Presentación de Nery Santos por la novelista Marisol Esteban:
Bienvenidos y muchas gracias a todos los que vais a acompañarnos durante este acto, tan especial como interesante, en un espacio tan hermoso como el Gran Casino de Madrid donde confluyen pasado y presente. Donde lo tenebroso y lo más romántico pueden estar escondidos en cada esquina. ¿Pueden imaginar un lugar más apropiado para que Nery nos hable del personaje de hoy? Yo me siento muy honrada por poder presentar a alguien a quien admiro: Nery Santos Gómez, escritora y gestora cultural venezolana, naturalizada estadounidense. Nery es licenciada en Relaciones industriales y tiene un máster en Creación literaria por la Universidad del Sagrado Corazón de Puerto Rico, llegando a formar parte de la junta directiva de la Cofradía de Escritores de ese país. Es miembro de número de la Academia Colombiana de letras y filosofía y además, miembro asociado Madrid, del capítulo Reino de España de la Academia Norteamericana de literatura moderna Internacional, del Estado de New Jersey. Ha ganado varios concursos literarios internacionales como el de Ediciones Literarte de Argentina, en 2013 o el del Pen club de Puerto Rico en 2014. También, un primer lugar como el mejor libro de historias cortas de ficción en español, y dos segundos lugares, en el importante International Latino Book Awards Los Ángeles, California, en septiembre del 2019. Su primer libro de cuentos, «Hilandera de tramas historias escondidas», fue publicado en 2012. Y en 2018, su «Lazareto de Afecciones» fue seleccionado por la crítica del periódico, El Nuevo Día, como uno de los mejores libros de ese año. «Al borde de la decencia», su tercer volumen de relatos, publicado por el grupo editorial Sial Pigmalión en 2019, ganó el premio Anáis Nin de literatura erótica. Y en marzo del 2020, coordinó y publicó la antología “Cuarentena Literaria, relatos que escaparon al encierro”. En 2021 publicó su libro «Fronteras desdibujadas» y ese año recibió el premio Escriduende a la mejor narradora hispanoamericana en la feria del libro de Madrid. Es además cónsul por USA (Tampa) del Parlamento de escritores de Cartagena de Indias. Nery Santos ahora está trabajando con el grupo de escritores “Juntos por las letras” de Chaco, Argentina y acaba de publicar un libro de cuentos para niños, con ilustraciones tipo Manga que estoy segura será un éxito. Sus libros han sido traducidos a varios idiomas. Y seguiría hablándoles de los múltiples congresos internacionales en los que ha participado, pero esta impresionante trayectoria literaria que en absoluto es gratuita, no revelaría la esencia de esta escritora que la hace única. Nery Santos atesora el conocimiento de culturas muy distintas pues si ya le había tocado vivir en diferentes países por estar vinculada al mundo de la diplomacia, es además una infatigable y estudiosa viajera. Ella siempre observa. Observa, pregunta, escucha. Y es tan discreta que a veces olvidas que está ahí, como si se hubiera marchado. Pero no. Ella lo está procesando todo. Asimilando, registrando. Será el germen de los relatos que nacerán de su pluma. Tramas ingeniosas con finales sorprendentes. Fui una de las presentadoras de su libro de relatos «Al borde de la decencia», en la Fundación Universitaria de la calle Alcalá, en el mismo evento en el que se le hizo entrega del premio Anáis Nin. Ya entonces fue para mí un honor. Antes de conocerla sabía que se trataba de una magnífica escritora; su narrativa me había atrapado desde la primera línea. Después de aquel primer encuentro, intuí que Nery Santos siempre da un paso más de lo esperado. Según aterrizó en Madrid desde Bogotá, donde residía entonces, espantó al cansancio y con su cara preciosa de niña sonriente de labios rojos comenzó a repartir palomitas entre los asistentes antes de leernos una de sus historias eróticas. Los granos de maíz explotan con el calor al igual que la pasión. Nery sabe mucho de inteligencia emocional y esa valía se puso de manifiesto unos meses después, cuando en pleno confinamiento fue la encargada de coordinar «Cuarentena literaria», una antología conformada por cuarenta autores de diez países diferentes y cuatro continentes que organizó y llevó a término de un modo tan profesional e impecable que nos dejó a todos apabullados. Porque Nery, libre de celos profesionales, es aglutinadora de talentos que alienta y potencia. Siempre está ahí, amable, meticulosa, trabajadora, tenaz. Constantemente positiva y vital, Nery Santos nos arropó más allá de su responsabilidad literaria creando vínculos en el momento en el que el mundo se había quedado aislado, preocupándose por sus 39 Cuarentenos sin subestimar ni un ápice la obra de cada uno de nosotros. Después ha seguido pendiente de la evolución de cada autor ya fuera de su proyecto, poniéndonos a los unos al tanto de los otros: Nery ha creado una familia dentro de la otra gran familia, Sial Pigmalión. ¡Bendita Nery! Tan cercana y también inalcanzable pues su estrella asciende a toda velocidad. Como ya he dicho antes, ella siempre da un paso más. Hoy tenemos la suerte de tenerla entre nosotros y, siguiendo su brillante estrella, la ocasión de sumergirnos en el mundo sobrenatural de Edgar Allan Poe, aquel escritor, poeta y periodista romántico del siglo XIX cuya influencia ha llegado hasta nuestros días.
