Así tenemos el "pepino affair", donde a nuestros amables y (no muy) queridos vecinos del norte se les ha visto un tanto el plumero. Haciendo gala de una improvisación y precipitación no muy propia de seres tan trabajadores, concentrados y serios, señalaron con su gordezuelo y blanquecino dedo índice a los pequeños españolitos. Y dijeron que no cumplíamos con las medidas de higiene necesarias para sus delicadas tripitas, y que por eso se estaban muriendo a puñados, víctimas de nuestros sucios pepinos envenenados (qué feo me ha quedado esto último).
Ante la duda, dejaron de comprar nuestros pepinos y, ya puestos, también el resto de hortalizas, verduras, frutas... no vaya a ser que también las manzanas y las lechugas les maten... Y, claro, como son tan serios (habitualmente), todo el mundo les creyó, y nuestro sector hortofrutícola se fue al carajo...
Aunque la cagada es seria, no es nada comparado con la que ha liado el amigo Strauss-Kahn (o como se escriba). Otro europeísta, franchute y tipo listo donde los haya... otro tío con cara de mirar por encima del hombro, va y se pringa de una forma digna de cualquier casanova latino.
Sí, vale, ya sé que la historia suena bastante truculenta. Que no es muy frecuente que una camarera de hotel se cuele en una habitación cuando el huésped está dentro (especialmente si el huésped ocupa una de las principales suites del hotel, como era el caso), sin que éste se entere y, cuando le ve salir en pelota picada del baño, no huya despavorida de la habitación... Muy normal, muy normal, no es... pero para pillar a un tipo de esa calaña, las pruebas han de ser (quiero creer que serán) realmente sólidas. Tal vez alguien le echó el cebo... pero parece claro que él picó.
Supongo que al final, Alemania no pagará todas las pérdidas que ha generado (y continuará generando durante un tiempo) en la economía española. También supongo que el "alegre francesito" tampoco estará mucho tiempo en la cárcel y, aunque su carrera política parece claramente arruinada, seguro que encuentra algún trabajo digno de su persona. Y es que parece que no es sólo en nuestro pequeño país donde hacer el tonto sale casi, casi, gratis.
PD: Nótese el esfuerzo de hablar de pepinos y Strauss-Kahn en un mismo post, sin haber sugerido ni una sola vez por dónde se podrían unir ambos conceptos.