Revista En Femenino

De madre a madre: otra vez sopa pero esta vez marche sopa de letras

Por Morochaurbana @morochaurbana

Yo sé que a ud.; si, a ud, madre, como yo, le pasa lo mismo que a mí. Pst. Si, pero seguro que lo sé y sobre todo por los gritos que se cuelan por mi ventana y que me hacen pensar en: otra vez sopa y gracias a Dios, no soy la única loca que grita. Otra vez empezaron las clases y yo no soy la única que grita. No se crea, parece una estupidez pero mal de muchas consuelo de todas. El: "a levantarse polluelos, bellos durmientes", son las frases alentadoras que una se propone y puede ser que se le antoje practicarla, todas las vacaciones como para enunciar el primer día de clases. Pero, la realidad de la dimensión descocida nos hace torcer el rumbo de nuestros propósitos, porque ellos son capaces de perturbar hasta al propio Gandhi. Ya que de bellos durmientes no tienen mucho, los supuestos bellos durmiente, parecen dos troncos. O sea, no se me malinterprete, cuando cierran los ojitos vencidos por el sueño, de eximios rompedores de paciencia por naturaleza, se convierten en verdaderos angelitos. No por nada ni gratis está el dicho: ¡pero si duerme que parece un angelito!, el problema es cuando despiertan y como despertarlos. Ante la insistencia materna podemos conseguir un ya va, entre dientes al principio, para terminar con un estentóreo ya vaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, que queda resonando por todo el eter, y reverberando en nuestros oídos un tiempo más que prudencial, unido al llegamos tarde, ya en el mismo tenor y desperado, desde el segundo día de clases, nomás. Que digo el segundo si me descuido hasta el primero. Cuando conseguimos que se sienten en la cama, el segundo paso es tratar de que se conduzcan al baño y después desayunen como Dios manda y por último los gritos del final se reservan para los objetos perdidos. Generalmente suelen ser recurrentes. La goma, la lapicera, el cuaderno, sobre todo el de comunicaciones tiene un especial tic: suele desaparecer de los lugares donde solía frecuentar. Así que mi culto al grito no es por ser histérica solamente ni por amor a la histeria, precisamente, sino por la situación. Una vez que rendimos cuentas con Morfeo la seguimos rindiendo con San Bailón para que encuentre todos los objetos escolares perdidos. Si, ya sé, es un Santo, no Indiana Jones en la búsqueda del tesoro perdido, pero bueh, una todavía cree en milagros. Porque que el primer día se le compre a los engendros todo nuevo y que al otro día a la mañana, cinco minutos antes de salir no encuentren ni la mitad de lo comprado, no es que una sea materialista pero...no trabaja como una burra como para comprar al segundo día de clases todo por segunda vez y para reponer, lo que se perdió sin siquiera haberlo gastado. Pero bueno, os convoco a un rezo unido: Dios dame paciencia, pero dámela ya, como dice un anónimo dicho dando vueltas por ahí. Y un consejo en voz alta, tomémoslo con calma, práctiquemos un om de meditación porque nos quedan 365 días, descontando las vacaciones, para no volvernos locas. Después de todo son gajes del oficio de una madre multifunción que practica deporte de riesgo: es mamá full time.


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