De pueblo bonito a exposición permanente. Mogarraz

Por Ana Undurraga
¿Cuántos pueblos se pueden llegar a ver en una vida? Probablemente muchos, demasiados para acordarse de todos. La geografía española es rica en pueblos, yo nací en una provincia que presume de ser la que más pueblos tiene de España y conozco muchos. Todo pueblo tiene su entidad y características propias que lo hacen diferente al resto. Luego está la vivencia personal de cada uno, que magnifica e idealiza, no permitiendo comparativos con otros pueblos y menos si son vecinos.
Hace poco he visitado alguno de los llamados "pueblo más bonito de España" en la Sierra de Francia en Salamanca. En esta zona sin duda, el más conocido es La Alberca, pero a apenas 5 Km de él se halla Mogarraz. Y sinceramente, no creo que se me olvide fácilmente.
Lo primero que llama la atención aparte de la característica arquitectura de la zona, de las bien conservadas casas medievales con sus entramados serranos, es que en las fachadas de las casas hay retratos. Retratos de los que vivieron (o aún viven) en ellas. Un paseo por el pueblo, por esas callejas empinadas y estrechas en la ladera, te lleva a pensar en aquellos tiempos pasados de la posguerra, de esas colecciones de fotos de carnet y otras fotos en blanco y negro, todas muy pequeñas, que se acumulan como recuerdo en la mayoría de las casas, con personas irreconocibles para los más jóvenes, pero que si alguien queda con memoria, lo interesante es escuchar la narración de las andanzas de los personajes retratados. Pues algo así me sucedió en Mogarraz.

cerda en Mogarraz

El proyecto se denomina Retratado2/388 es obra del pintor Florencio Maillo, natural de Mogarraz, que ha utilizado el archivo del fotógrafo Alejandro Martín de 1967 como base de esta exposición permanente. En 1967 se retrataron prácticamente ante Alejandro Martín todos los vecinos del pueblo que no habían emigrado para hacerse el DNI y no tener que desplazarse hasta Béjar. Los retratos están realizados en encáustica sobre planchas de metal. Cada retrato está identificado con el nombre del retratado. 
Así que el paseo por el pueblo se convierte en una visita a los habitantes y a sugerir historias, pero más curioso aún es, cuando te encuentras a una cerda ibérica en mitad de la calle, como si fuese un animal de compañía. Hasta se dejó acariciar. La pobre me dijo un vecino que tenía los días contados, quizá ahora que estoy escribiendo ésto esté respirando su último aliento. Me han comentado que el cerdo es alimentado por la gente del lugar y que luego sale a sorteo para un afortunado, que lo aprovechará como es debido.
Así que de los muchos pueblos conocidos, este es uno de los que tendrá un hueco en mi memoria, pues no queda indiferente al viajero.
Para ver todos los retratos realizados por Florencio Maillo puedes pinchar aquí.