Esta vez lo ha hecho. Se ha esforzado y ha escrito un brillante texto sobre el conflicto real y grave entre cristianismo y evolución.
Aceptar que todo ese hormiguero de parejas pecaron sería tanto como defender un aciago determinismo y negar la libertad humana; o, todavía peor, aceptar que un Dios maquiavélico las creó sin libertad para resistirse al pecado. Si no fue una la pareja originaria, no puede concebirse la existencia del pecado original; y, si no hay pecado original, ¿para qué bautizar a los niños? Y, todavía más, si no hay pecado original, ¿qué sentido tiene la Redención de Cristo?
(Gracias a Rawandi por avisar)