De mil amores: ¡¡Felicidades, Antonio Ozores!!

Publicado el 23 agosto 2009 por Burgomaestre

La estirpe de actores en la que se inscribe Antonio Ozores -“Pirulo”, para los amigos-, del que hoy nos alegra decir que cumple 81 años, arrancó con sus tatarabuelos y continuó ininterrumpidamente, perpetuándose en su hija Emma. Antonio Ozores Puchol nació en Burjasot, provincia de Valencia, un 24 de agosto del año 1928. Seis años antes lo había hecho su hermano José Luis, a quien él se encargó de rebautizar como “Peliche” con su lengua infantil, y cuatro años más tarde, su hermano Mariano, que también se le adelantó, viniendo al mundo en un par de años antes que él. Así, Antonio, el más joven de los Ozores, se inició con toda naturalidad en un mundo fascinante, participando en las giras de la compañía familiar desde la década de los años cuarenta, no siéndole ajeno ningún género del arte escénico popular. Practicante de la comedia, de la revista (figurando, por cierto, como eficacísimo secuaz de Lina Canalejas, Tony Leblanc, de “Peliche” y del también autor del libreto, Miguel Gila, en la mítica, genial y efímera “Tengo momia formal”, estrenada en 1952 en el teatro Fontalba), y hasta del humor gráfico en las páginas de “La Codorniz”, en fraterno triunvirato, Antonio ha hecho reír de todas las maneras posibles al público, no sólo como actor, sino también como autor teatral, escritor de libros y guionista.

De la mano de sus padres, Luisa Puchol y Mariano Ozores, y de sus hermanos mayores, Antonio ingresó en el mundo artístico sin tener ocasión de descubrir que existía otro diferente. Un mundo al que pronto aportó su interpretación humorística de la realidad, una personalidad propia e inconfundible que se enfrentaba a las situaciones cotidianas, atravesándolas de parte a parte con el punzante filo del absurdo. A menudo atropellado, balbuceante, farfullante, nervioso, el personaje de Antonio Ozores resulta especialmente cómico cuando cree dominar la situación y sonríe con suficiencia, preludiando un “planchazo” que desatará un torrente de frases entrecortadas dichas por lo bajo, mientras trata de aflojarse el cuello de la camisa con un dedo que desliza por él para hacer sitio a su nuez, que sube y baja penosamente.

El espectador ha ido reconociendo a Antonio Ozores a lo largo de más de cinco décadas de trabajo continuado en todos los medios. Para el cine español de los cincuenta, el juvenil Antonio, un muchacho delgadísimo que debutó como taxista en “El último caballo” de Edgar Neville (1950), era el reflejo del hambriento españolito que se desligaba de la realidad por vía de su pintoresca apariencia. Con el desarrollismo, años después, además de suspirar por los bocadillos de chorizo, al rol de Antonio le era dado aspirar a los favores de alguna guapa y rozagante muchacha. Periclitado el franquismo, en el cine hispánico entra en juego el “sarampión erótico-político”, las aspiraciones de su rol suben de tono y bajan de nivel, dando paso la comedia popular a la populachera. Aliado con otros humoristas poseedores de innegable tirón comercial, tales como Andrés Pajares y Fernando Esteso y habitualmente dirigido por su hermano Mariano, Antonio Ozores alcanza la mayor difusión taquillera, coincidente con sus éxitos televisivos de millonaria audiencia (fundamentalmente a través de sus intervenciones en el concurso “Un, dos, tres, responda otra vez” de Narciso Ibáñez Serrador) e incluso radiofónicos (integrando con otros humoristas como Luis Sánchez Polack “Tip”, Mingote, Alfonso Ussía y Chumy Chúmez, la exitosa tertulia del programa de Luis del Olmo “Protagonistas”, “El estado de la nación”).

El entrañable “Pirulo”, un trabajador inagotable que hasta para sus ratos de ocio ejerce de humorista realizando improvisaciones cómicas con talentos afines, como cuando grababa cintas magnetofónicas con su hermano José Luis y Miguel Gila, o cuando “doblaba” películas con su esposa de entonces, Elisa Montés y las parejas formadas por Pedro Lazaga y Maruja Bustos, José Luis Sáenz de Heredia y Concha Velasco, y su hermano Mariano y su mujer, Teresa, cumple hoy 81 años y este burgomaestre, que ya tuvo el atrevimiento de traerlo a este weblog en la primera entrada de esta etapa, en una foto que lo mostraba en compañía de su hermano José Luis, de Luis Escobar y de Luis Prendes, y que luego lo ha mencionado repetidamente a propósito de su participación en films tales como –cito de memoria- “Aeropuerto” (Luis Lucia, 1953), “El diablo toca la flauta” (José María Forqué, 1953), “Los ases buscan la paz” (Arturo Ruiz-Castillo, 1954), “El hombre del paraguas blanco” (Joaquín Romero Marchent, 1957), “Las muchachas de azul” (Pedro Lazaga, 1957), “Las dos y media y veneno” (Mariano Ozores, 1959), o “Trampa para Catalina” (Pedro Lazaga, 1961), quiere hoy felicitarle y desearle que cumpla muchos más, con buena salud y en compañía de su gente. O, como diría el propio Antonio, responsable de haber convertido la práctica de hablar en camelo en un arte: “Gurgubante trigoblás, gorgondolo burbiglufo, berbeglero glasbanglefo fusbimpún trolororoilo... ¡Y Muchas Felicidades!”