De listas y programas

Publicado el 26 octubre 2015 por Jcromero

Haber militado y votado a un partido durante bastante tiempo deja poso, vínculos e implicación emocional que no resulta fácil desprenderse. Hay quien transforma los antiguos afectos en resentimientos. No es el caso. Haber tomado distancia ofrece cierto alivio, especialmente cuando se observan determinados procedimientos y actuaciones.

Listas. Gran cantidad de comentarios, tuits, chascarrillos y cotilleos ha generado entre militantes y entre quienes afirman que alguna vez votaron al PSOE. Esta exaltación de la palabra o la palabrería, a propósito de la incorporación de Irene Lozano, ha estado alentada por determinados sectores del partido.

Resulta absurdo que los socialistas andaluces sobreactúen con la incorporación de Irene Lozano o que alguien, vinculado en su juventud con Alianza Popular, exija que quien fuera diputada de UPyD pida disculpas a los socialistas que se pudieran sentir ofendidos por sus denuncias públicas y parlamentarias. ¿De verdad que esta mujer tiene que hacer lo que no han hecho muchos gerifaltes socialistas cuando miraron para otro lado, callaron o taparon indicios de corrupción? Lozano dijo palabras contundentes, es cierto, pero ¿no tenían que haber sido los portavoces socialistas los primeros en denunciar las sospechas e indicios de malas prácticas, las corruptelas y todas las corrupciones descubiertas? ¿No tendría que ser la propia militancia la que demandara honradez, buenas prácticas e higiene democrática?

Si se trata de listas la cuestión no son los nombres, no es la incorporación de Zaida o Irene ; son los modos y procedimientos. El problema no es Lozano, que igual también; es la falta de transparencia y participación. Pedro Sánchez que fue elegido en unas primarias, maquina cambios e incorporaciones de espaldas al modelo de funcionamiento interno del partido para, por su cuenta y riesgo, eliminar o aupar a quien él considere más adecuado. ¡Ése es el problema! Lo hizo en Madrid con el PSM y en las listas autonómicas para la Comunidad de Madrid y lo hace ahora. Es una forma de actuar que, en una organización democrática, no debiera tolerarse. En lo del dedo y la luna, Lozano sería el dedo.

Programa. Del programa, programa, programa, aquel antiguo lema de Julio Anguita, al programa Klínex hay todo un recorrido. El gobierno actual publicita un cumplimiento programático espectacular. No le detiene, ni ruboriza, que la realidad sea bien diferente. Cuenta con medios suficientes para que la campaña llegue a esa parte del electorado que le interesa.

¿Qué importancia tendrán los programas en las próximas elecciones? Acabamos una legislatura en la que el programa electoral del partido gobernante se ha incumplido. Si con mayoría absoluta el programa ha sido despreciado, ¿qué se hará cuando se tenga que pactar con unos y con otros? Todo pacto será una excusa para justificar los incumplimientos en virtud del propio pacto.

El PSOE avanza un borrador cargado de buenas intenciones y algunas tonterías como esa de prolongar la enseñanza obligatoria hasta los 18 años. Con una tasa de abandono escolar superior al 20%, ¿no sería más razonable buscar soluciones a este problema? Lo de sacar de la Constitución toda referencia a la Iglesia Católica parece tan acertado como lo de excluir de las aulas la asignatura de Religión. Aquí la cuestión no es la propuesta, sino la credibilidad de un partido que ha podido avanzar en esa dirección y nunca lo ha hecho. El PSOE para hacer creíble sus propuestas tendría que tener la posibilidad de ponerlas en marcha y, llegado el caso, no volver a defraudar. Mientras tanto, para muchos el programa se queda en simple trámite protocolario.

Es lunes, escucho a Terell Stafford:

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