De lujo en hawke's bay

Publicado el 13 agosto 2013 por Eazkoitia

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Ha pasado ya un mes desde nuestra segunda llegada a Nueva Zelanda. La primera vez que estuvimos por aquí era verano y pasamos bastante frío así que esta vez vinimos preparados porque ahora es invierno. Me compré unos guantes buenos (recién caídos del camión) y un jersey en el Victoria Market de Melbourne, un par de camisetas interiores (del Abanderado local) y varios pares de calcetines de los que abrigan. Marina hizo lo mismo con la diferencia que sus cosas son “más monas”. Somos la envidia de los esquimales.
Pues bien, ahora estamos en Hawke’s Bay, al este de la isla norte: temperatura media entre 15 y 20 grados, sin viento y la mayoría de días sol radiante (excepto los domingos, que llueve a cántaros). Hemos ido a parar a la única zona de Nueva Zelanda que goza de clima Mediterráneo por lo que está considerada como el bol de fruta del país (hemos conocido a un señor que exporta manzanas a España y todo). Estamos rodeados de plantaciones de manzanos, cítricos (pomelos, mandarinas que se pelan sin esfuerzo, naranjas, limones y limas), melocotoneros, albaricoqueros, nectarinos, etc. También olivos y un montón de viñedos con sus correspondientes bodegas. ¿La ropa de abrigo? En la maleta, excepto los domingos.
Estamos con la familia Pattison (Nick, Judy y Greta), que tienen un terreno enorme en el que ofrecen alojamiento de lujo en dos casas que tienen construidas en la propiedad. La más pequeña, para dos personas, fue inaugurada esta Semana Santa pasada y recibe el nombre de “The Pavilion”. Ha sido diseñada por un arquitecto de renombre en Nueva Zelanda (Pete Bossley) y la verdad es que les ha quedado muy bien. Además los encargados de su limpieza y preparación para los huéspedes somos Marina y yo así que está reluciente (estamos poniendo en práctica todo lo que aprendimos en Lake Paringa Lodge).
Pero es la otra casa la que da nombre a la empresa: John’s House (www.johnshouse.co.nz). Es la casa en la que vivían los padres de Nick y con la que empezaron la empresa de alojamiento de lujo una vez John falleció (de ahí lo de John’s House, que significa “la casa de John”).
El padre de Nick, John Pattison, fue piloto de combate y líder del escuadrón 485NZ de Spitfires durante la Segunda Guerra Mundial y uno de los pocos supervivientes neozelandeses de la Batalla de Inglaterra. Fue condecorado un montón de veces (tienen las medallas enmarcadas) y fue nombrado caballero de la Legión de Honor de Francia en el sesenta aniversario del desembarco de Normandía, en el que colaboró abatiendo un Messerschmitt alemán. Tiene, además, su propia entrada en Wikipedia.
Tanto The Pavilion como John’s House están muy bien, son alojamiento de lujo y se nota, pero lo que los diferencia es el jardín. No sólo es enorme sino que tienen el césped mejor cuidado que el Camp Nou. Es impresionante, en serio. ¿Pensáis que habéis visto buen césped? Ni hablar. Ni un solo trébol, briznas finas de color uniforme, todo cortado perfecto, no se ve el suelo de tierra… espectacular.
Nosotros de momento no hemos tenido que hacerle nada a la hierba, pero sí que hemos plantado especies nativas en los límites del terreno (de los mismos tipos que estuvimos cuidando en Navidad en Greta Valley, en casa de Bill y Marion), desbrozado un pequeño bosque que tenían rodeando a la piscina, arreglado una zona de rosales, arrancado muchas malas hierbas (trabajo por excelencia en “helpex”, del que ya casi nos habíamos olvidado) y, lo más complicado hasta la fecha, eliminado una invasión de hiedra.
