Anoche antes de quedarnos dormidos programamos un Uber para que nos venga a buscar mañana temprano para llevarnos a la estación de autobuses. Es la primera vez que usamos Uber y a ver qué tal.
Nos levantamos a las 7:30 horas para tener margen por si acaso no acepta nadie el servicio de Uber. Como no lo hemos usado nunca, no sabemos exactamente como funciona. Tras dejar las mochilas preparadas nos vamos a las 8:30 horas a desayunar. Lo hacemos en el quiosco de ayer que nos gustó. Pedimos unos sándwiches y cafés con leche, 81 UAH. Nos lo vamos comiendo de regreso al hostel.
Al llegar y coger wifi vemos que han aceptado llevarnos y que en 12 minutos llega. Nos pone el precio, unos 170 UAH. Cogemos todo y salimos a la calle, fuera del Callejón. Tenemos la matricula y el modelo de coche pero no lo vemos. Al perder wifi se pierde la señal de Uber. Regreso al portal del hostel a coger señal pero no termina de conectarse Uber aunque si pone que el conductor a llegado. Vuelvo a salir y Beatriz no ha visto el coche. Buscamos y nada. Son las 9:20 horas y no aparece nadie. En 55 minutos sale el autobús y la estación está alejada. Y ahora qué!!!!
Podíamos ir en metro pero ya es un poco justo. Intentamos buscar un taxi y no vemos ninguno. Al lado del hostel está la embajada de Japón. Preguntamos a unos chicos que están en la puerta con los de seguridad. No hablan inglés pero nos hacemos entender enseñándoles los tickets del bus que viene también un pequeño mapa de ubicación. La idea era, a ver si podían llamarnos a un taxi, pero uno de ellos se ofrece a llevarnos. Vamos hasta una pequeña furgoneta y metemos las mochilas en el maletero. Nos montamos, pone la dirección en el gps y con buena música atravesamos una parte de la ciudad hasta que a las 09:55 horas llegamos a la estación. Durante el camino íbamos diciendo si nos iba a cobrar, si le dábamos propina, si... Al llegar se disipan todas las dudas al pedirnos 200 grivnas. Dándole las gracias nos despedimos de él.
Una vez en la estación preguntamos al conductor de un bus donde estaba el nuestro y nos indica el lugar. A los 5 minutos llega nuestro autobús. Metemos las mochilas en la bodega y tras enseñar al conductor los billetes subimos. Pillamos brevemente una wifi abierta y al entrar en la aplicación de Uber, vemos que el conductor canceló el viaje, así que suponemos no nos cobraran nada. Como desconocemos por el no uso, llegamos a la conclusión que seguramente hace falta tener datos constantemente para su buen uso.
El bus arranca puntual dirección Odessa. 435 km. y 7 horas de viaje nos esperan. Cuando compramos por internet los billetes hace casi una semana solo quedaban 2 plazas y salimos de Kiev como mucho 15 personas. Suponemos se llenará en alguna parada intermedia. El billete nos ha costado 395 UAH cada uno.
El autobús es nuevecito, con cinturones de seguridad y nada de conectividad. Hinchamos las almohadas y entre escribir y alguna cabezada hacemos la primera parte del viaje.
La carretera es buena, 2 carriles por sentido y algún que otro bache. A la hora de viaje hace una breve parada para subir algún pasajero y una hora después paramos 10 min. Aquí si bajamos a estirar un poco las piernas e ir al wc. Hay que pagar 4 grivnas y no hay mucha limpieza.
El conductor al verme la cámara de fotos se acerca y me empieza a hablar en ucraniano. Le entiendo que quiere ver el modelo, se lo enseño y del resto no entiendo nada. Busca a una chica que también viene en el autobús y que sabe inglés y hará de traductora. El conductor coge una libreta y boli y le explico para que sirve cada botón de la cámara. Momento surrealista y divertido. Él debe de tener una, pero no sabe manejarla. Así que curso express de fotografía en un area de descanso en una carretera cualquiera de Ucrania. Parece el titulo de una novela, jajajaja.
A las 10 minutos subimos al bus y continuamos. El paisaje es plano, es todo llanura. No hemos visto ni siquiera un monte. Grandes extensiones de campos agrícolas y algo de industria. Vemos pocas poblaciones y de vez en cuando pequeñas áreas de servicio con algunas tiendecitas.
Las primeras impresiones que tenemos tras llevar 24 horas en Ucrania es que nis parece un país bastante cuidado y limpio. La gente más amable de lo que pensábamos antes de venir y la única ciudad que hemos visto, Kiev, una maravilla. El idioma hace que sea complicado moverse, pero a la vez divertido. Como curiosidad comentar que desde pequeños les educan que en la mesa a la hora de comer no se habla, así que comen y se van. Son distantes y no suelen besar a la hora de las presentaciones pues se sienten intimidados. Las parejas no van agarrados de la mano y no expresan cariño al menos en público. Ellos dicen que no hace falta decir un te quiero porque lo saben.