De luces y sombras. Los colores en la literatura y en la obra de Edgar Allan Poe:
Buenas tardes, agradezco la invitación en especial a D. Andrés Valverde Sánchez y D. Basilio Rodríguez Cañada y la presencia de todos ustedes en este histórico recinto como es El Gran Casino de Madrid. Quiero agradecer a la escritora Marisol Esteban Repiso, por tan generosa presentación, al escritor y experto en papiroflexia, Ramon Jiménez Pérez, por traernos figuras plegadas en papel asociadas a Edgar Allan Poe como lo son la calavera, el gato y el cuervo y a los actores Daniel Migueláñez y Arturo Martínez Vázquez que nos recitarán hoy.
En este plano existencial, dentro de esta tierra nuestra, es muy poco probable que consigamos un ser humano que sea completamente bueno o enteramente malo (aparte de las consideraciones morales y delimitación de la cultura). La literatura ha retratado este hecho en muchas ocasiones, como por ejemplo en la conocida historia del escritor escocés Robert Louis Stevenson: «El extraño caso del Doctor Jekyll y el Señor Hyde». Como recordarán, el Doctor Jekyll crea una poción que tiene la capacidad de separar la parte más humana del lado más oscuro de una persona. Cuando el Doctor Jekyll la toma, se convierte en un criminal capaz de cometer cualquier atrocidad. Un mismo individuo es durante el día un dechado de virtudes y en la noche se transforma en un ser de maldad. Somos seres de luz y sombra. Si pudiéramos medir esto con una escala de colores, podríamos decir que las tonalidades, dentro de todos los aspectos a considerar, son las que nos describirían mejor. No somos seres en blanco y negro.
En el cuento «Berenice» de Edgar Allan Poe, (quien es el escritor que hoy nos convoca), lo describe muy bien:
“La desdicha es diversa. La desgracia cunde multiforme sobre la tierra. Desplegada sobre el ancho horizonte como el arco iris.”
El blanco es la suma de todos los colores. En él se reflejan todos. Y el negro es, en cambio, la ausencia de color y de luz. Con nosotros se encuentra el poeta y actor Arturo Martínez, que tiene un poema de su autoría muy bello que nos trae en verso al color negro. Escuchémoslo:
Poema “Negro” de Arturo Martinez.
«Del blanco al negro y pasando por todos los tonos: De los regalos que más recuerdo cuando era niña y que me fascinaron fue una caja de creyones de colores marca Prismacolor. Venían en una caja plástica transparente muy bien organizada que albergaba más de cincuenta colores con sus nombres escritos en letras doradas al final de cada creyón. Varias tonalidades de rojos, de verdes, de grises. Y mis favoritos, los azules. Casi no quería sacarles punta a mis creyones para no gastarlos.»
Voy a pedir a todos ustedes que piensen en tres colores favoritos. Estoy segura de que la mayoría de ustedes pensó en el color azul entre sus tres favoritos. Y es que, según una encuesta, el color azul resulta estar en el primer lugar de gusto por los colores. Si miramos la naturaleza, el color azul es predominante: el cielo, el agua del mar. Pero, ¿realmente es azul el cielo y el agua del mar? ¿O son meros espejismos?
El Azul de Prusia fue descubierto por “error” o por azar (¿serendipia?) a principios del siglo XVIII y todo se debió a la sangre… Cuenta la leyenda que en el año 1704, un fracasado alquimista llamado Johann Conrad Dippel buscaba en su laboratorio de Berlín crear un “elixir de la vida”. Este aceite de Dippel pretendía ser una “medicina universal” para curar todos los males. Era un brebaje con aspecto semejante al alquitrán líquido y un sabor y olor muy desagradables, que terminó siendo usado durante la Segunda Guerra Mundial para hacer el agua imbebible y deshidratar a los enemigos. El brebaje de Dippel consistía en una destilación de cuernos, cuero, marfil y sangre descompuestos, a la que le agregaba potasa (carbonato de potasio). Este último elemento, la sangre, y un componente de esta, en particular el hierro, revolucionarían el azul para siempre.
Con Dippel trabajaba Johann Jacob Diesbach, un creador de colores suizo. Este trabajaba con un lote de laca carmesí (un pigmento rojo a base de un insecto traído directamente de América llamado cochinilla, que mezclado con potasa producía una coloración deseada). Diesbach tomó prestada un poco de la potasa de Dippel, la cual estaba contaminada con sangre, lo que causó una reacción química complejísima para la época, produciendo como resultado un azul nuevo, fuerte y profundo que sorprendió al colorista, al alquimista y a todo el mundo. Este color tomó el nombre de Azul de Prusia al ser usado para los uniformes del ejército prusiano. Este color se convirtió en el primer pigmento sintético de la modernidad. Fue usado en el arte. Recuerdan el período azul de Pablo Picasso (1901-1904): “El gran autorretrato azul”, “La vida”, “El viejo guitarrista”, “Desnudo azul” o “Las dos hermanas”.