Pero no todo es trabajar cuando uno está de vacaciones. Nosotros estamos entre Hastings y Havelock North, cosa que no os dirá absolutamente nada, pero es igual. Estamos en el epicentro de una red de unos 200 km de caminos construidos especialmente para ir en bicicleta, así que la actividad estrella en nuestros ratos libres es montar en bici.
Y en bicicleta nos fuimos hasta la cima del Te Mata Peak, montañita algo más alta que Montjuic pero más baja que el Tibidabo, desde donde se pueden ver paisajes espectaculares.
A pesar de no ser el Tourmalet la subida se las trae. La carretera es muy estrecha y revirada, con la montaña a un lado y el barranco al otro, sin quitamiedos (aquí son todos unos valientes) lo que contribuye a su espectacularidad.
A veces incluso hay barranco a los dos lados, como en esta foto en la que aparece Marina, tamaño hormiguita, pero aparece, pedaleando con nervios de acero.
Las laderas de la montaña están llenas de conchas fosilizadas, por lo que no hace falta ser un hacha para darse cuenta de que, en algún momento hace muchos años, el océano la cubría por completo (otra posible explicación es que la montaña se alzara desde el agua fruto de uno de los infinitos terremotos que tienen por aquí).
Pero lo que os debéis estar preguntando, como hicimos nosotros en su momento, es ¿Te Mata? ¡Cuántas bromas se pueden hacer con esto! Ninguna, en inglés no significa nada, situación que propicia brillantes sutilezas (suponemos que los dueños de este hostal son de habla hispana) a las que los habitantes locales son ajenos.
Habiendo gastado ya el chiste de la actualización vamos a hablar seriamente. Te Mata era un guerrero maorí que quería casarse con la hija del jefe de una tribu a la que, años antes, había intentado conquistar por la fuerza (a la tribu, no a la chica). El padre, rencoroso, le obligó a realizar pruebas prácticamente imposibles a cambio de la mano de su hija (esto recuerda a los 12 trabajos de Heracles). La última de estas pruebas (fue la última porque murió en el intento) era comerse literalmente las montañas que separaban el océano de las llanuras del interior, para que así los habitantes de la tribu pudiesen llegar hasta la costa más fácilmente. Los maorís son gente grandota, pero lo de comerse una montaña es excesivo incluso para ellos. Así que Te Mata sólo logró comerse media montaña antes de morir, he aquí el motivo de la existencia de los acantilados de la zona.
Así que, en una simple excursión de medio día en bicicleta, hicimos ejercicio, vimos paisajes impresionantes, aprendimos un poco de mitología maorí y, para acabar, pudimos comprobar cómo aquí, la gente es especial.
El cartel de la foto, que está plastificado, dice lo siguiente: “Por favor quitar este cartel cuando el dueño lo encuentre. Teléfono móvil encontrado aquí el 19 de julio. Lo tiene la policía.” Los kiwis son la pera, se encuentran un móvil y no sólo no se lo quedan sino que se lo llevan a la policía y escriben un cartel, que plastifican, donde lo primero que ponen es que, una vez el cartel cumpla su función, lo tiren a la basura.Otra cosa interesante que ha pasado últimamente es que Marina ha dejado de ser alérgica a los gatos. La gata de la familia (Lulú, que nosotros hemos rebautizado como “gato”), que podría ser perfectamente descendiente del famoso Garfield, todavía la mira con recelo.
Y hablando de animales, los Pattison tienen alpacas, un par de cerdos enormes y varias vacas entre las que hay dos vaca-orcas, fruto del cruce entre una vaca morucha de Salamanca y una orca. Esto último me lo he inventado pero podría ser verdad.
El collar que lleva Marina en la foto superior, que he puesto para enseñar a la ya no mitológica vaca-orca, se lo ha hecho ella misma con la técnica del cordoncillo que aprendió en Auckland.El domingo pasado llovió, así que nos fuimos a ver el mar y de paso la ciudad de Napier, capital mundial de la arquitectura Art Deco.

