Todos vivimos en la ficticia convicción de que sabemos quiénes somos, hasta que un examen más concienzudo o más sincero desmorona nuestras certidumbres. Habitamos el mundo con los hombros, la frente y el pecho llenos de etiquetas ideológicas, sexuales, religiosas y humanas hasta que una luz llena de oscuridad los pasillos interiores y consigue que se tambaleen las creencias en las que nos arrellanábamos muellemente. La inscripción en el templo de Apolo era tan clara y tan sencilla que casi nunca ha sido tenida en cuenta: “Conócete a ti mismo”. Y todo lo que sirva para ayudarnos en ese conocimiento debería ser aplaudido.La psicopedagoga Alfonsa García Armenteros nos propone en su ágil ensayo De princesas a esclavas (MurciaLibro) una serie de reflexiones sobre el machismo y el feminismo, que se extienden a todos los órdenes de nuestra vida (el espacio doméstico, la sexualidad, el mundo del trabajo, la educación de los hijos, las fiestas familiares, los viajes, la jerarquía de funciones). Pero no lo hace desde un enfoque agrio o virulento (posiciones que suelen enfangar estilísticamente la mayor parte de libros de esta temática), sino que adopta una posición ecléctica e integradora. “Mi pensamiento gira en torno al equilibrio”, escribe la autora, intuyendo que la firmeza y la verdad no tienen por qué defenderse siempre con el rictus tenso y los puños apretados.Por el contrario, Alfonsa García elabora un análisis ponderado, sensato, realista e inteligente, donde nos vuelve a poner ante los ojos algo clarísimo: que la mujer se encarga de casi todo en la casa, que se ocupa de la intendencia y de la organización, que es quien carga sobre su espalda las mil tareas que sería mucho más justo repartir equitativamente, pero que después de estar todo el tiempo dándolo todo “llega un momento en que se cansa, se satura y necesita recibir”. Es tan evidente que produce bochorno tener que repetirlo. Pero la autora (y todas las mujeres y hombres inteligentes) saben que hay que seguir haciéndolo, porque la conversión educativa es lenta pero imprescindible.En estas páginas, Alfonsa García no dice nada nuevo; y eso es lo terrible: nos habla (con amenidad, con solvencia y con sentido del humor) de cosas muy viejas, muy sabidas… pero que llevan siglos sin ser solucionadas o disminuidas. “A pesar de todo lo que ha evolucionado esta sociedad, en la que ya estamos pensando en colonizar Marte, la mujer no ha conseguido conquistar aún el espacio que le corresponde en la Tierra”.
Un libro de lectura imprescindible para quien desee escuchar opiniones sólidas sobre el arraigo psicológico de los roles, aprender a superar ese estadio evolutivo de la especie y mejorar nuestra vida común con al apoyo de todos.