Todos recordamos el poemario y libro de cuentos de Rubén Darío «Azul». El azul es considerado como el color del ensueño, del arte, de lo ideal, de lo infinito. El azul es el color del modernismo. Voy a desearles a todos ustedes un sueño azul. Incluyo el final de uno de los cuentos de Rubén Darío llamado «El velo de la Reina Mab»:
«Entonces la reina Mab, del fondo de su carro hecho de una sola perla, tomó un velo azul, casi impalpable, como formado de suspiros, o de miradas de ángeles rubios y pensativos. Y aquel velo era el velo de los sueños, de los dulces sueños, que hacen ver la vida de color de rosa. Y con él envolvió a los cuatro hombres flacos, barbudos e impertinentes. Los cuales cesaron de estar tristes, porque penetró en su pecho la esperanza, y en su cabeza el sol alegre, con el diablillo de la vanidad, que consuela en sus profundas decepciones a los pobres artistas. Y desde entonces, en las barandillas de los brillantes infelices, donde flota el sueño azul, se piensa en el porvenir como en la aurora, y se oyen risas que quitan la tristeza, y se bailan extrañas farándulas alrededor de un blanco Apolo, de un lindo paisaje, de un violín viejo, de un amarillento manuscrito.»
Ahora, si pensamos en verde y en poema, salta rápidamente a nuestra memoria el poema «Romance sonámbulo» de Federico García Lorca (nos lees por favor, Marisol):
«Verde que te quiero verde, verde viento, verdes ramas. El barco sobre el mar y el caballo en la montaña. Con la sombra en la cintura, ella sueña en su baranda, verde carne. Pelo verde, con los ojos de fría plata. Verde que te quiero verde. Verde esperanza, verde limón, verde menta, verde oliva.»
Hay colores que definen escenas en la literatura, por ejemplo, el camino de baldosas amarillas en «El mago de Oz», el rojo de la sangre en «Drácula», el azul del mar o el blanco fantasmagórico en «Moby Dick».
El color blanco y el negro son considerados colores de luces y sombras. La obra del norteamericano Edgar Allan Poe es considerada una obra oscura, de alta tensión narrativa, mezclando lo fantástico con lo macabro. El negro sería el color que lo describiría. Sin embargo, Jorge Luis Borges describió a la única novela de Poe («Las narraciones de Arthur Gordon Pym») como “una pesadilla de color blanco”. Su obra ha sido asociada a lo fantasmagórico, a lo misterioso, a lo gótico. Es por ello que hoy nos adornan esta ponencia los trabajos del autor Ramón Jiménez Pérez, que además de ser un excelente narrador, es un maestro en el arte del origami.
El autor al que ahora nos dedicaremos, Poe, en enero de 1845, publicó un largo poema que lo haría célebre: «El cuervo» («The Raven»), admirado no solamente en su época, sino desde entonces hasta la actualidad. «El cuervo» se editó en el «Evening Mirror» («El espejo de la tarde»), convirtiéndose inmediatamente en un gran éxito popular. A partir de su aparición, Poe por primera vez llevó una vida social normal, frecuentando los más importantes salones literarios de la ciudad, y se convirtió en una celebridad. Sobre este tema escribió un ensayo sobre cómo lo escribió usando la lógica. Se cree que tomó como referencia al cuervo aparecido en el relato de Charles Dickens «Barnaby Rudge», en el que aparecía un cuervo que hablaba.
Voy a pedir al poeta y actor Daniel Miguelañez que nos lea el poema «El Cuervo»: Por favor, ayúdenos a recitar y cuando Daniel les indique con la mano, digan el estribillo: “nada más” y cuando ya aparece el cuervo, digan “Nunca más.”
Una vez, al filo de una lúgubre medianoche, mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido, inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia cabeceando, casi dormido, oyóse de súbito un leve golpe, como si suavemente tocaran, tocaran a la puerta de mi cuarto. “Es -dije musitando- un visitante tocando quedo a la puerta de mi cuarto. Eso es todo, y nada más.”
¡Ah! Aquel lúcido recuerdo de un gélido diciembre; espectros de brasas moribundas reflejadas en el suelo; angustia del deseo del nuevo día; en vano encareciendo a mis libros dieran tregua a mi dolor. Dolor por la pérdida de Leonora, la única, virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada. Aquí ya sin nombre, para siempre.
Y el crujir triste, vago, escalofriante de la seda de las cortinas rojas llename de fantásticos terrores jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie, acallando el latido de mi corazón, vuelvo a repetir: “Es un visitante a la puerta de mi cuarto queriendo entrar. Algún visitante que a deshora a mi cuarto quiere entrar. Eso es todo, y nada más.”
Ahora, mi ánimo cobraba bríos, y ya sin titubeos: “Señor -dije- o señora, en verdad vuestro perdón imploro, más el caso es que, adormilado cuando vinisteis a tocar quedamente, tan quedo vinisteis a llamar, a llamar a la puerta de mi cuarto, que apenas pude creer que os oía.”
Y entonces abrí de par en par la puerta: Oscuridad, y nada más. Escrutando hondo en aquella negrura permanecí largo rato, atónito, temeroso, dudando, soñando sueños que ningún mortal se haya atrevido jamás a soñar. Más en el silencio insondable la quietud callaba, y la única palabra ahí proferida era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?” Lo pronuncié en un susurro, y el eco lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!” Apenas esto fue, y nada más.
