En Psicología de las masas y análisis del yo Freud caracterizó la como el conjunto de particularidades que comparten los individuos en su interior y que a su vez permite que se enlacen y comuniquen sus ideas entre sí. Partiendo de este presupuesto surge la afirmación de que Internet constituye una masa, el espacio ideal en el que se aglutinan un conjunto de individuos, la mayoría con un fin común. Pensar el ciberespacio desde una perspectiva de masa, es necesario hacerlo partiendo del hecho que sus miembros poseen los mismos intereses hacia un mismo objetivo, experimentan sentimientos semejantes en determinada situación y de cierta manera son capaces de influir unos sobre otros. En la medida en que esta uniformidad mental sea más potente, con mayor habilidad y fuerza se constituirá Internet como masa psicológica.
La red de redes se establece como un espacio de intercambio dinámico y constante de pensamientos, símbolos y saberes, una especie de juego de roles que ofrece la oportunidad de crear igualdades en ocasiones ligeras e ingenuas entre los individuos. Hablar de las subjetividades que se generan a través de Internet implica analizar y explicar qué son las subjetividades y cómo el individuo internaliza Internet.
El proceso de subjetivación de un objeto se encuentra vinculado a la personalización de contenidos valorados socialmente. La subjetivación se refiere a la relación entre lo objetivo y lo subjetivo, al tránsito de lo externo a lo interno de las cualidades psicológicas del individuo, lo cual se explica mediante la ley genética del desarrollo de Vygotski
El proceso de subjetivación de Internet da lugar a que esta comience a formar parte de los sentidos psicológicos, concretamente como configuraciones psicológicas complejas. Es así como la regulación y autorregulación del comportamiento va estar compuesta por la relación que el individuo establezca con la Internet, además de la significación e importancia que este le proporcione a las cualidades que ha subjetivado del objeto. Uno de los factores esenciales para analizar y pensar el proceso de subjetivación de Internet se resume al periodo etario en el que se encuentra el individuo, pues en cada etapa del desarrollo psicológico ocurren cambios que modifican el funcionamiento de la personalidad.
Dentro de las etapas del desarrollo en las que el individuo se mantiene en mayor contacto con Internet se encuentra la juventud. La esfera afectivo-motivacional es fundamental en esta etapa, a partir de ella se incluyen formaciones psicológicas complejas como los ideales, la autovaloración, la concepción del mundo y el sentido de vida, el desarrollo moral y los motivos e intereses profesionales. Estas formaciones, conjuntamente con otros contenidos psíquicos, son las que promueven una relativa independencia en el sujeto de las influencias externas.
Otra vez retomando a Freud y haciendo analogía con la red, se puede decir que encontrarse inmersos en una masa con las características de Internet va a provocar que el individuo se sitúe en condiciones que le permitan suprimir las represiones de sus tendencias inconscientes. Esta cuestión tiene un valor inestimable en la juventud, momento en el que se consolidan las principales adquisiciones adquiridas en los períodos anteriores del desarrollo.
Internet a través de su universo de posibilidades, engrana perfectamente con la rebeldía, subversión y transformación que acompaña a los jóvenes puesto que ofrece la oportunidad de liberar al Ello y actuar de manera muy similar al estado hipnótico, pero en este caso, al contrario del analista, es el entorno virtual de Internet quien guía los hilos del proceso. La mayoría de los sujetos reunidos en una masa como Internet, hacen desaparecer todas sus inhibiciones personales, abriéndole paso para su libre satisfacción, a los instintos reprimidos en su inconsciente.
Mediante el ciberespacio, el joven tiene la oportunidad de mostrar la versión ideal de sí mismo que contenga muchas más características positivas o virtudes, que defectos. En su afán de encontrarse con su ideal, las tecnologías del Yo como las llamara Foucault, permiten a los individuos efectuar por ellos mismos o con la ayuda de otros, cierto número de operaciones sobre su cuerpo, pensamiento, comportamiento o cualquier forma de ser. Obteniendo así una transformación con el fin de lograr estados de bienestar, conocimiento y perpetuidad.
Las tecnologías del Yo están orientadas a afirmar la subjetividad individual. Las redes sociales virtuales constituyen una manera sencilla y efectiva de realizarse a través de la aprobación o el elogio de la imagen, mediante acciones o comentarios o a través de insinuaciones amorosas. La subjetivación de Internet implica la autoconstrucción de sujetos. El individuo se apropia de esta tecnología con el objetivo de obrar sobre sí mismo y orientándola a producir algún efecto sobre los demás.
Redefiniéndose y desde su nuevo Yo, el usuario establece el tipo de interacción que más le convenga con el resto de los usuarios del ciberespacio. Envuelto entre las redes de la masa, piensa como ella, se mueve hacia donde ella y actúa en consecuencia. Es incapaz de darse cuenta como los demás lo engañan con artificios similares. Internet no solo engendra subjetividades engañadas, también vulnerables a la adicción. La comunicación mediada por la tecnología se ha vuelto el lugar central para la gestión de los cuerpos, los sentimientos, las emociones y las subjetividades.
Hasta aquí la primera parte de esta serie de dos trabajos, en la siguiente entrega nos detendremos en conceptos tan importantes como sujeción, libertad, y hegemonía.
Los esperamos
[1] Detrás de todas las funciones superiores, de sus relaciones, están, genéticamente, las relaciones sociales, las relaciones entre la gente. Vigotsky LS. (1987). Historia del desarrollo de las funciones psíquicas superiores. La Habana: Ed. Científico-Técnica.