De la ridícula historia de Inglaterra VI

Publicado el 13 enero 2015 por Vigilis @vigilis
A Enrique de Lancaster lo coronan rey de Inglaterra tras ganar en batalla a Ricardo III de la Casa de York. Después Enrique se cambia de apellido para no tener problemas con la Agencia Tributaria. El nuevo rey Enrique Tudor, el séptimo de su nombre, reinaría un cuarto de siglo sobre un país arruinado y destruido por décadas de guerra civil. Este largo reinado serviría para hundir todavía más a los maltrechos ingleses. Tan solo salva mínimamente el reinado de Enrique VII el hecho de que su hijo Arturo formara parte de la política matrimonial de los Reyes Católicos. Pero con la muerte prematura de su primogénito, Catalina de Aragón tendrá que casarse con su hermano menor Enrique, que será el nuevo rey de Inglaterra.

Enrique VIII reinará durante la primera mitad del siglo XVI. En esa época tendrá lugar la tristemente célebre Reforma Protestante que abocaría a Europa a las famosas "guerras de religión", eufemismo con el que los autores ocultan el mucho más prosaico intento de limitar el poder de la naciente Monarquía Hispánica sobre toda Europa. Francia era el reino más poblado del continente y principal rival de la Monarquía, Polonia y el Gran Ducado de Lituania vivían su Edad Dorada con una interpretación muy suya de un feudalismo que convertía en nobles a la décima parte de su población, en el Mediterráneo, el conocimiento del fenecido Imperio Bizantino hacía estallar una revolución humanista que cambiaría al mundo para siempre. En algunas mesas de Santo Domingo ya se extendían los planos de nuevos caminos, catedrales, fuertes, atarazanas y escuelas.

Mapas del siglo XVI, inexplicables desde el siglo XVI.

El mundo iba demasiado rápido para Inglaterra, cuyas heridas no cicatrizaban debido a conflictos civiles intermitentes entre una débil corona y unos nobles que pensaban que el precio de la agresión era bajo. El principal problema de Enrique VII fue recomponer la hacienda pública, objetivo que no pudo lograr y al que su hijo Enrique dedicó toda su vida. Bueno, Enrique o sus consejeros, porque por aquella época a Inglaterra la gobernaba la camarilla que rodeaba al rey. Y Enrique VIII contó con los mejores consejeros que podía contar un rey inglés desde los tiempos de Roberto de Gloucester. Dos de los más capaces, Tomás Moro y Juan Pescador, acabarían decapitados por orden del rey, lo que supuso para Inglaterra cien años de oscuridad, persecución y muerte. Periodo que denominaremos Siglo Tenebroso de los Tudor.
¿Por qué razón iba Enrique VIII a deshacerse de sus consejeros más capaces? Decíamos que la corona estaba en bancarrota. Una camarilla de trepas trataba de medrar al amparo del rey y el rey necesitaba dinero para imponerse sobre los levantiscos nobles que encargaban cuartillas vacilándole y en las fiestas quemando el muñeco de paja que representaba al rey. La única institución que por aquella época era funcional y contaba con recursos en Inglaterra, daba la casualidad de que también era la única que era incapaz de realizar levas y defenderse por las armas. La Iglesia Católica sería el objetivo de Enrique para reconstruir sus maltrechos cofres. Pero además Enrique tenía otro problema.

Catalina de Aragón.

Con 34 años, y tras 16 de matrimonio, Enrique sólo tenía una hija de siete años, María, siendo el resto de su descendencia abortos o bebés con pocos meses de vida (algo común entre los vasallos, pero que ya era raro entre la nobleza, cosa que igual apunta a las condiciones higiénicas de la vida en palacio o al atraso de la medicina en Inglaterra respecto a otros países de la época). También tenía un hijo bastardo, Enrique Ftizroy, al que no podía reconocer para no enfrentarse con el Papa. Hay que recordar que Enrique había recibido el título de Fidei Defensor por su posición sobre la santidad de los sacramentos y el reconocimiento de la supremacía papal. Atacar a la Fe que defendía y enfrentarse con el resto de monarcas que veían en los protestones un problema, no sería el paso adecuado a tomar.
Sin embargo Enrique valoró los pros y los contras.
Pro: esa dama de compañía está buena.
Contra: el Papa me va a decir que ataco a la Fe en un tiempo en que el Gran Turco y los herejes ganan posiciones.
Pro: que ese culito no pase hambre.
Contra: las paso canutas para formar alianzas con otros países.
Pro: enfrentarme a la Iglesia puede que no esté tan mal, podría embargar sus propiedades y no subirle tanto los impuestos a unos nobles que me quieren separar la cabeza del tronco.
Contra: la reina Catalina no quiere irse a un convento, y desde que libró a Inglaterra de una invasión escocesa, los súbditos la quieren más que a mi.
Pro: vivo en una isla que ningún monarca extranjero ansía porque solo contiene tuberculosis e ingleses desdentados.
Pro: ¿quieres salami?
Enrique nunca planeó separarse de Roma y crear su propia iglesia. Trató por todos los medios posibles de apartar a Catalina para practicar legalmente la coyunda con una mujer más joven que le diera más herederos. Además, su mujer había estado casada con su hermano, así que existía un hilo del que tirar para pedir la anulación. Pero las arcas de Inglaterra no podían sobornar a un Papa con la pretensión de fastidiar a la tía del jefe del Papa. Y por "jefe del Papa" no me refiero a Dios, sino a su inmediato segundo, el emperador Carlos.