Vuelto a mi cuarto, mi alma toda, toda mi alma abrazándose dentro de mí, no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza. “Ciertamente -me dije-, ciertamente algo sucede en la reja de mi ventana. Dejad, pues, que vea lo que sucede allí, y así penetrar pueda en el misterio. Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio, y así penetrar pueda en el misterio.” ¡Es el viento, y nada más!
De un golpe abrí la puerta, y con suave batir de alas, entró un majestuoso cuervo de los santos días idos. Sin asomos de reverencia, ni un instante quedo; y con aires de gran señor o de gran dama fue a posarse en el busto de Palas, sobre el dintel de mi puerta. Posado, inmóvil, y nada más.
Entonces, este pájaro de ébano cambió mis tristes fantasías en una sonrisa con el grave y severo decoro del aspecto de que se revestía. “Aun con tu cresta cercenada y mocha -le dije-, no serás un cobarde, hórrido cuervo vetusto y amenazador, evadido de la ribera nocturna. ¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!” Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”
Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado pudiera hablar tan claramente; aunque poco significaba su respuesta, poco pertinente era. Pues no podemos sino concordar en que ningún ser humano ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro posado sobre el dintel de su puerta, pájaro o bestia, posado en el busto esculpido de Palas en el dintel de su puerta con semejante nombre: “Nunca más.”
Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto, las palabras pronunció, como virtiendo su alma sólo en esas palabras. Nada más dijo entonces; no movió ni una pluma. Y entonces yo me dije, apenas murmurando: “Otros amigos se han ido antes; mañana él también me dejará, como me abandonaron mis esperanzas.” Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.”
Sobrecogido al romper el silencio tan idóneas palabras, “sin duda -pensé-, sin duda lo que dice es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido de un amo infortunado a quien desastre impío persiguió, acosó sin dar tregua hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido, hasta que las endechas de su esperanza llevaron sólo esa carga melancólica de “Nunca, nunca más.”
Mas el Cuervo arrancó todavía de mis tristes fantasías una sonrisa; acerqué un mullido asiento frente al pájaro, el busto y la puerta; y entonces, hundiéndome en el terciopelo, empecé a enlazar una fantasía con otra, pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño, lo que este torvo, desgarbado, hórrido, flaco y ominoso pájaro de antaño quería decir graznando: “Nunca más.”
En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra, frente al ave cuyos ojos, como tizones encendidos, quemaban hasta el fondo de mi pecho. Esto y más, sentado, adivinaba, con la cabeza reclinada en el aterciopelado forro del cojín acariciado por la luz de la lámpara; en el forro de terciopelo violeta acariciado por la luz de la lámpara ¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!
Entonces me pareció que el aire se tornaba más denso, perfumado por invisible incensario mecido por serafines cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado. “¡Miserable -dije-, tu Dios te ha concedido, por estos ángeles te ha otorgado una tregua, tregua de repente de tus recuerdos de Leonora! ¡Apura, oh, apura este dulce nepente y olvida a tu ausente Leonora!” Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”
“¡Profeta! exclamé-, ¡cosa diabólica! ¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio, enviado por el Tentador, o arrojado por la tempestad a este refugio desolado e impávido, a esta desértica tierra encantada, a este hogar hechizado por el horror! Profeta, dime, en verdad te lo imploro, ¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad? ¡Dime, dime, te imploro!” Y el cuervo dijo: “Nunca más.”
“¡Profeta! exclamé-, ¡cosa diabólica! ¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio! ¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas, ese Dios que adoramos tú y yo, dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén tendrá en sus brazos a una santa doncella llamada por los ángeles Leonora, tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen llamada por los ángeles Leonora!” Y el cuervo dijo: “Nunca más.”
“¡Sea esa palabra nuestra señal de partida pájaro o espíritu maligno! -le grité presuntuoso-. ¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica. No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira que profirió tu espíritu! Deja mi soledad intacta. Abandona el busto del dintel de mi puerta. Aparta tu pico de mi corazón y tu figura del dintel de mi puerta.” Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”
Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo. Aún sigue posado, aún sigue posado en el pálido busto de Palas, en el dintel de la puerta de mi cuarto. Y sus ojos tienen la apariencia de los de un demonio que está soñando. Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama tiende en el suelo su sombra. Y mi alma, del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo, no podrá liberarse. ¡Nunca más!
(Traducción de Julio Cortázar)
Gracias Daniel.
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“Mi vida ha sido capricho, impulso, pasión, anhelo de soledad, mofa de las cosas de este mundo”, dejó escrito Edgar Allan Poe, cuya inadaptada existencia fue en muchos momentos tan estremecedora como los cuentos de terror que escribió. Siempre quiso ser poeta. Sus dos primeros libros de poesía, «Tamerlane y otros poemas» y «Al Aaraaf, Tamerlane and Minor Poems», sin embargo, y a pesar de recibir algunas buenas críticas, fueron incomprendidos. Su vida fue infeliz por la pobreza y las depresiones que combatía con láudano y alcohol, sobre todo desde la muerte de su esposa Virginia Clemm, con la que contrajo nupcias cuando ella tenía apenas 13 años, y de la que se cree él nunca consumó esa unión. Sus escritos se consideran como el fruto de una fantasía alucinada, traumatizada por sus experiencias infantiles.
