A. Johnson comenzó como voluntaria en Planned Parenthood y llegó a dirigir la clínica de abortos Bryan/College Station, Texas. Lo que motivó su conversión fue la experiencia de ver en un monitor de ultrasonido cómo abortaron a un no nacido de 13 semanas. Le pidieron que asistiera un aborto debido a escasez de personal en septiembre de 2009. Esos minutos cambiaron su vida para siempre. Ella pensaba que el bebé era incapaz de sentir algo con tan pocas semanas de concebido pero vio cómo se retorcía y huía del tubo que lo aspiraba. "Luego se desplomó y comenzó a desaparecer dentro de la cánula ante mis ojos", recuerda Johnson y agrega que lo último que vio fue "cómo su pequeña espina dorsal, perfectamente formada era succionada por el tubo, y luego ya no estaba ahí".
Dejó su trabajo y se unió al movimiento pro-vida. Desde entonces su vida no ha sido fácil, pues sus antigua empresa Planned Parenthood ha hecho todo lo posible para silenciarla. Pero ello no sólo no se ha callado, sino que ahora acaba de publicar sus vivencias. Añade que fue estudiar con mente abierta la "Teología del Cuerpo" de Juan Pablo II lo que le ayudó a comprender la enseñanza de la Iglesia sobre el control de natalidad. Una vez más agradezco a Aciprensa la noticia. El vídeo está en inglés. Aunque algunos de mis lectores no lo entiendan muy bien, lo dejo porque seguro que gustará a todos.