De la Madonna dello Schiavo a la Virgen del Esclavo

Por Armando_p
Cuando un medio de comunicación comete errores en la información que publica, suele ser debido a que ésta no ha sido debidamente contrastada. Cuando ese mismo medio publica reiteradamente errores a la hora de informar determinada noticia, la causa puede no estar ya sólo en dicho medio, sino en la fuente que ha emitido la información, bien porque ésta no ha sido todo lo correcta que debiera, bien porque no ha salido al quite del primer error publicado para subsanarlo, o bien porque no ha sido lo suficientemente concisa, clara y completa como para que el medio haya interpretado la información correctamente.
Pero cuando son todos los medios de comunicación que emiten una noticia los que cometen los mismos errores, de forma reiterada o no, la causa está inequívocamente en las fuentes de dicha noticia. Y esto ocurrió el pasado año en la primera representación de La Virgen del Esclavo en Nueva Tabarca, lo que podría conllevar cierta disculpa por aquello de ser la primera vez, pero ha vuelto a ocurrir en esta segunda ocasión, que además tiene vocación de perpetuarse en el tiempo. Y cuando se trata de la historia, de nuestra historia, connotaciones religiosas o legendarias aparte, la información ha de ser fidedigna y rigurosa, y debería además ser contrastada por los propios medios, a quienes igualmente hay que culpar, aunque en menor medida que a los promotores de la citada representación.

Es innegable que iniciativas como La Virgen del Esclavo están muy bien para reforzar el atractivo cultural y turístico de Nueva Tabarca, pero es imperdonable que sea a costa de importar historias foráneas, queriendo justificarse en un pasado remotamente común, cuando la propia historia de la isla es tan rica en sucesos y matices que no necesita ser reforzada por invenciones ni adaptaciones de leyendas marianistas de otras tierras. Tampoco es de recibo que la Diputación Provincial respalde y colabore con el evento, y no sea capaz de controlar la información que la entidad organizadora transmite a los medios.
Dada la afortunadamente extensa cobertura que los medios han dado a esta noticia, es imperdonable que se permita que en la prensa aparezcan afirmaciones e informaciones como estas:
...ha destacado la importancia de este evento, que pone en valor la historia y las tradiciones de un enclave tan importante para la provincia de Alicante como Tabarca y ha señalado que se trata de un evento cultural y lúdico-religioso que recrea los orígenes de la isla. (Información, 21 de agosto de 2012)
Se trata de una escenificación teatral que explica los orígenes de la población insular alicantina y la liberación de los esclavos tabarquinos por la supuesta intervención milagrosa de la citada Virgen.
(EuropaPress, 21 de agosto)
...historia que tiene ya más de 200 años y narra la liberación de los habitantes de la isla del cautiverio.
(.../...) ...este proyecto será, sin duda, símbolo de tradición y cultura para todos. (Las Provincias, 22 de agosto)
...participa en la obra interpretando a una reina mora, que aparece rodeada de un séquito de esclavos.
(Información, 22 de agosto)
La actriz vuelve a meterse en la piel de una reina mora en representación teatral de La Virgen del Esclavo, que escenifica los orígenes históricos de los habitantes de la isla.
(Información, 26 de agosto)
La isla de Tabarca volvió ayer tres siglos atrás en el tiempo para recordar sus orígenes.
(.../...) La obra rememora la leyenda que supuso a los tabarquinos la liberación de la esclavitud en 1798 de Túnez. (La Verdad, 26 de agosto)

En medio de la Plaça Gran de la isla está el trono de la reina mora, allí Sara Montiel recibe las ofrendas de sus esclavos que le entregan plantas, tiran pétalos y abanican con grandes plumas de pavo real.
(El Mundo, 26 de agosto)