Poe nació el 19 de enero de 1809 en Boston, es mundialmente conocido por sus historias góticas, y es reconocido como uno de los padres del cuento moderno y creador del género policial (por ejemplo, los tres cuentos protagonizados por Augusto Dupin, que sentaron las bases de un género destinado a una inmensa popularidad: la literatura policíaca). El primero, «Los crímenes de la calle Morgue» («The Murders in the Rue Morgue»), se ha considerado, con toda razón, como el fundador de la novela de misterio y detectivesca. Dupin es también el protagonista de «El misterio de Marie Rogêt» («The Mystery of Marie Roget») y de «La carta robada» («The Purloined Letter»), piezas clásicas del género por el equilibrio de lógica, suspense y detalles narrativos. Aquí en la sala tenemos a María de los Ángeles Cantalapiedra, novelista, que usó el género detectivesco y policial a lo Allan Poe con su novela: “Oscuro deseo”.
Edgar Allan Poe fue un maestro del terror, pero también se lo reconoce como precursor de la literatura de ciencia ficción por varios de los relatos contenidos en sus «Narraciones Extraordinarias».
La luz en la obra de Poe:
Sus aportes a la poesía y a la ciencia y su obra Eureka. Sus obras han sido adaptadas al cine, al cómic, a la pintura y la televisión, demostrando con ello la honda influencia ejercida con su obra en la historia humana. De allí la luz en la obra de Poe. Sus poemas son hermosos y escribió muchos de ellos: les voy a leer una parte de uno de ellos que trata sobre el amor y la muerte de una bella y joven mujer. Tema recurrente en todas sus obras:
Annabel Lee
It was many and many years ago,
In a kingdom by the sea,
That a maiden there lived whom you may know
By the name of Annabel Lee;
And this maiden she lived with no other thought
Than to love and be loved by me.
I was a child and she was a child,
In this kingdom by the sea,
But we loved with a love that was more than love—
I and my Annabel Lee—
With a love that the wingèd seraphs of Heaven
Coveted her and me.
And this was the reason that, long ago,
In this kingdom by the sea,
A wind blew out of a cloud, chilling
My beautiful Annabel Lee;
So that her highborn kinsmen came
And bore her away from me,
To shut her up in a sepulchre
In this kingdom by the sea.
The angels, not half so happy in Heaven,
Went envying her and me—
Yes!—that was the reason (as all men know,
In this kingdom by the sea)
That the wind came out of the cloud by night,
Chilling and killing my Annabel Lee.
But our love it was stronger by far than the love
Of those who were older than we—
Of many far wiser than we—
And neither the angels in Heaven above
Nor the demons down under the sea
Can ever dissever my soul from the soul
Of the beautiful Annabel Lee;
For the moon never beams, without bringing me dreams
Of the beautiful Annabel Lee;
And the stars never rise, but I feel the bright eyes
Of the beautiful Annabel Lee;
And so, all the night-tide, I lie down by the side
Of my darling—my darling—my life and my bride,
In her sepulchre there by the sea—
In her tomb by the sounding sea.
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Eureka
Lo que pocos saben de Poe es que este fue un verdadero fanático de las matemáticas y la astronomía. Sus ensayos literarios fueron memorables y se destaca mucho uno escrito al final de su vida: un poema en prosa llamado Eureka, que ofrece una profunda reflexión sobre la ciencia y la filosofía de su época. Este último ensayo fue dedicado al gran científico Alexander von Humboldt. Contiene algunas teorías que recuerdan a grandes postulados que se han ido desarrollando a lo largo del siglo XX. Este no sigue el método científico y está plagado de errores, pero se adelantó a su tiempo al mencionar que el universo se crea al explotar una partícula primordial. Es exactamente la definición del Big Bang descubierto 100 años después por George Gamow.
Poe también anticipa teorías como la de los agujeros negros y el Big Crunch, además de ofrecer una solución aceptable sobre la paradoja de Olber (en la que el cielo por la noche está oscuro pese a la presencia de millones de estrellas).
Su obra fue incomprendida para su época, pero en tiempos más recientes ha sido alabada, y teorías científicas y astronómicas encuentran basamento en este ensayo. Albert Einstein habló muy bien sobre Eureka, afirmando que el poema era “un hermoso logro de una mente inusual e independiente”.
Además de sus contribuciones al género de terror y detectivesco, Poe es reconocido como uno de los precursores de la ciencia ficción. Sus relatos anticiparon conceptos que serían fundamentales para el desarrollo del género en el siglo XX. En su ensayo «Eureka», Poe exploró ideas sobre el origen y la naturaleza del universo que se adelantaron a su tiempo, tocando temas que resonarían con las teorías científicas modernas.
Edgar Allan Poe y sus serendipias literarias:
El término serendipia generalmente está relacionado con descubrimientos científicos inesperados. Surgen dentro de la labor científica, pero nada tienen que ver con lo que se busca en un inicio. Por ejemplo, cuando Alexander Fleming en 1922 descubrió la penicilina durante un análisis a cultivos de bacterias cuando cayeron unos hongos dentro de los platos de cultivo. O por ejemplo, Albert Hofman cuando descubrió accidentalmente el LSD (Ácido Lisérgico Dietilamida).
