Hay que comenzar hablando de Kracauer y su célebre libro de Caligari a Hitler , que nos ayuda a analizar la evolución de la sociedad alemana de entreguerras a través de su cine, con las distancias debidas, considerando el abuso que se ha hecho de la utilización de su método de análisis y valoración de las conexiones del cine, la sociedad, la política y la historia . Para Kracauer las películas más que ser credos explícitos reflejan tendencias psicológicas, los estratos profundos de la mentalidad colectiva que, más o menos, corren por debajo de la dimensión consciente; al registrar el mundo visible, proporcionan claves de los procesos mentales ocultos. Las películas, al mostrar todo el prisma de la realidad, exponen la dinámica invisible de las relaciones humanas, siendo más o menos reveladoras de la vida interior de la nación .
Y llegados a este punto, cabe preguntarse con Kracauer: ¿qué temores y esperanzas conmovían Alemania inmediatamente después de la I G.M.? El autor nos lleva de la mano para adentrarnos en la “historia secreta que abarca las tendencias íntimas del pueblo alemán”, porque “la demostración de esas corrientes por medio del cine alemán puede contribuir a la comprensión del poderío y de la ascensión de Hitler” .
Para Enrique Lacolla nunca como en el siglo XX el arte ha desempeñado con mayor elocuencia “su papel de agorero de la historia: la sensibilidad del artista le permite percibir instintivamente lo que otros no ven y suele hacerlo una especie de sismógrafo del desarrollo social”, porque “mucho antes que el terremoto se manifieste en la superficie, el fino oído del artista escucha el movimiento sordo que ocurre en las profundidades o a distancia, y de esos síntomas saca un síntoma” .
Siguiendo este método de análisis, denostado por otros analistas , podríamos decir que el Caligari de Robert Wiene de 1919, a pesar de la distorsión del guión original, supone una reprobación de la autoridad –en este caso el psiquiatra y por extensión del Kaiser Guillermo II y la política imperial- que había llevado a Alemania al desastre. Caligari obliga a Cesare a matar como se hizo con millones de jóvenes soldados alemanes . En 2009 Michael Hanecke en La cinta blanca ha vuelto a hurgar en la herida alemana buscando las raíces del nazismo en el autoritarismo moral luterano.
Pero volviendo a Caligari, al mismo tiempo, el hecho de poner a un hipnotizador en el centro de la trama de esta película puede tener cierto valor simbólico, demostrativo de las aptitudes proféticas del arte, en este caso. Kracauer lo ve como una premonición de Hitler .
Hitler en Mein Kampf (1924-1926) describía así su primer mitin de 1920: “Me hallaba frente a una sala atestada de individuos unidos por una nueva convicción, por una nueva fe y por una nueva voluntad. Quedó encendido el fuego cuyas llamas forjarían un día la espada que le devuelva la libertad al Sigfrido germánico y restaure la vida de la nación alemana” .
La nueva esposa de Fritz Lang, Thea von Harbou escribió el guión de Los nibelungos (1924), adaptando el clásico medieval, dentro de la ola de patriotismo teutón, pero teñido de una concepción “fatalista del destino, fruto de la derrota y de la percepción de los abismos que abrían tanto la anarquía como los despotismos que podían oponerse a ella” . En la primera parte Sigfrido, el héroe alemán por excelencia, es traicionado y asesinado. En la segunda parte, su esposa Krimilda buscará la venganza. Detrás de esta trama estaría el desencanto por la derrota de 1918, pero también anunciaba, de manera inconscientemente premonitoria, el catastrófico desenlace de la aventura del Tercer Reich –Hitler vengando a Alemania, como Krimilda a Sigfrido .
Rastreando la pista de películas como Nosferatu (Murnau, 1922), El último (Murnau, 1924), Metrópolis (F. Lang, 1926), M, el vampiro de Düsseldorf, (F. Lang, 1931) encontramos los síntomas del temor, la degradación social de la crisis económica, las soluciones despóticas a las demandas sociales, la aparición del gansterismo frente a la inoperancia policial.
Pero será El triunfo de la voluntad (Leni Riefenstahl, 1935) la película que mejor registre la puesta en escena de la articulación de la barbarie de la venganza proyectada por el nazismo.
J. L. Godard se queja en Historia(s) du cinema -1998-, sin embargo, de la falta de sensibilidad del cine para predecir el mal, hasta sus últimas consecuencias, que se abatía sobre el mundo –sin apenas imágenes del y sobre el Holocausto . En este sentido es sintomático que en la última película de M. Scorsese Shutter Island (2010) el personaje que interpreta L. DiCaprio, un oficial estadounidense que liberó el campo de concentración de Dachau/Auschwitz, vengue finalmente en la ficción la barbarie nazi .
Este recorrido por el cine expresionista alemán y algunas películas recientes nos permite presentar a nuestros alumnos una explicación complementaria a los densos libros escolares, saturados de textos, de aspectos esenciales del período de entreguerras y las relaciones del cine y la historia.
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