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James, como algunos de su estilo, puede deslumbrar en momentos y pasar desapercibido el resto del partido. Y eso, en un equipo que tiene la exigencia de ganar siempre porque opta a todos los títulos, con el añadido de tener que ser tan exquisito como deslumbrante y eficaz en todos ellos, es un problema añadido para los jugadores intermitentes. Isco, el propio Benzema y ya veremos si Asensio, tienen idéntico hándicap. Hasta Kroos lo sufre desde que lo retornó Zidane del impropio lugar de medio centro que le encasquetó Ancelotti cuando se marchó Xabi. Muchos opinan que juega porque es alemán, pero olvidan que de interior es como brilló en el Bayern y en su selección, y sigue readaptándose. James tiene sus peores enemigos entre sus cercanos: los que piden a gritos su titularidad, tachando de injusta su suplencia, sin reparar en que tiene la suerte de estar donde está y con quien está. Como dijimos, el Madrid hubiera acertado cambiándolo por un segundo medio centro.
Alcácer ha preferido ser cola de león a cabeza de ratón, aunque nunca llegó a ser indiscutible en el Valencia. Suena a esas eternas promesas que nunca alcanzan el lugar al que parecían predestinados. También podemos recordar multitud de ejemplos. Iván de la Peña o Guti, siendo tan enormes jugadores que apuntaban a figuras mundiales, nunca llegaron a ser indiscutibles en el Barça y en el Real Madrid. Y el valenciano, sin llegar a la extraordinaria clase de los anteriores ni a sus expectativas, me temo que pasará en el Barça con más pena que gloria; máxime siendo delantero y con lo que tiene delante. En el fondo, creo que hay un problema añadido: falta de carácter. Un futbolista de 23 años que tiene la posibilidad, por fin, de ser líder del equipo de toda su vida y la desprecia por ser suplente en otro, apunta en esa dirección. Y más si ya es internacional y se trata del Valencia, que aunque sea desde la tercera línea siempre es un puntero en nuestra Liga. Por otra parte, el delantero valenciano no es un futbolista que destaque por otra cosa que por su oportunismo goleador y por sus buenos desmarques, y eso no es una excepción mundial; cualidad que debe tener quien quiera ser titular en un grande.
Y llegamos al único equipo murciano en segunda división. He visto al UCAM en directo en Zaragoza y en La Condomina y por televisión en Sevilla, y nunca más oportuno el calificativo de que progresa adecuadamente. En la Romareda, aparte de la novatada pagaron el no meter la pierna con determinación, con jugadores como Basha que con la forma precaria apuntaron las buenas formas que empiezan a lucir ahora. El equipo de Cani y Zapater, como el Córdoba que vimos en Murcia, son equipos obligados a ser punteros; otra cosa es que lo consigan. Con todo, lo mejor de los universitarios fueron diez minutos en el Sánchez Pizjuán hasta que echaron al albanés, quien es el llamado a llevar la batuta de los azulones. También gustaron los que salieron en los últimos minutos y quienes mantuvieron durante todo el partido la seriedad táctica y la sobriedad física que debe caracterizar a un equipo que aspira a mantenerse. Además, el gol de Imaz a pase de Remón fue una jugada a primer toque ilusionante. Lo peor: otro gol encajado de chilena en el área pequeña. Y lo raro, la rácana atención mediática que se le presta en Murcia.
Los cainismos son malos, e informar del decano Real Murcia, del Cartagena, el Lorca o el Jumilla no está reñido con hacerlo proporcionalmente sobre quien es hoy el referente profesional del fútbol murciano, y con mucho mérito, aunque tenga menos historia. ¡Mucho ánimo!