En la literatura ocurre una serendipia cuando un autor escribe hechos y circunstancias desde su imaginación y algunas veces describen cosas que era imposible que conocieran por la época en la que vivieron. La palabra serendipity es un neologismo que se le atribuye a Horace Walpole, escritor y arquitecto británico que escribió el cuento tradicional persa llamado «Los tres príncipes de Serendip». Los protagonistas resuelven sus aventuras por observaciones, deducciones y, por supuesto, coincidencias. Famosos están hoy en día las caricaturas de Los Simpson por predecir situaciones.
En 1838, Edgar Allan Poe escribió su única novela: «Las aventuras de Arthur Gordon Pym». La historia cuenta el naufragio de un barco en el Atlántico de cuatro personas y cómo se quedan a la deriva en una barca. Tiempo después, estas se quedan sin bebida ni alimentos, y es entonces cuando un grumete, el ayudante de cocinero, llamado Richard Parker, propone que deben echar suertes, tal como lo estipula la Ley del mar, para que el perdedor sea asesinado y sirva de alimento para los demás en la embarcación. Estos terribles hechos sucedieron de forma muy parecida al naufragar el Mignonette, un navío inglés en el que cuatro tripulantes salvan la vida en una barca, pero se quedan a la deriva en un periodo de 20 días. Un grumete llamado Richard Parker y de tan solo 17 años (también ayudante del cocinero) enfermó por beber agua de mar; los tres tripulantes restantes decidieron matarlo y alimentarse con su cuerpo. Luego de recorrer 1,050 millas durante 14 días, el navío alemán Moctezuma rescató a los sobrevivientes. Estos fueron juzgados en Gran Bretaña por la muerte del joven Richard Parker por un tribunal militar como asesinato, más que nada por la falta de sorteo que exige la Ley del mar. Los acusados fueron condenados a muerte aunque más tarde se les redujo la sentencia.
La película «Life of Pi» está basada en el relato de Poe. Poe tenía un increíble talento para las narraciones fantásticas y terroríficas. Su poema «El Cuervo» le abrió las puertas a la fama. Sus historias como «El escarabajo de oro» y «Los crímenes de la calle Morgue» le abrieron las puertas a la moderna narración policial-detectivesca. El mismo Arthur Conan Doyle reconoció públicamente que Edgar Allan Poe tuvo una influencia enorme en su creación de Sherlock Holmes. Auguste Dupin (el personaje principal de Poe que apareció por primera vez en «Los crímenes de la calle Morgue»), fue el primer detective genio de la literatura sobre crímenes. De hecho, todos los recursos que Poe utilizó para recrear las historias de crímenes han sido reutilizados como patrones por muchos autores, sentando las bases de las narraciones detectivescas. Ejemplos de esto son el uso de un detective genio que trabaja con un ayudante ordinario, la incompetente fuerza policial, el misterio de la habitación cerrada, etc.
El relato corto como un espléndido mosaico en la obra de Poe:
Poe es un reconocido especialista en relatos cortos. Dio incluso muchas conferencias al respecto. Escribió muchísimos relatos. Solo uno (y que fue publicado en forma de folletín por el Southern Literary Messenger de Richmond en 1837 y que luego apareció en New York seis años después difundida por una editorial inglesa alcanzando una extraordinaria aceptación) puede considerarse como novela corta: «Las aventuras de Arthur Gordon Pym».
Su primera obra puede considerarse «Aaraff», una obra poco entendida. La muerte de su muy joven esposa, que era también su prima, lo llevó a ahondar más en ese estado de profunda melancolía que siempre lo embargó. Este estado lo plasmó en su obra «Ulalume».
Su muerte:
Uno de sus biógrafos, el francés Baudelaire, escribió sobre su muerte que también fue un misterio:
«¡Ay! El que había franqueado las alturas más arduas de la estética, sumiéndose en los abismos menos explorados del intelecto humano; el que, a través de una vida que se asemeja a una tempestad sin calma, había encontrado medios nuevos, procedimientos desconocidos para asombrar la imaginación, para seducir los espíritus sedientos de Belleza, acababa de morir en unas horas en un lecho del hospital.»
Su muerte sigue siendo un enigma. Baudelaire en su breve biografía dice: «Su muerte (ocurrida en 1849 cuando solo tenía 40 años de edad) fue casi un suicidio preparado desde hacía mucho tiempo». Se sabe que además de la bebida, era aficionado al láudano, y muchos han considerado que su vida llevaba un camino de autodestrucción. Consciente de lo que estos vicios estaban causando en su vida, escribió una vez: «No encuentro precisamente ningún placer en los estimulantes a los que me entrego con frecuencia tan vehementemente. No es en verdad por amor al placer por lo que he expuesto a la ruina mi vida, mi reputación y mi razón». Uno de sus biografos, Rufus Wilmot Griswold se encargó de esparcir los rumores de que Poe, era un loco, drogadicto y bebedor, pero esto se desmintió al comprobarse que Griswold era uno de sus rivales literarios.
