Por Jorge Alemán
Entre los planes de toda dominación, económico-cultural, ocupa un lugar de privilegio la usurpación simbólica incluso en los campos de la identidad y de la memoria. Nunca será fácil someter a un pueblo que tenga “fresco” en su recuerdo, el bagaje histórico de las luchas con sus derrotas y sus victorias. No es que sólo de recuerdos viva la especie humana y tampoco que los archivos mnemotécnicos, por sí solos, salven a los pueblos de las tragedias opresoras. Pero es seguro que las batallas en los campos simbólicos de la memoria son decisivos no sólo por la cantidad sino por su calidad movilizante y su oportunidad coyuntural. Es urgente re-politizar a la memoria.
(...) A la burguesía le gusta jugar con la memoria para homenajearse a sí misma, convirtiéndose en añoranza profunda que se nos inserta como “recuerdo del futuro” inexistente. Inventaron “épocas de oro” para inocularnos ensoñaciones e ilusionismos nostálgicos, para hacernos sentir que perdimos esa “tierra prometida” que nunca tuvimos. Nos hacen sentir tristeza y ansias para rescatar, compulsivamente, la época en que todo fue “prospero”, abundante y feliz… con una especie de memoria taxi que nos lleva hacia lo que nunca existió pero que está ahí, motorizado por películas, cancioneros, museos y baratijas ideológicas de moda. Si “todo tiempo pasado fue mejor” estamos fritos. Lo peor no ha “pasado”, lo “mejor” no ha existido (más que para unos cuantos) y la memoria es, en manos de la ideología dominante, mercancía del capricho hegemónico. La realidad de los seres humanos simplemente empeora: más hambrunas, más desempleo, más inflación, más pobreza… menos futuro bajo el capitalismo. ¿Alguien lo recuerda?
Fernando Buen Abad Es la lucha de clases que (también) se libra con valores, con ideas y con signos… en la cabeza y en los corazones. Es la pugna asimétrica de intereses que se confrontan históricamente por ganar el terreno de los imaginarios simbólicos donde se yerguen los principios, las ideas, los afectos… es uno de los escenarios de la batalla de las ideas (que también debemos ganar). Es una guerra añeja agudizada por la burguesía para tergiversar los valores sociales, para poner el mundo patas arriba, para hacer invisibles las cosas que realmente valen (como el trabajo) e imponernos como valiosas las mercancías y costumbres que la burguesía ha pergeñado para enriquecerse (aunque seamos nosotros quienes las producimos). Claro que es una guerra apuntalada también con misiles, cañones, metralla y golpizas, claro que es una guerra apuntalada con terrorismo financiero, chantaje inversionista y vampirismo bancario. Fernando Buen Abad
En este punto extremo solo se puede añadir que la derecha argentina posee una capacidad de daño mucho más poderosa y efectiva que las ultraderechas europeas que siempre tendrán más obstáculos para destruir el tejido institucional construido después de la segunda guerra.
La guerra simbólica es un modo específico del golpe de estado del siglo XXI, es un estado de excepción acompañado por la sociedad del espectáculo. En este aspecto, en la guerra simbólica, el insulto juega un rol central; el insulto es el límite del diálogo para luego producir su cancelación.
Hay respuestas, pero como diría Dylan, la respuesta está "soplando en el viento".
Se sabe que siempre existirán los que saben leer lo escrito en el viento.Jorge Alemán