El último libro de nuestro amigo Murakami no es una novela de ficción y, aunque lo he categorizado como “biografía”, tampoco es una autobiografía propiamente dicha. Trata sobre sus dos ocupaciones: escribir y correr, pero sobre todo de correr.
Yo pienso en el hecho de ser escritor y me viene a la mente, qué se yo, un hombre encorvado sobre sus escritos, quizás fumador a lo Javier Marías, debilucho y con sobrepeso tal vez. Pues Murakami es todo lo contrario: este hombre con sus 60 primaveras corre una maratón (al menos) cada año desde hace 30. Ahí es nada. Muchos querríamos, por cierto.
Al parecer no tenía claro desde su juventud que sería escritor, pues hasta los 30 tuvo un local de comida, bebida y música jazz. Pero de repente decidió que tenía que intentar escribir una novela como dios manda (antes había escrito dos novelas en sus ratos libres) y traspasó su negocio para dedicarse exclusivamente a escribir. Muy audaz, en mi opinión, porque si esto te sale mal, hay que volver a empezar de nuevo… Cambió de vida totalmente; se levantaba y acostaba pronto, dedicaba horas a concentrarse para escribir, dejó de fumar y empezó a correr.
No sabéis hasta qué punto me siento identificada, no por lo de escribir sino por dejar de trabajar de noche y poder (por fin) acostarte pronto y tener toda la mañana libre. También coincidimos en el pequeñísimo inconveniente de engordar después de dejar el trabajo y, además, cuenta que al principio corría muy poco tiempo porque no aguantaba más; ¡¡como yo!! Todo esto, unido a que ¡usamos la misma marca de zapatillas!, tengo clarísimo que son señales invequívocas, así que si sigo su ejemplo, en breve (o no) podré aguantar una horita y hacerme, no digo una maratón, pero por lo menos la San Silvestre de este año
En fin, volvamos a Murakami. Corre todas las mañanas una hora, sufre como todos cuando los días que te pones las zapatillas y lo último que te apetece es correr, hace descansos (aprovecha los días de lluvia) y ve cómo a veces cumple sus objetivos y otras veces no. Nos comenta cómo el hecho de hacer deporte implica dejar de fumar por propia voluntad, empezar a comer sano, etc. Y en cuanto a las novelas, pues lo mismo que el entrenamiento: hay que esforzarse incluso cuando no tienes ganas, hay que pasarse horas intentando concentrarte si ves que no estás a pleno rendimiento para así mejorar, etc.
Dice que las personas que tenemos tendencia a engordar somos afortunadas, porque así estamos obligadas a hacer deporte y llevar una vida sana, en tanto que las que físicamente son delgadas, no se preocupan por más y “se dejan”. Esto es la filosofía oriental y lo demás tonterías.
Corre en Nueva York, en Tokio, en Boston… Donde le lleva su trabajo; nunca abandona el entrenamiento. Y últimamente ha estado entrenando para los trialtlones, así que también monta en bici y nada. Lleva varios años consecutivos participando en estas competiciones, que deben de ser lo más duro que hay.
Parece como un libro de autoayuda porque si te gusta escribir, te anima; si te gusta el deporte (practicarlo, no verlo por la tele) te anima también; y si te gustan las dos cosas, este libro es imprescindible.
Buenco chicos, yo me voy a correr.
Tïtulo: De qué hablo cuando hablo de correr Autor: Haurki Murakami Editorial: Tusquets Edición: Rústica Páginas: 232 Precio: 17 € RETO: Se pasa de caracteres