, pero parece que fue ayer. Si contase mi vida por lustros, pronto se acabaría. ¡Pero no me quejaría si, mientras dura, se ve enriquecida con semejantes recuerdos!"Amor por amor me espera, como digo. Ojalá se convierta para mí, como le sucedió a Hazlitt, en uno de esos recuerdos imborrables. 

¡Gracias por la visita!

¡Gracias por compartir!