Acabo de leer una entrada de Yeste Lima: Le llaman loco, y me ha traído a la memoria esta entrada mía, publicada el 2 de abril de 2010. Como en aquella época sólo me leía María Luisa y algún amigo comprometido, pues aquí la traigo ahora que me leen dos locos más.
_________________________________________________________________________________________________________
Dice el refranero español, ése que sirve lo mismo para un roto que para un descosido, que de poetas y de locos, todos tenemos un poco. Y no niego su certeza, más bien creo en ella a pies juntillas. Lo que ocurre es que es muy poco, demasiado poco lo que tenemos de poeta y de loco.
Nuestro estado debe ser la cordura, cuya etimología es, y si no lo es lo parece, la misma que cuerda, esa con la que atamos nuestra natural tendencia orática. Si soltamos alguna de las cuerdas que nos atan esas cosas que solemos llamar entendederas, damos en loco y cuando conseguimos soltarlas todas, devenimos poeta.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas, que han gloriosamente ardido:
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado. (Quevedo).
Estos dos tercetos, que justifican por sí solos, sobretodo el segundo, un soneto, sólo se pueden escribir habiendo dejado atrás cualquier atisbo de cordura, desde el verdadero conocimiento.
peor para el sol
que se mete a las siete en la cuna
del mar a roncar
mientras un servidor
le levanta la falda a la luna (Joaquín Sabina).
Este estribillo de Sabina que pide a gritos la canción que lo acoge, no resiste la más mínima cuerda. Sólo a alguien fuera de cualquier límite, le permite la luna esas confianzas.
El Charolito sólo se fiaba de su polla. Era la única que nunca le daría por culo. (Sed de champán, Montero Glez).
Este párrafo, que merece la pena haber hecho un libro sólo por escribirlo, demuestra que Montero Glez ha debido soltar amarras y mucho lastre. (No he leído el libro. Debo la referencia a Pérez-Reverte y prometo buscarlo y leerlo. Las sugerencias del maestro, son órdenes para mí). Ya tengo el libro y está en capilla para mis vacaciones de octubre.
Quevedo es poeta, eso está fuera de toda duda, Sabina y Montero Glez, no sé si lo serán, pero es evidente que han estado allí y han dejado constancia.