Napier es una ciudad pequeña, sin más. Viniendo de Barcelona es difícil impresionarse con arquitectura Art Deco. Igual si fuésemos de Madrid… no sé. Pero lo que sí que impresionó fue el océano, más que por el tamaño de las olas, por el color gris del agua.

En cuanto a nuestros planes más inmediatos cuando tengamos un domingo con sol nos vamos a ir al parque geotérmico de Wai-o-Tapu. Otra actividad será ir a hacer el Tongariro Alpine Crossing, que básicamente consiste en caminar entre volcanes nevados. Nueva Zelanda está en el Anillo de Fuego del Pacífico que precisamente tiene una zona de actividad a un par de horas en coche de Hastings. Pero todo esto ya lo explicaremos cuando lo hayamos hecho.

Enrique & Marina
English version

It’s been a month already since we arrived in New Zealand for the second time. The first time we were here it was summer and we were pretty cold, so this time we were well prepared for the tough weather: it was going to be winter.Enrique bough a good pair of gloves and a jumper at the Victoria Market in Melbourne, a couple of underwear shirts at Best and Less and some of those working socks that we cannot find in Spain. I did more or less the same, but apparently women aren’t allowed to work with warm feet, so I had to pick the smallest size of male socks I found which are still too big for me. Eskimos look jealous at us.
Well, we’re now in Hawke’s Bay, in the East Coast of the North Island: average temperature between 15 and 20 degrees, almost no wind and mostly sunny all year round (except Sundays when it rains cats and dogs). We’ve landed in the only place in the country which has got Mediterranean climate and it’s considered the fruit and vegies shop of New Zealand (we’ve met a guy who exports apples to as far as Spain! And that’s the furthest place on Earth from here!). We’re basically surrounded by orchards with apples trees, citrus (grapefruits, lemons, limes and the easiest mandarins we’ve ever peeled), stone fruit, olives and dozens of vineyards and wineries. Where are our warm clothes, then? They’re packed in the suitcase behind the door, except on Sundays.
We’re with the Pattison family (Nick, Judy and Greta), who have a big block of land where they also offer luxury accommodation in two different houses built on the property. The smallest house, which can host a couple, was just launched the last Easter and it’s called “The Pavilion”. “The Pavilion” is designed by a renowned Kiwi architect called Pete Bossley and it really looks gorgeous. Besides, now we’re in charge of the cleaning and preparing the complimentary food that all guests receive on arrive hence the place is sparkling (we’re practicing all we learnt at the Lake Paringa Lodge!)
But that’s not the house which gives the name to their business: John’s House (www.johnshouse.co.nz). John’s House is the place where Nick’s parents used to live and the starting point of their luxury accommodation company that was established in 2010 after John’s death.
Nick’s father, John Pattison, was a fighter pilot and the commander of the 485NZ squadron of Spitfires during the World War II. He was, also, one of the very few kiwis who survived the Battle of Britain. Moreover, he was awarded with lots of medals (Nick’s got all of them displayed and protected in a nice frame) and was distinguished as Knigth of the Légion d'honneur during the 60th anniversary of the Invasion of Normandy in France, battle in which he brought down a German Messerschmitt. And what it’s almost as amazing, he’s got his own Wikipedia article.
Both The Pavilion and John’s House are really good, they’re truly luxurious and you really tell they are, but what makes a great different under our point of view, it’s their gardens. They are not only huge but also they’ve got the best kept grass we’ve ever seen. Enrique says it looks nicer than the Camp Nou’s one (F.C. Barcelona Stadium). Seriously impressive. Do you think you’ve seen beautiful lawns? Sorry, but no: not even a single shamrock, thin grass, even green colour, topsoil completely covered… perfect.
We haven’t worked with the lawns until now, but we’ve done other landscape jobs. We’ve planted natives in the boundaries of the garden and the driveway (the same types we worked with during the last Christmas in Greta Valley at Bill & Marion’s), cleared a bush area around the swimming pool, arranged a few rose patches, weeded lots of beds (the ultimate “helpex” task that he had almost forgotten about it) and got rid of an ivy invasion, which has been the most annoying job so far.
But not everything is working here in Hawke’s Bay. Here where we are, between Hastings and Havelock North, there are around 200 km of bike tracks, built specifically for riding. So our main free time activity is cycling, of course.
After one year of carrying my cycling shorts and gloves, I could finally use them to go to the top of the Te Mata Peak which is 399 m with stunning 360° views.
Although it’s nothing like the Tourmalet, climbing this mountain could be a little challenge. The road is very narrow and bendy, there’s the mountain at one side and the cliff at the other, and there’s no crash barrier.
In other sections, there’re cliffs in both sides, like in the following picture in which you can see me (as small as an ant but still see me) trying to keep my nerves under control.
The hillsides of Te Mata Peak are covered with fossil shells, which means that hundreds and thousands of years ago the ocean covered this land. Another possible explanation could be that these rocks were under the water and emerged during a massive earthquake, also zillions of years ago.

