Prosperidad y sostenibilidad
Como de costumbre. Un año más, como desde hace 41, se reúne la flor y nata de la política, los negocios y el pensamiento influyente en la pequeña, y durante el resto del año casi olvidada, localidad de Davos, en los Alpes suizos. El propósito: hacer balance de la situación económica mundial y sobre todo identificar tendencias, que luego a base de repetirse en seminarios, cocktails y reuniones acaban por pasar a formar parte del conocimiento convencional y, si llega el caso, posiblemente lleguen a un acuerdo con referencia al medio ambiente o el clima.
No poco menos importante es para los más de 2500 participantes el dejarse ver cómo personas, organizaciones o países con poder de influencia en esas tendencias globales. La cuestión es saber cuántos de todos estos empresarios, políticos y académicos, que tratan de captar la atención de los poderosos del mundo global, tienen realmente algo nuevo y útil que aportar y cuántos lo único que tratan es de “salir en la foto”.
En esta ocasión, participantes han podido escuchar de primera mano de la boca de los grandes gurús del evento la buena nueva de que “la economía global se recuperará en 2011 y en adelante”. Sería desde luego una gran noticia para todos, primero si hubiesen desaparecido todos los riesgos de vuelta atrás, y segundo si el panorama de la recuperación estuviese más equilibrado. Pero no lo está.
Asia, África y Latinoamérica han experimentado un fuerte crecimiento durante 2011, mientras que Europa y Norteamérica se estaban debatiendo en sus problemas de gobierno y de deuda. La realidad es que la crisis ha precipitado una situación que ya se venía gestando hace mucho tiempo en las economías europeas: la necesidad de reformas domésticas para frenar la pérdida de puestos de trabajo, la reducción del sector público y la reestructuración del sector financiero.
Estas reformas pendientes han hecho que las expectativas de recuperación de muchos gobiernos occidentales sean más tímidas y temerosas. Sin embargo, y a pesar del riesgo de recesión que persiste en muchas economías, incluida la española, también hay oportunidades de crecimiento, que son a menudo pasadas por alto ante la gravedad y la urgencia de los problemas financieros a corto plazo.
Si queremos aprovechar estas oportunidades lo primero que tenemos que hacer es acostumbrarnos a operar en un mundo complejo, veloz e incierto. Un mundo en el que los aspectos financieros, sociales, económicos y ambientales se entretejen y vinculan de una forma que hace más difícil que nunca la identificación de tendencias y la toma de decisiones.
Para poder prosperar en este entorno complejo e incierto de post crisis, las organizaciones deberían concentrar sus esfuerzos en tres áreas clave u oportunidades de negocio: la escasez de recursos, la gestión del capital humano y la sostenibilidad.
La visita de Angela Merkel a España durante los próximos días tiene un propósito de control y supervisión a corto plazo de las reformas económicas y del mercado de trabajo, que la UE, con Alemania a la cabeza, exige de España para que esta no suponga un riesgo a la estabilidad del euro. Es de suponer que haremos los deberes y saldremos de esta en un tiempo prudencial que devuelva la tranquilidad a nuestros socios europeos y a nuestros propios ciudadanos.
Lo que no está tan claro, aún siendo vital para la proyección y crecimiento de nuestra economía a medio y largo plazo, es que nos estemos ocupando ya de alguna manera de las tres áreas que acabo de señalar. La gestión de recursos escasos, es decir el aseguramiento de suministros clave para nuestro desarrollo, la gestión del capital humano, o lo que es lo mismo, el desarrollo de capacidades en directivos y trabajadores acordes con las nuevas necesidades sociales y tecnológicas, y la sostenibilidad o enfoque hacia una economía baja en carbono y más eficiente en el uso de los recursos, son las tres claves del desarrollo y los países o empresas que no las dominen serán dominados por otros.