Asimismo en 1.787 ordenó que los cadáveres se enterraran fuera de las iglesias y alrededores. Asi surgieron cementerios, que se ubicaron en las afueras de pueblos y ciudades. Algunos municipios utilizaron iglesias abandonadas (Santa María la Varga en Uceda), castillos (Medinaceli) y alcazabas (Beleña de Sorbe) como cementerios, lo que ha permitido conservar lo que aun quedaba en pié. Otros lo ubicaron junto a una ermita ya existente, que quedó como capilla y tanatorio (Puebla de Valles).
Eran enterrados casi en secreto, sin publico. Algunos junto a las tapias del cementerio, sin señalización alguna (una cruel costumbre que se mantuvo en la guerra civil y en la posguerra). Un caso curioso es el cementerio, creado ad hoc en el lavadero de la mina de oro de Semillas: al morir el gerente de la central, americano de Boston y protestante, no había donde sepultarle, se hizo en el mismo lugar donde murió.
Lar-ami, gerente de CR La Vereda de Puebla, entre cárcavas y olivos milenarios. Todo sobre Actualidad, Costumbres, Fiestas, Mundo Rural y Paisajes y Lugares de la Sierra Norte de Guadalajara.