Ana Bolena de Altojardín. Hurr Durr :3 :3

Sea como fuere, Enrique mandó a Catalina a la casa de la playa e invitó a Ana Bolena a su cama. El amancebamiento levantó un escándalo de aúpa y la prima de riesgo inglesa se puso por las nubes. La joven Bolena pronto quedó preñada del gordito inglés El rey (42 años) organizó entonces una vista por la que anulaba su matrimonio con Catalina (48 años) y se casó con Ana Bolena (32 años). A Catalina, por la cuenta que le traía, le puso un pisito y una generosa pensión. Oficialmente sería honrada como princesa viúda (por haber estado casada con el príncipe de Gales).
Ana Bolena, reina consorte y primera meretriz del reino, dio a luz a la pequeña Isabel, que será recordada por ser, con perdón, la hija de puta más famosa de la historia de Inglaterra.
La corona tuvo que esforzarse para convencer a sus súbditos de la nueva situación. Una nueva hornada de consejeros trepas medraba con cada nueva medida que desposeía a la Iglesia y todos le rieron las gracias al rey mientras se enriquecían. Se aprobaron nuevas leyes para evitar la injerencia papal. Una de ellas, la que suprimía el derecho de apelación del Papa, le valió la excomunión al rey. No tardó en organizarse una revuelta en el norte contra el rey loco, revuelta que acabaría con sus caudillos en la picota. Nuevas leyes que desamortizaban monasterios y bienes eclesiásticos fueron implementadas a sangre y fuego. Establecer la nueva Iglesia Anglicana se cobró más víctimas que la Inquisición Española en esa misma época. Ah, pero unos cardan la lana y otros se llevan la fama y la historia que se hizo famosa ya todos sabemos cuál es porque Hollywood no deja de recordárnoslo.

Jane Seymour.

Desde que Ana Bolena vive en el asqueroso palacio real, empieza a tener abortos, cosa que no le gusta al rey con lo que la manda ejecutar junto a la mitad de su familia. Después Enrique (45 años) se casa con Jane Seymour (28 años), dama de compañía de Ana Bolena. Tras dar a luz a un hijo varón, Jane muere de fiebre puerperal (en serio, que pasen una mopa al palacio).

Ana de Naboo Cleves.

Al rey lo casan con Ana de Cleves (25 años), hermana del duque de Cleves (un señor de la guerra alemán). Ana se salva porque no llega a tocar el cinabrio real, y cuando a Enrique le pican los bajos con otra señorita, arreglan de mutuo acuerdo la anulación del matrimonio no consumado. Ana recibe el título de "hermana del rey" y el rey le pone un pisito. ¡Qué suerte has tenido, Ana!

Catalina Howard.

Tras cortarle la cabeza a su valido Cromwell, Enrique (49 años) se casa con Catalina Howard (17 años), sobrina del Duque de Norfolk (y prima de Ana Bolena), cosa que demuestra que para medrar en la corte inglesa se hacía lo mismo que en las satrapías orientales. El caso es que a Catalina la habían desflorado previamente y Enrique la manda ejecutar junto a su anterior amante y parte de su familia.

1547

Mientras Inglaterra destruía imágenes de santos, quemaba monasterios y perseguía a los católicos, Enrique no sospechó de la oferta de alianza que le propuso el emperador Carlos. El objetivo era Francia, un enemigo común, así que viendo que de esta forma podía ganar enteros fue a la invasión de Francia mientras Carlos daba zapatilla a los gabachos en el norte de Italia. Los ingleses llegan a conquistar Boulogne a un alto precio, debilitando así el frente imperial. La campaña arruina las arcas de franceses e ingleses por igual. Lograr que tus enemigos se desguacen entre sí es un truco tan viejo como el mear. Y siempre cuela.

La princesa María y Catalina Parr.

Enrique (52 años) se casa con Catalina Parr (31 años), quien no le da descendencia pero le ayuda a reconciliarse con su hija María (que ya contaba con 27 añazos). Enrique está envejecido, sufre de obesidad mórbida, come sin parar y huele a orines. Muere con 55 años y un único heredero varón menor de edad, Eduardo, hijo de Jane Seymour. Años después, esta tercera esposa de Enrique sería enterrada junto al rey en el castillo de Windosr.
A su vez, Eduardo, coronado como Eduardo VI, nunca llegaría a gobernar por morir antes de alcanzar la mayoría de edad. Según el testamento de Enrique, la siguiente en la línea de sucesión tenía que ser María, hija de Catalina de Aragón. María reinó poco, pero todo el mundo se acuerda de ella. Era de las que se quitaban las bragas a pedos y tuvo 37 años para planear la venganza póstuma de su madre. Oh, nunca os metáis en el camino de una mujer despechada. Pero esa es una historia que tendrá que ser contada en otro momento.