El 14 de octubre a las nueve de la noche, en las alertas que he habilitado en mi correo sobre Polentinos, comenzaron a llegar las primeras noticias sobre un oso herido por error en una montería en Vañes. Durante dos días, aquella misma noticia fue recalando en medios nacionales, sumándose a la misma el hondo pesar de la Real Federación Española de Caza, lo que, atendiendo a las declaraciones de ambos colectivos, acabará criminalizando al individuo que pegó el tiro.
No puedo por menos de salir en defensa de una carta que publica por aquellos días en un diario cántabro, un vecino de la zona, en referencia a la reacción inmediata que provocó aquel hecho.
Es evidente que, un buen número de personas que no viven en estas zonas apartadas, le apuntarán sin reservas al cazador, alguno tiene que pagar el muerto, entendiendo todas las causas abiertas para la protección del oso pardo, algo similar a lo que ocurrió con el cazador de Brasoñera en la década de los 80. Pero muy pocos verán las adversas condiciones en las que viven estas gentes, cuyo arreglo de la única carretera que los comunica se contempla en un plazo de 39 meses, de forma que no se rompa el canto ni el sueño de esos animales a los que el Gobierno y los distintos colectivos defienden a fuego y muerte. Paradójicamente, sólo parecen sorprendidos y hasta admirados por el revuelo que estos casos provocan, los escasos habitantes de estos núcleos a quienes el Gobierno ha decidido dejar sin Sanidad y sin recursos, mientras que un oso herido despliega titulares, mueve agentes, mueve Gobiernos de ambas comunidades, para luego encerrarlos en Cabárceno, como el caso reciente de "La Güela", y que muera sin saber a quien le corresponde su cuidado y traslado. Imagen: Diario Montañés