… de la barrera para la cama de los niños

Por Arusca @contrasypros

Hoy vuelvo con otro cachivache para los niños: la barrera de seguridad para la cama. Porque llega un día en que nuestro bebé crece. Crece a lo alto. Y no cabe en su cuna. Es el momento de pasarle a dormir a otro sitio más grande: la cama de mayores. Mis hijos no han colechado con nosotros tanto tiempo, pero supongo que, en este caso, el niño va en medio de los padres. Así que a todos los efectos, sigue bien protegido de caídas al suelo, ya sea por los barrotes de su cuna o por los cuerpos de sus progenitores.

Cuando el niño pasa a su propia cama, hay algunas dudas que nos asaltan, como si será capaz de arroparse (o la pareja de si se desarropará durante la noche) o si conseguirá dormir bien en un sitio más espacioso o, simplemente, si no se caerá al suelo. Muchas madres pegamos la cama a la pared para tener bien protegido a nuestro retoño, al menos, por un lado. Pero nos queda el otro. Y es entonces cuando podemos intentar poner una almohada o un cojín grandote en ese lado. O directamente, vamos y compramos la famosa barrera para la cama.

Nosotros pegamos la cama a la pared y después fuimos directamente a por la barrera. Barreras hay de muchos tipos. Algunas tienen palas para ponerse bajo el colchón y ya. Confiando en que el peso del colchón y del niño (que no se asomará a la barrera) sean suficiente tope para evitar la caída. Otras pasan por debajo del colchón y sobresalen por el otro lado, de manera que no hay forma de sacarla si no es levantando el colchón. Pueden ser abatibles o no. Mi cuñada tuvo la primera y, como mi sobrino se asomaba por la barrera (algo completamente lógico en un niño) alguna vez fue a parar al suelo. Nosotros tenemos la segunda y jamás se ha caído uno de mis hijos al suelo… estando levantada.

Digo esto porque la mayoría se bajan y se levantan. Y de nada sirve poner una barrera si no la levantamos para que haga tope. A nosotros se nos olvidó alguna vez y el Mediano fue a parar al suelo en un par de ocasiones. Menos mal que estos niños son de goma. Tras el susto inicial, por su parte y la mía, se metió otra vez en la cama a seguir durmiendo. Y por la mañana apenas se acordaba de la visita al suelo.

CONTRAS:

  1. Ponerla. Hay que tener unos buenos brazos fuertes o, en su ausencia, alguien que te ayude porque hay que ver la distancia del ancho del colchón, poner la barra que irá debajo a esa distancia y meterla; soltar el colchón y cruzar los dedos para que quede perfectamente encajada y no tener que levantar el colchón de nuevo.

  2. La que tenemos nosotros, para bajarla, hay que apretar dos botones (azules) a la vez. Después de 4 años que llevamos usándola, aún hoy me cuesta trabajo.

  3. Con el uso y los años, la tela tiende a descoserse. Aunque es bastante resistente. La foto de esta entrada muestra cómo está nuestra barrera después de usarla continuadamente durante 4 años.

PROS:

  1. Una vez que está puesta, no hay que quitarla ni ponerla más. No estorba para cambiar las sábanas ni para hacer la cama.

  2. Como hay que apretar ambos lados de la barrera para bajarla, podéis estar seguros de que ningún niño es capaz de bajar la barrera.

  3. La barra que pasa bajo el colchón no se nota. No es que lo digan mis hijos, es que yo alguna noche he dormido con ellos y no lo he notado. Digo esto y espero que no os pase como a la princesa con el guisante del famoso cuento.

  4. Aunque la tela se nos ha descosido un poco, la malla está en perfecto estado. Y conociendo a mis hijos, me aventuraré a decir que por ahí han pasado desde muñecos hasta coches y, muy posiblemente también, sus propios dedos.

Nosotros tenemos la de la foto que es ésta de aquí. El Mediano ha dejado de usarla a finales del año pasado. Dice que ya es mayor y yo creo que razón no le falta porque, durante las noches que la dejamos bajada, a propósito (no me seáis malpensadas), como periodo de prueba, no se cayó ni una sola vez. Tampoco desde que se la quitamos.

Y aunque la tela anda ya un poco descosida, yo confío en que nos dure también para el Peque, quien, por cierto, también ha aprendido a salirse de la cuna. Menos mal que duerme con el saquito de bebés que le impide levantar la pierna y escaparse durante la noche. Aun así, le veo en una cama de mayores en breve, exactamente con la llegada del buen tiempo, cuando el saquito ya no le haga falta para protegerle del frío.