La tendencia a banalizar el bien y el mal ha hecho de esta sociedad una sociedad sin valores y por lo tanto corrupta que tiene la necesidad de ser engañada para perpetuar el auto-engaño. No puede haber humanidad donde no hay principios éticos y morales. Todo es violencia y odio producto de la impotencia de amar. La ausencia de amor trae consigo el desprecio al prójimo y la justificación del mal en todas las relaciones sociales.