Pues bien, ni estos fueron los orígenes de la isla, ni tiene nada que ver la Virgen del Esclavo con Nueva Tabarca ni con la liberación de sus habitantes, ni hay constancia histórica alguna de la supuesta "Reina Mora" (por muy Sara Montiel que la encarne), ni la liberación de los esclavos que fueron destinados a nuestra isla aconteció en 1798, como se afirma en la prensa. Así pues, arrojemos algo de luz a este lío, e intentemos que el amor propio haga que no se repitan estas tergiversaciones históricas en adelante, ya que lo hecho estos dos años, hecho está, y no tiene vuelta de hoja, ya que es improbable que se corrijan errores garrafales como estos en fechas inmediatas al evento.
Para empezar, se puede decir que en el Mediterráneo existen cuatro islas Tabarca: la Tabarka o Tabarqa tunecina, origen de todas las demás, situada frente a la costa de la ciudad de este mismo nombre, hoy unida al litoral por un pequeño istmo artificial; la ciudad de Calasetta, situada en la isla de Sant'Antioco, al suroeste de Cerdeña y unida a ésta por un istmo y un puente construido por los cartagineses; la ciudad de Carloforte, frente por frente a esta última, en la igualmente sarda isla de San Pietro, y cuyo municipio la ocupa por completo; y Nueva Tabarca, nuestra Isla Plana alicantina situada frente al cabo de Santa Pola o de l’Aljub.
Tabarka (Túnez)
Tratando de resumir esta historia, se puede decir que comienza con los hermanos Barbarroja y sus lugartenientes, que llevaban a cabo innumerables ataques piratas principalmente en las costas italianas y españolas, donde causaban numerosos destrozos y se llevaban cautivos para después canjearlos mediante rescate. Barbarroja se autoproclama rey de Argel, en 1534 conquista Túnez, y desde Trípoli hasta Orán se le someten el resto de pueblos, convirtiéndose en un formidable enemigo para España y los países ribereños. Ante tamaña amenaza, en 1535 el Emperador Carlos V (Carlos I de España) ataca y conquista Túnez, reponiendo al anterior rey, y en 1541 intenta conquistar la plaza de Argel para neutralizar los ataques corsarios, pero esta vez no tiene éxito y debe retirarse.

Cercana a la frontera entre Argelia y Túnez, en territorio tunecino, se encuentra la población de Tabarka, frente a la que está situada la pequeña isla del mismo nombre. Por esta situación estratégica, Carlos V la elige para construir un presidio custodiado por una guarnición de soldados, y como en sus inmediaciones existían ricos bancos de coral, el Emperador decide arrendarla a la familia genovesa de los Lomellini, firmándose el contrato en abril de 1540 para poder pescar coral en la isla tunecina, y a cambio España construye un presidio para quinientos hombres, fortificado y artillado, en el que siempre debía ondear la bandera española, de forma que España mantuviera una pequeña avanzadilla en esta zona.
Carloforte y Calasetta (Cerdeña, Italia)
La pesca del coral convirtió a la isla en una comunidad tan próspera que en el siglo XVII el número de habitantes empezaba a superar los límites de acogida. En 1738 el rey piamontés Carlo Emmanuelle otorgó a los tabarkinos permiso para poblar la isla sarda de San Pietro, cuya capital, en agradecimiento al monarca, pasaría a denominarse Carloforte. Pero peor suerte corrieron los que se quedaron en Tabarka, pues en 1741 la isla fue asolada por corsarios tunecinos que raptaron a más de 800 tabarkinos para ser vendidos en Túnez. Tras doce años de negociaciones y el pago de numerosos rescates, muchos de ellos recuperaron su libertad para iniciar una nueva vida en Calasetta, frente a Carloforte donde ya prosperaban sus hermanos.

Islas de San Pietro (izquierda) y Sant'Antioco (derecha), suroeste de Cerdeña, Italia


Nueva Tabarca (Alicante, España)
Pero no todos los esclavos tabarkinos tuvieron la misma fortuna y tuvieron que esperar a 1768, momento en que se da la coincidencia en el tiempo de dos acontecimientos dispares que marcaron la historia de la alicantina Nueva Tabarca y de sus habitantes: por una parte, el mencionado cautiverio de los tabarkinos en las cárceles de Túnez y Argel tras la toma de la Tabarka tunecina; y por otra, la necesidad del rey Carlos III de poblar la Isla Plana para evitar que fuera base de operaciones de los piratas berberiscos que asolaban la costa levantina, para lo que encargaría al Conde de Aranda la fortificación de la misma, pero sin éxito a la hora de conseguir que residiera alguien en la isla de forma permanente.

