De los demasiados libros y sus consecuencias

Publicado el 17 octubre 2011 por José Angel Barrueco
Cualquier lector de mediana edad, si repara en ello –en sellos con pedigrí tanto como en editoriales comerciales– advertirá, sin necesidad de ser un pejigueras o un esteta, que escasean hasta el ridículo las páginas blancas preliminares, y más aún las de cortesía, muchas veces inexistentes, que caen en sus manos ensayos o libros de consulta o incluso volúmenes de memorias sin los consiguientes índices onomásticos, que demasiadas traducciones (estén mal pagadas, retribuidas con generosidad o hasta llevadas a cabo contra lo que figura en el contrato de marras por más de una mano) olvidan o hasta ignoran la necesidad de anotar al pie el significado de tal o cual concepto o nombre propio alejado de la enciclopedia de un lector medio de nuestro mercado, o incluso que demasiadas ediciones de bolsillo ven la luz mal guillotinadas, escatimando márgenes, o con una tipografía más en la línea de la venganza que del sentido común. Se aducen ejemplos de ediciones irreprochables, hermosísimas, excepciones, hélas, de una regla más y más asentada. 
Javier Aparicio Maydeu, Lecturas de ficción contemporánea. De Kafka a Ishiguro