Se sabe que en un intento por encauzar su situación económica y afectiva, buscó de nuevo a su primer amor: Elmira Royster, que se había convertido en una viuda rica. A 10 días de su boda con ella, viaja a New York buscando que su tía le ayude en este proyecto, pero se detiene en Baltimore tal vez a causa de sus vicios, o nadie sabe realmente el porqué. Esa madrugada del tres de octubre de 1849, es encontrado en medio de una calle sin documentos ni dinero y en delirio. Es conducido al Washington Hospital y allí muere 4 días después (el 7 de octubre) no se sabe si de un colapso circulatorio o una complicación pulmonar, otros dicen que contrajo rabia, influenza o hasta un tumor cerebral. Se cree que fue asaltado ya que no llevaba puesta su ropa sino un traje barato y desconocido. Su muerte es un misterio.
De luz y de sombra:
Hemos titulado esta conversación escritura de luz y sombra, hemos visto es un escritor que escribe temas oscuros con afición a lo macabro y a las situaciones terroríficas, a lo tétrico, fatalista y morboso, sin embargo hay mucho de luz en su obra, en sus poesias, sus ensayos y su maestria para sorprendernos y para escribir relatos interesantes y bien construidos.
Un escritor que tuvo una vida trágica de orfandad, muerte, penurias económicas y vicios, lo que le harían presa fácil de los estudiosos del psicoanálisis, que verían en él impulsos sádicos, necrofilia resultante de un complejo de Edipo por las imágenes de su madre inmovilizada. Y su relación incestuosa con su prima hermana adolescente no se trataría de una confirmación arquetípica de los impulsos básicos del hombre que narró Freud. Hay quienes dicen que simplemente estamos ante un autor alcoholizado que plasma genialmente en sus fantásticos relatos lo que le dicta su cerebro dañado. Pero esto no hace justicia a un autor de pulida construcción en sus relatos, que maneja a la perfección la tensión narrativa. Que se muestra erudito y tiene sed de conocerlo todo y mostrarlo todo.
Sin embargo, nos encontramos con un maestro de la narración que hizo historia y ante todo un poeta, que abrió paso a subsecuentes narraciones detectivescas y de ciencia ficción a otros autores. Su lucidez es casi académica. Busca dosificar su narración con maestría, manteniendo la atención constantemente viva en una magistral tensión narrativa.
Como dijo Savater: «quien no haya leído El gato negro, El pozo y el péndulo, El extraño caso del señor Valdemar, Las aventuras de Arthur Gordon Pym o El escarabajo de oro, aún no sabe hasta qué punto leer puede ser una operación arriesgada y gozosa».
Julio Cortázar, que también ha sido un estudioso de la obra de Poe, describe la segunda parte de la novela de Edgar Allan Poe, justo cuando los personajes Pym, su amigo Peters y un salvaje llamado Nu-Nu se internan en un territorio no hollado por mortal alguno, como una sección de la novela de ritmo vertiginoso y con un avance de profundidad. La verdad es que Poe muestra aquí todos los portentosos recursos de su fantasía y hace una descripción de la fauna y de la flora fabulosos. Poe apuesta que las creaciones de su más desbordante imaginación pueden superarse con el aumento del conocimiento de la realidad. Como ejemplo, los pasos por los que llegó al descubrimiento del tesoro el protagonista del «El escarabajo de oro» o el final de la novela de «Arthur Gordon Pym», cuando se señala que todo podría ser confirmado o desmentido con las expediciones que se planean al Océano Antártico.
Poe como poeta maldito según Verlaine y Baudelaire:
Muchas veces se ha catalogado a Poe entre los autores “malditos” que aumentaron la lista que originalmente colocó Verlaine en su ensayo. Poe comparte serias características con estos poetas para ser considerado entre ellos, como por ejemplo tener vidas trágicas y tendencias autodestructivas y también por no obtener éxito en vida. (Poe siempre tuvo carencias económicas). Baudelaire (autor de “Las flores del mal”, justo de donde se dice que Verlaine tomó el concepto de poeta maldito), señaló sin embargo que Poe lo había enseñado a razonar. Como traductor al francés de sus obras expresó: «Ningún hombre, lo repito, ha narrado con más magia que Poe las excepciones de la vida humana y de la naturaleza; la alucinación dejando al principio lugar a la duda, pero luego convenida y razonadora como un libro; el absurdo instalado en la inteligencia y gobernando con una espantable lógica; la historia, usurpando el sitio de la voluntad; la contradicción establecida entre los nervios y el espíritu, y el hombre desacordado hasta el punto de expresar el dolor por la risa».
En el libro «Los poetas malditos» del poeta francés Paul Verlaine, publicado en 1884, se honra a seis poetas:
- Tristan Corbière,
- Arthur Rimbaud,
- Stéphane Mallarmé,
- Marceline Desbordes-Valmore,
- Auguste Villiers de L’Isle-Adam, y
- Pobre Lelian («Pauvre Lelian» en el original francés, anagrama del propio Paul Verlaine).
Los comentarios de los autores que dio Verlaine, que conoció personalmente a la mayoría, tratan sobre el estilo de su poesía y de anécdotas personales vividas con ellos.