Así, el 5 de abril de 1768 el rey Carlos III firmó una orden que se transmitió a las tres órdenes redentoras: Trinitarios Calzados, Trinitarios Descalzos y Mercedarios. Dicha orden mandaba concertar un canje de cautivos argelinos por los españoles que habían quedado en Argel, sirviendo como mediador el embajador marroquí en España, Hamet Elgazel. El Conde de Aranda recomendó a Carlos III que, para apoyar la redención, se procediese al envío de cuatro navíos de guerra que hiciesen de escolta y actuasen a su vez como medio de intimidación. El 7 de octubre zarparon las naves San Vicente, San Isidro, Santa Isabel y la fragata Santa Teresa, además de una tartana. A los cinco días de navegación se encontraban en la bahía de Argel. El 26 de octubre los padres redentores saltaron a tierra, y procedieron al canje de 26 capitanes o patronos de barco a cambio de los arraeces argelinos. El resto se continuó según una norma establecida de un argelino por cada dos españoles. En esta situación apareció un temporal que obligó a los barcos españoles a levar anclas y dejar la bahía de Argel. Mientras, los padres redentores permanecían en tierra, encabezados por Fray Alonso Cano, para rescatar, esta vez pagando fuertes sumas de dinero obedeciendo las órdenes secretas dadas por el gobierno de Carlos III, al resto de los cautivos que poblarían Nueva Tabarca. La escuadra española regresó a la bahía de Argel el 23 de febrero de 1769, llevándose a cabo los últimos canjes tres días después. A la mañana siguiente embarcaron finalmente para España.
A su llegada a Alicante el 7 de marzo, donde permacerían unos meses para reponerse del viaje y las penurias sufridas, y adaptarse, se hizo un recuento de los habitantes de Tabarka, la célebre Matrícula de los tabarkinos que fueron destinados a poblar la Isla Plana, a la que llegaron el día 8 de diciembre de 1769, que a partir de entonces recibiría el actual y correcto nombre de Nueva Tabarca. 
La Madonna dello Schiavo
Pero la epopeya tabarquina aún tenía que ver un último episodio. Conforme se recoge en la Biblioteca Virtual Mercedaria, la ciudad de Carloforte en San Pietro sería sorprendida por 500 piratas tunecinos en la madrugada del 3 de septiembre de 1798. Éstos, después de desembarcar en la isla y vencer a los pocos soldados de la guarnición, invadieron las calles de la ciudadela y las casas de los habitantes que aún dormían. Entre escenas de ferocidad, de dolor y de desesperación de la población, por dos días saquearon la isla de San Pietro entera. Muchos habitantes lograron huir de la captura, escondiéndose en los campos o hasta simulando estar muertos. Entonces 933 carlofortinos, alrededor de la mitad de los habitantes, de toda edad y sexo, especialmente mujeres y niños, fueron hechos prisioneros, amontonados como bestias en sus naves y enviados a Nabeul, en Túnez, donde llegaron después de dos días de navegación. Allí los hicieron desfilar delante de la población local y luego vendidos en subasta, como mercadería. Comenzó para ellos, el 10 de septiembre de 1798, una dolorosa odisea. La situación de estos desventurados conmovió a las autoridades civiles de Cerdeña y especialmente a los mercedarios, que tomaron la iniciativa para lograr su liberación.
La suma pedida por cada cautivo era considerada enorme y absolutamente superior a las posibilidades de los pocos carlofortinos que escaparon a la captura, y del mismo Estado Sardo-Piamontés, reducido a muy mala situación económica por las guerras napoleónicas. Reunir los recursos necesarios para rescatar a estos desventurados fue empresa difícil y prolongada. Muchos cristianos se movilizaron en Italia y también en buena parte del resto de Europa. En modo particular se distinguieron los mercedarios que recorrieron todos los pueblos de la isla para recoger los fondos para la redención, ayudados en ello por los llamados "síndicos", obreros o hermanos de la redención, nombrados en cada población por el superior de la viceprovincia mercedaria de Cerdeña.

Iglesia de la Madonna dello Schiavo, Carloforte, isla de San Pietro, Cerdeña, Italia