Te Mata, Te Mata… What the hell does this mean? Well, it doesn’t mean anything in English but in Spanish means literally “it kills you”. So this funny coincidence leaves a few little jokes spread in the screens around the area which only Spanish speakers can understand. Like this one in the picture, we guess the owners of this backpackers’ accommodation were from Spain or either Latin America.  “Hacienda” means estate or farm, but also it’s the way we call our tax collection agencies, so the screens tell something like “Inland Revenue kills you”.
Well, we’ve already told you the “big joke” reserved for this update, so let’s talk serious stuff now. Te Mata was a Maori warrior who wanted to marry the enemy tribe chief’s daughter. Te Mata’s tribe tried a few years before to conquer this other tribe’s area, then their relation was still bitter. The girl’s father put Te Mata through extremely challenging tasks and if he accomplished them, he could marry his daughter (the legend reminds us of the twelve labors of Heracles). The last of his tasks (which was the last one because he died in his attempt to complete it) consisted in literally eating the mountain range which separates the flat interior land from the ocean, in this way the inhabitants of the zone could reach the sea in less time and effort. Maori people are tough and big guys, but eating a mountain range it’s excessive even for them. Te Mata could eat just one half of the hills before falling down dead and this is the reason why there’re such steep cliffs in the area.
At the end of the cycling excursion we had done exercise, seen beautiful views, learnt some Maori mythology and, finally, checked that people here is very special (in a good way, of course).
The sign in the picture has been plasticized and you just have to read what it says. In Spain you’d never find this, unfortunately. No one there would go through that much travel… Someone not only has found a smart phone and bring it to the police (which I’d considerer as normal) but has also written a sign, PLASTICIZED it, taken to the place where all happened and asked in the text to put the notice away once it has accomplished its function. So rational that doesn’t look real.But more interesting things have happened, like that I am not allergic to cats any more, or at least the Pattison family cat. She is called Lulu but we always call her “Gato” (which is just the word for cat in Spanish) for no reason. Gato (or Lulu) looks exactly like Garfiel despite the fact that she is grey instead of orange.

Continuing with the animal theme, in the Pattison’s farm there’re also three alpacas, a couple of overgrown pigs, some cows and a couple of cow-killer whales, which obviously come from the marriage of a Spanish country town cow and a killer whale, as you sure know! That’s a joke, but it could be true if killer whales could walk!
This last picture is to show you the new mythological breed of cow-killer whale we’ve discovered and, even more interesting, the necklace I made in Auckland when Sharon and Christine taught me how to do French knitting.Changing the subject, the last Sunday it rained (second Sunday in a row) but we took an umbrella and went to see the sea and visit Napier, the world capital of Art Deco architecture.

Napier is a cute little city but coming from the Barcelona of Gaudi it’s difficult to be impressed with other Art Deco cities. Maybe if we were from Madrid… who knows? The ocean, though, was really impressing not only because of the size of the waves but also because of the grey color of the water.

About our near future… we’re looking forward to get a sunny Sunday to go to Wai-o-Tapu geothermal park. Another weekend we’ll walk the Tongariro Alpine Crossing through volcanoes covered in snow, but that’s going to be latter in the winter. Anyway, we’ll tell you about all this after we’ve done it! Enrique & Marina