Una hora más tarde volvemos a parar 15 minutos, está vez en la estación de autobuses de una ciudad que se llama Uman. Estamos justo a mitad de camino. Nos compramos unos capuchinos por 15 grivnas cada uno. Hablando con la pareja de la chica que hizo de interprete, nos cuenta que el es californiano y su novia ucraniana. Hay mucha mezcolanza.
Ayer nos contaba Alona que ahora están controlando mucho la salida de ucranianos fuera de sus fronteras, porque muchos se van para no volver. Ella quiere ir en octubre a Granada y lleva desde febrero haciendo trámites y a falta de 3 semanas aún no sabe si podrá ir. Ucrania está en un momento frágil, el año que viene tienen elecciones y no hay ningún líder capaz de llevar a este país hacia adelante con determinación y nadie sabe que pasará. Simplemente son reflexiones de lo que nos van contando y como todo puede ser o ser totalmente cierto. Casualidad o no acabamos de leer en El País, una noticia publicada hoy sobre la situación política de Ucrania.
Una hora más tarde volvemos a hacer una breve parada y del tirón hasta Odessa. Cerca del destino subimos un pequeñito puerto, pero como decimos antes, la orografía del terreno prácticamente plana.
El autobús para en mitad de un cruce de carreteras para recoger a una chica. Su madre, con bastante desparpajo, coge del coche el equipaje y lo mete en la bodega del bus. Mientras el padre espera en el coche.
A las 17:20 horas llegamos a la estación de autobuses de Odessa. Nos despedimos de la pareja y con ayuda de maps.me nos vamos caminando en busca del apartamento que hemos reservado por booking. Al lado de la estación de autobuses está la de trenes. El edificio es muy bonito.
Edificios bonitos aunque apreciamos, al menos en lo que vemos, que Odessa es una ciudad más decadente. Tiene tranvía y trolebús.
Tras unos 20 minutos callejeando llegamos a donde supuestamente esta el apartamento. Una puerta cerrada y sin timbre nos separa de un patio. Al fondo vemos a una señora tendiendo la ropa e intentamos llamar su atención. Nos mira pero sigue a lo suyo. Una señora con una niña que viene por la calle nos ayuda y llama a la señora. La enseñamos la dirección y al preguntarla a la otra, dice que ahí no es. Nos dice que la sigamos, que nos lleva. Pero está tan perdida como nosotros. Pregunta a varias personas y acaba llevándonos a un hotel. La chica de recepción bastante borde pasa de nosotros.
Volvemos a la calle y nos dejamos llevar por la intuición y acabamos entrando en un patio que pone número 7 a ver. Preguntamos a unos chicos y como nadie sabe inglés es todo muy complicado. Al final sale una señora y la enseñamos el numero de teléfono que viene, llama y resulta ser que es su vecina la que tiene el apartamento, pero que parece que ni se hablan.
Llamamos, se asoma un niño por la ventana y baja la madre a abrirnos. No hay cartel en ninguna parte, es casi imposible de encontrar. La casa está en obras, subimos al piso de arriba y nos enseña nuestra habitación. Es 4 veces la de anoche de tamaño. Tenemos baño completo, televisión, wifi, frigorífico y calentador de agua. En booking se llama Studiia u moria y tiene una puntuación de 8,8. Cosa que no entendemos, no está mal pero es muy complicado encontrarlo.
La dueña habla muy poco inglés y con ayuda del traductor español-ucraniano la pedimos si nis puede comprar los billetes de bus a Transnistria y el de tren a Lviv. Y nos dice que sin problemas. Un dolor menos de cabeza, porque es todo difícil, difícil. Creo no, afirmo que es el país más complicado de los que he estado hasta ahora. La pagamos las 2 noches (470 UAH/noche) que vamos a estar y nos damos una merecida ducha.
Con las mismas nos vamos a buscar algún sitio donde comer-cenar algo. El bus no ha parado a comer y a parte del desayuno contundente, algún café y unos pispejos no hemos comido nada. Vemos el atardecer a través de una de las calles de Odessa.
Muy cerquita vemos uno que tiene buena pinta, se llama El Solo Café. Solo vemos carta en ucraniano, pedimos en ingles y si que tienen. Creemos que la hemos estrenado, pues estaba nuevecita. Tienen mucha variedad de platos. Veo que tienen khachapuri, que es un plato típico georgiano y cuando estuvimos en Georgia me encantó, así que lo pido y Beatriz se pide un plato que lleva arroz especiado, pollo, zanahoria y una salsa de queso azul. 2 cervezas de medio litro que nos saben... aunque acabamos un poco piripis, jeje. Todo muy rico y pagamos por todo 245 grivnas.
Al lado hay un supermercado y al irnos al apartamento entramos y compramos café soluble, leche y agua para desayunar mañana.
Y con las mismas a descansar que mañana sera otro día.
Saludos viajeros.