Tal como cabía suponer, Jordi Montull (Caso Palau) que se llenó los bolsillos, de los "despistados" y quienes subvencionaban "el Palau" ( de la Música catalana ) ya está en libertad desués de abonar 100.000 € de fianza, que muy bien pudiera corresponder a una mínima cantidad de lo que todavía atesora y producto de la corrupción demostrada que como ésta, empaña cualquier bagatela de confianza en las facilidades con las que trata la Justicia a estos malhechores, que lo son y a los que poca pena de su vida se les embarga.
A Félix Millet, el "capo" el sonriente fumador que con sus bocanadas dirigió sus fumatas con acordes musicales a las máximas alturas, para ser bendecido y protegido por el insigne expresident Jordi Pujol , le solicitan 400.000 € del ala, y se resiste a salir de la prisión de Brians con su silla de ruedas sin motor, argumentando que no los tiene, a la espera de que su familia pueda reunir lo que ya acumuló y a buen recaudó dejó el patriarca de una familia tan bien acomodada, lo que hace sospechar que va a durar menos en la celda que una cucaracha sin cabeza.
A buen seguro una inusitada tristeza embargará a aquellos compañeros de pabellón penitenciario cuando les hayan visto salir, probablemente para nunca más volver a entrar, debido a las dilaciones que permite la jurisprudencia y máxime por motivos de avanzada edad, lo que seguro les hará pensar qué injusto castigo tienen ellos por menos y tan poco para gentuza por mucho más daño causado, como los privilegiados que les han acompañado por tan breve período de tiempo, participantes confesos de muchos daños colaterales que pudieron haber sufrido sus familias, al aumentar los impuestos, reducir los presupuestos básicos de enseñanza para saber, por repetirlo una y otra vez, que delinquir es peligroso, y los que atañen a sanidad para someterse a medicación y elevar el espíritu de no caer en desgracia por una severa depresión, que ha llevado a más de un cabeza de familia a sufrir penalidades, incluso decesos involuntarios y cometer injustificables tonterias.
El " "Millet" y el "Montull", como tantos otros truhanes que siguen en libertad, son el cáncer que se extiende en una sociedad sin principios, fabricada sin amonestaciones y con permisiva amoralidad, con una ley y un orden que exige debatirse cuantos antes en las tribunas calientes de unas parlamentarios fríos que hoy solo sirven para lanzarse frases grandilocuentes, flores verbalizadas con aromas químicos, perlas cultivadas en las mil enciclopedias e improperios a voz armada amañada en los santuarios de los partidos políticos, que repiten con provocación unos y otros, en distinta versión y hasta la saciedad, mientras se vive en el mundo una pesadilla que