De la indignación al compromiso

Publicado el 26 junio 2011 por Javiermadrazo

Os dejo una copia de un artículo de opinión, que escribí días atrás para el diario “El Correo”.   Buen domingo.

Nunca hay que discutir con el adversario utilizando su lenguaje porque implica su marco, no el tuyo”. Esta reflexión, recogida en el libro “No pienses en un elefante”, escrito por George Lakoff, profesor de lingüística cognitiva, explica una de las razones por las cuales la izquierda ha perdido frente a la derecha la batalla de las palabras y los significados que éstas encierran. Pienso en esta idea coincidiendo con el auge del Movimiento 15M, que se ha visto sacudido por la irrupción de expresiones de violencia contra representantes públicos en distintos lugares del Estado. Estas actuaciones, condenadas por los portavoces de las protestas, han sido utilizadas como coartada para intentar deslegitimar una respuesta democrática ante los abusos de un modelo de desarrollo incapaz de garantizar la cohesión y la equidad social.

La derecha, y en este caso incluyo al PSOE porque practica la misma política económica que el Partido Popular, ha manipulado el lenguaje, adecuándolo a su propia realidad, en una estrategia perversa, en la que izquierda ha caído, sin ser consciente del engaño.  Así, se habla de violencia cuando un grupo de jóvenes increpa a responsables públicos, en la puerta de las instituciones, y, en cambio, se apela a la seguridad y a la libertad cuando la policía disuelve una concentración pacífica, recurriendo al uso desproporcionado de la fuerza.  Violencia es, sin duda alguna, insultar y zarandear a un cargo político, y como tal debe rechazarse, pero violencia también es promover despidos, desahucios y/o recortes drásticos en derechos laborales y sociales.

Nos preguntamos cómo es posible que personas que han superado la barrera de los noventa años de edad -Stephane Hessel y José Luis Sampedro- sean el motor de una movilización en la que la juventud es protagonista. La respuesta es sencilla: ambos apelan a conceptos como democracia, libertad y justicia tal y como fueron concebidos en su origen y no tal y como son utilizados en la actualidad. El Movimiento 15M reivindica los mismos ideales por los que Hessel y Sampedro lucharon en su día y que hoy han quedado sometidos a las directrices de las élites financieras, que no entienden de ética porque sólo saben  de beneficios e intereses.  No deja de ser una ironía que defendamos el sentido real de valores y principios que deberían estar ya consagrados porque fueron la esencia de la llamada civilización moderna.   

Este hecho demuestra que, lejos de vivir un periodo de profundización democrática, hemos padecido un grave retroceso, que ha alcanzado su máxima expresión con la respuesta dada por el sistema a la crisis económica.  Quienes nos han arrastrado a esta situación, por su avaricia y soberbia, son quienes quieren imponer una solución a la medida de su ambición, en detrimento del conjunto de la ciudadanía que queda condenada al desempleo, la precariedad y el desmantelamiento del estado del bienestar, aún en fase incipiente España. La política ha puesto las instituciones al servicio del poder económico, en la confianza de que el control del lenguaje lograría maquillar sus abusos, mintiendo a una sociedad desconcertada ante una realidad que percibe como una amenaza para su futuro.     

Tengo la convicción de que PSOE, PP, PNV y CiU no imaginaron nunca que las reformas aprobadas bajo la excusa de crear puestos de trabajo y hacer frente a la crisis cristalizaran en una movilización ciudadana. Por ello, en una primera fase, intentaron aproximarse al Movimiento 15M en busca de réditos electorales, después minimizaron su representatividad, más tarde pasaron de considerarles “indignados” a indigentes y, por último,  se han esforzado en imputarles el calificativo de violentos.  Todas sus estrategias han fracasado. Es cierto que la movilización requiere para consolidarse organización interna, tres ideas-fuerza y un liderazgo claro, pero es cierto igualmente que rebosa optimismo, genera adhesión social y define un espacio alternativo de esperanza, que invita al compromiso.  

El éxito del Movimiento 15M responde,  de algún modo, a la incapacidad de la izquierda y los agentes sociales para canalizar las demandas populares y enfrentarse a un modelo de desarrollo del que forman parte. El PSOE es responsable directo de la pérdida de confianza en una democracia sumisa a la tiranía del mercado, Izquierda Unida Federal sobrevive como puede inmersa en sus divisiones internas, y las centrales sindicales, en lugar de plantar cara a la deriva del Gobierno Zapatero, han optado por una negociación de mínimos que ha terminado por dejarles sin crédito. En este contexto, la sociedad más crítica y concienciada carece de referente ideológico y en última instancia, al calor de una cita electoral, decide pasar de la resistencia pasiva a la movilización e implicarse, por fin,  en la acción.  

No se lo pondrán fácil. Tendrán que enfrentarse a grandes obstáculos y habrá presiones para impedir su avance. El lenguaje será utilizado en su contra, tergiversando su razón de ser y la trascendencia de sus actuaciones;  el sistema magnificará sus puntos débiles y ocultará sus virtudes y potenciales. Buscará grietas entre sus componentes y si no las hay las creará. Izquierda Unida sabe mucho del uso perverso de las palabras y sus significados. En Extremadura, la apuesta de su dirección por la abstención en la votación a presidente de la Comunidad autónoma se ha presentado como un “regalo” al Partido Popular. Se resucita así  el falso discurso sobre la pinza,  que tanto daño hizo a Julio Anguita, y se omite el hecho de que el programa del PSOE en Extremadura es el mismo que el del Partido Popular.  

Mantener la coherencia tiene un precio. Conozco de primera mano la impotencia que supone no poder explicarte, no poder argumentar tus decisiones porque el titular está escrito de antemano. Ezker Batua-Berdeak hizo suyo el discurso soberanista de Ibarretxe, del mismo modo que Izquierda Unida de Extremadura ha entregado el poder al Partido Popular. La fuerza del lenguaje es un arma al servicio del poder establecido, capaz de transformar una mentira en una verdad irrefutable. El Movimiento 15M tiene muchos frentes abiertos y será necesario estrechar lazos de comunicación y colaboración entre la izquierda política, sindical y social para poder transformar el modelo de desarrollo capitalista;  sin embargo, los “indignados” tienen un gran aliado que otras revoluciones no conocieron: las redes sociales.