Verlaine expuso que, dentro de su individual y única forma, el genio de cada uno de ellos había sido también su maldición, alejándose del resto de personas y llevándolos de esta forma a acoger el hermetismo y la idiosincrasia como formas de escritura. También fueron retratados como desiguales respecto a la sociedad, teniendo vidas trágicas y entregados con frecuencia a tendencias autodestructivas; todo esto como consecuencia de sus dones literarios.
El concepto de Verlaine del poeta maldito fue en parte tomado del poema de Charles Baudelaire llamado Bendición, que inicia su libro «Las flores del mal». El uso de esta expresión y del término malditismo se generalizó luego para referirse a cualquier poeta (o a un escritor de otros géneros o incluso a un artista plástico) que, independientemente de su talento, es incomprendido por sus contemporáneos y no obtiene el éxito en vida; especialmente para los que llevan una vida bohemia, rechazan las normas establecidas (tanto las reglas del arte como los convencionalismos sociales) y desarrollan un arte libre o provocativo.
Entre los literatos que han recibido el calificativo de malditos estarían también, aparte de Verlaine y de su grupo, escritores como Charles Baudelaire, François Villon, Thomas Chatterton, Aloysius Bertrand, Gérard de Nerval, el conde de Lautréamont, Petrus Borel, Charles Cros, Germain Nouveau, Antonin Artaud, Émile Nelligan, Armand Robin, Rodrigo Pérez Cambre, Innokienti Ánnienski, John Keats, Federico García Lorca, José Antonio Ramos Sucre, Alejandra Pizarnik, Fogwill, Edgar Allan Poe, William Blake, Raúl Gómez Jattin, Leopoldo María Panero, Charles Bukowski y Roberto Bolaño, entre otros.
Poe es dueño de una fauna tan famosa como inquieta: escarabajos de oro, gatos negros y cuervos de ultratumba. ¿Era un poeta maldito? Sus versos tétricos de inframundo, su alma atormentada, su vida tan trágica como sus cuentos. Pasaba de la inseguridad más grande a la soberbia más absoluta.
El impacto de Poe en la literatura y más allá
La influencia de Edgar Allan Poe en la literatura y en otros medios artísticos es indiscutible. Su capacidad para evocar lo macabro y lo misterioso ha inspirado a numerosos escritores, cineastas, y artistas en general. Sus relatos cortos y poemas han sido adaptados al cine, al cómic, a la pintura y a la televisión, demostrando la profundidad de su legado.
Sus técnicas narrativas y su habilidad para construir atmósferas opresivas y llenas de tensión han dejado una marca imborrable en el género de terror y en la literatura gótica. Obras como «El cuervo», «El gato negro», «El pozo y el péndulo» y «La caída de la casa Usher» siguen siendo referencias fundamentales para entender el desarrollo del relato corto y el género de terror.
Como dato curioso tenemos que Poe fue traducido por primera vez al español por el poeta venezolano José Antonio Pérez
La vida de Poe: un reflejo de su obra
La vida de Poe fue tan oscura y compleja como muchos de sus relatos. Marcado por la tragedia, la pobreza y la lucha contra sus demonios internos, Poe volcó sus experiencias personales en su obra, creando personajes y escenarios que reflejan su propia angustia y desesperación. La muerte de su esposa Virginia Clemm tuvo un impacto profundo en él, y su lucha contra la depresión y la adicción se refleja en la intensidad emocional de sus escritos.
El legado de Edgar Allan Poe sigue vivo hoy en día. Su obra continúa siendo estudiada y admirada por su maestría en la construcción de relatos cortos, su innovadora narrativa y su habilidad para explorar los aspectos más oscuros de la naturaleza humana. Su influencia puede verse en la obra de escritores como H.P. Lovecraft, Stephen King, y muchos otros que han seguido sus pasos en el género de terror y lo sobrenatural.
Para concluir esta presentación sobre Edgar Allan Poe, quiero agradecer a todos por su atención y participación. La obra de Poe, con su luz y sombra, sigue siendo un faro para todos aquellos que buscan entender los rincones más profundos y oscuros del alma humana. Les invito a seguir explorando su legado y a dejarse llevar por las emociones y reflexiones que sus escritos evocan.
Para finalizar esta ponencia, vamos a pedirle de nuevo a Daniel Miguelañez que nos recite este breve poema de su autoría, que le da sentido a todo lo que hemos dicho. Los puestos se intercambian y el cuervo es luminoso. Escuchemoslo:
SURGEON’S HALL
Un cuervo y una gaviota
se reparten la basura
a los pies del templo.
La sombra de un capitel
divide, en su metáfora,
el juego simple de las aves.
Dos pájaros lejanos a la carroña
se convidan al deshecho.
Un cuervo blanco, marino,
una gaviota que grazna «¡Nevermore!».
Anochece y vuelan juntas
la luz y el abismo.
“Incluso en la tumba no todo está perdido. De otro modo, no existiría la inmortalidad para el hombre”. Edgar Allan Poe. Y van 215 años de su muerte y Edgar Allan Poe se mantiene vivo.
Incluimos unas fotos del museo localizado en la vieja casa de piedra que data de 1740 en Richmond, Virginia tomadas en Junio 2024.