Hay dos tipos de espiritualidad: la que sigue a una autoridad y la que sigue a nuestra propia esencia. La primera nos conduce a un mundo interior denso, profundo en el sentido de grávido, de hundirnos en el mundo de delegar nuestra identidad en creencias, de perdernos en laberintos de la dualidad, de buscarnos alejándonos de nosotros mismos. La segunda nos lleva al mundo interior de la ligereza, de lo ingrávido, de la perspectiva elevada que permite trascender los laberintos, del respirar el aire puro de sentirnos nosotros mismos, de ver al otro más allá de sus máscaras, del encuentro con nosotros mismos.
La educación en autoridades nos "protege" de los peligros de la dualidad, nos da seguridad a cambio de libertad, pero ... ¡ nuestras alas son para volar ! La puerta de nuestra jaula no tiene cerrojo desde fuera, tan solo hace falta el valor para abrirla y descubrir nuestros sueños de una vida en libertad, ambas cosas residen en nuestro corazón.