Esta año por primera vez nos animamos a ir a ver el show piromusical que cierra la celebración de La Mercé en Barcelona. Aún con tantos años viviendo aquí, nunca había ido a verlo en persona, siempre desde la ventana ya que tenemos una vista hermosa desde nuestra ventana...
Sin embargo este año, Sam iba mostrando cada vez más interés en los fuegos artificiales -interés por verlos, y luego de haber pasado una tarde lluviosa en casa y sin haber podido ver los fuegos artificiales siquiera desde la ventana el día anterior, precisamente por las precipitaciones, mi peque me pidió ir a verlos. El domingo hizo un día hermoso, así que nos animamos.
Francamente no sabía que habría tal multitud - era primera vez que iba - pero llegamos a tiempo, de hecho un poco temprano... la gente se empujaba y caminaba en masa como sardinas bien prensadas. El camino desde casa hasta Plaza España toma casi una hora en transporte público, pero luego de pasar una tarde viendo shows piromusicales en YouTube, quise complacerlo, así que nos lanzamos y Sam se durmió en el portabebés en camino...
Yo seguía el camino, llegamos, me ubiqué lo mejor que pude entre la multitud, observando a todas las mamás que iban con sus pequeños en cochecito, viendo cómo la gente fumaba encima o al lado de los niños (¡puaj!), y confieso que me sentí muy contenta y tranquila dentro de todo, por tener a mi hijo sentadito, dormido tranquilo encima de mi pecho - y de tener las manos libres.
Despertó justo cuando comenzaron, abrió los ojos tranquilo, sereno y contento - a diferencia de otros años en los que se asustaba con los ruidos de los fuegos artificiales aún desde la ventana, incluso estando despierto y mirándolos juntos - esta vez viéndolos en persona, a pocos metros, miraba maravillado el cielo. En los momentos en que se cansó, bajaba la cabeza y se hundía en mi cuello, a los pocos minutos, levantaba nuevamente la mirada para ver las hermosas luces que decoraban el cielo de la Ciudad Condal.
Valió la pena ser empujados, demorar una hora de ida y otra de vuelta a casa, ser comprimidos por la masa de gente como sardinas, fue hermoso y la sonrisa de mi hijo hizo que el cansancio valiera la pena...
Ya he hablado en anteriores ocasiones de los beneficios de los portabebés, pero ese día descubrí uno nuevo: estar en una multitud, tranquila de que tu hijo no se va a perder, de que nadie le va a hacer daño, ni lo va a tropezar.
Aquí les dejo unas fotos que tomé ese día, son hechas con el móvil y ya se imaginarán que es muy sencillo enfocar fuegos artificiales con un peque de 3 años en portabebés delante :D
¿Y ustedes? ¿Sus hijos se asustan o ya disfrutan de los fuegos artificiales? ¿Cómo prefieren llevarlos si están en una multitud? ¿Prefieren un portabebés o cochecito?
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