Mientras tanto, los años pasaban y algunos cautivos habían muerto, de modo que en 1803 estaban reducidos a 783. Hacia el año 1800 un cautivo, llamado Nicolás Moretto, que gozaba de cierta libertad concedida por su patrón, encontró abandonado en la orilla del mar parte del mascarón de un barco que representaba una imagen de La Inmaculada, que él recuperó y luego se transformó en el soporte de la fe y en refugio y esperanza de todos los que estaban prisioneros. Esta estatua fue llamada posteriormente Madonna dello Schiavo (Virgen del Esclavo) y aún hoy es venerada en la iglesia de Carloforte, donde se le situó en un principio dentro de un arco de madera, en la que fue grabada una inscripción en tabarquino que recoge una oración a la virgen pidiendo la liberación.
Esta liberación llegó por fin en junio de 1803. El 24 de dicho mes, todos los cautivos rescatados fueron acogidos en el santuario de Bonaria, en Cagliari, de donde se trasladaron a la catedral para dar gracias al Señor. Concluidas las necesarias diligencias de la cuarentena, hacia finales de julio, los carlofortinos liberados tornaron a su isla.
"La Virgen del Esclavo"
Es decir, y volviendo al tema que nos ocupa, que habían transcurrido 31 años desde la llegada de los tabarquinos a Nueva Tabarca hasta el hallazgo de la Virgen del Esclavo en tierras tunecinas por los carlofortinos esclavos. ¿Dónde están esos orígenes históricos, esa redención de los tabarquinos alicantinos, esa reina mora que recogen los medios escritos y relacionan con la Virgen del Esclavo? En la imaginación de sus promotores que, o no quisieron o no supieron transmitir lo que una comisión de los que decían ser descendientes de tabarquinos originales, que en su día fueron a Carloforte, oyeron y supuestamente investigaron hasta que alguien pensó que no estaría mal exportarla y adaptarla. Que está muy bien, no deja de ser cultura y orígenes comunes, pero lo que no está bien es tergiversar la realidad para hacerlos propios, cuando nuestra isla tiene historia y tradición más que suficientes como para no necesitar importaciones algunas, ni culturales, ni folklóricas, ni religiosas.
Y llegado a este punto, no sin cierta mezcla de leyenda en la que no voy a entrar para no complicar todavía más esta historia, "La Virgen del Esclavo" representada este año en nuestras tierras por segunda vez el 25 de agosto, se desarrolla en seis actos interpretados en diferentes espacios de la isla, recorriendo buena parte de la población. Los tabarquinos muestran a través de las distintas escenas los artes y oficios que se han llevado a cabo en la isla los últimos casi 250 años.

Fotografías cedidas por Silvia Larrosa Samblás


Comienza con la introducción de la obra por una narradora, donde explica cómo Niccola encuentra la talla de una virgen, a la que a posteriori bautizarán como Virgen del Esclavo, y que propició que aquellos pescadores de la diáspora de la Tabarka tunecina obtuvieran la liberación del yugo de los moros. Así, Niccola coge la talla de la virgen y para en una fuente para dar de beber a su asno. Allí hay congregado un grupo de moros que le increpan por ello, haciendo reivindicación de su superioridad ante el esclavo, y le exigen que les enseñe lo que tan celosamente guarda entre sus brazos. Cuando éste les muestra la talla de la virgen, todos caen al suelo deslumbrados, momento en que Niccola aprovecha para ir a decirle a su madre lo acontecido. El rumor del hallazgo de Niccola va extendiéndose como la pólvora, llegando al mercadillo que se celebra en la plaza, donde dos vecinas comentan lo que se va rumoreando (prácticamente es el único acto en toda la obra donde existe un diálogo). Mientras, Niccola acompañado por su madre y el asno van encaminándose hacia la puerta de la iglesia donde son recibidos por el cura, que califica aquello como un milagro. El colofón es el canto de un himno, creado para la ocasión, titulado Tabarca, Reina del Mar, que se puede escuchar pulsando en el enlace.

Fotografías cedidas por Silvia Larrosa Samblás


A todo esto, y con todos mis respetos para Sara Montiel, ésta es mera espectadora, que ni habla ni actúa en toda la representación. Claro, que su papel no tiene consistencia histórica. Está bien que se cuente con ella como reclamo turístico y se le invite a la representación, ya que suele pasar temporadas en Nueva Tabarca, pero hubiera sido más coherente situarla en primera fila del público, donde hubiera salido igualmente en las fotografías y crónicas periodísticas.
A modo de apéndice añadiré que algo positivo se ha obtenido de todo esto, ya que además de las notables campañas de prensa, independientemente de la veracidad o no de sus contenidos, los tabarquinos llevaron a cabo una empresa digna de admiración. Y es que dado el estado de la iglesia de San Pedro y San Pablo y sus alrededores, que al agotarse los caudales públicos destinados a su restauración habían quedado en total abandono, se pusieron manos a la obra y llevaron a cabo una más que encomiable labor de desescombro, limpieza y adecentamiento, logrando que en la iglesia, lugar donde finaliza la representación, se pudiera celebrar la Santa Misa después de años sin uso. Bien por ellos.

Fotografías cedidas por Silvia Larrosa Samblás