¿De qué manera podemos incorporar innovación a las empresas?La innovación disruptiva; el reto de la alta dirección.

Por Maikapujales

La innovación viene siendo uno de los elementos que más importancia está adquiriendo a la hora de encontrar fórmulas de mantenimiento de la competitividad de las empresas.

Recientemente acudí a las Jornadas Transfronterizas – con representantes de Portugal y de Galicia- que trataron sobre la importancia creciente de la innovación en el futuro de las empresas gallegas y portuguesas,  y también se planteó cómo, a través de programas que fomenten  la innovación, las instituciones pretenden apoyar a las empresas.

Cuando hablamos de innovación, generalmente lo asimilamos, o bien a las invenciones, es decir, la creación de  algo que no existía hasta la fecha, o a las mejoras o modificaciones en los productos, sistemas de producción, procesos, imagen, etc.

Dentro de la innovación nos encontramos con la innovación incremental, que es la que las empresas han ido  generando e incorporando para adaptarse a las sucesivas demandas del entorno (mercado, clientes, proveedores, etc.). Es una innovación que favorece la evolución de las empresas, y que tiene un carácter reactivo, es decir, surge como reacción a algo.

Por otra parte se habla también de la innovación disruptiva,aquella que genera un salto cualitativo de gran envergadura, de tal forma que ni el entorno formado por los clientes, competidores, proveedores, etc. podían anticipar ese desarrollo y ese éxito,  al igual que les sucede a los  propios miembros de la organización hasta que inician  la actividad creativa y la concluyen.

Son dos formas diferentes de incorporar innovación. La primera, hasta la fecha ha llevado a muchas empresas a mantener su competitividad, y la segunda se presenta como una alternativa mucho más ambiciosa, porque implica un desarrollo conceptual revolucionario. Por ejemplo cuando Apple desarrolla el iPhone, pone una idea totalmente revolucionaria en el mercado, que va a generar un cambio de mentalidad, tanto fuera, como dentro de la organización.

Ambas formulas son válidas. Si bien, esta última, la innovación disruptiva, lleva consigo el componente de anticipar el futuro y crear una visión, una idea de negocio, no existente en este momento, pero que sí se puede adaptar muy bien a un futuro próximo. Es una fórmula proactiva de crear. Mientras que la innovación incremental es meramente reactiva.

En la actualidad  la apuesta debe ir hacia la anticipación, más que hacia la reacción.

La innovación disruptiva y anticipatoria requiere atender, no solo a  la forma de llevar al mercado su idea creativa, sino también todos los cambios que se van a exigir y cómo ponerla en práctica. Por tanto, tiene una complejidad añadida, puesto que no basta con general la actividad creadora, sino también se trata de realizar la transformación interna que requiere la organización para poder alcanzar la meta final, y pensemos que son cambios que generalmente afectan a casi todas las áreas de la organización. Cuando  alcanzamos una visión del futuro de nuestro negocio, la innovación que realicemos va a afectar a todas las áreas de la empresa: marketing, producción, selección de personal, comunicación interna,  etc.

Esta transformación afecta a las “competencias” que las personas deben incorporar. Pueden ser competencias relacionadas con  sus funciones (conocimientos, habilidades), otras tienen que ver con la incorporación de nuevos  elementos a la cultura de toda la organización: son de tipo trasversal, (atención al cliente interno, externo, ambición, cooperación,  creación de  marca…)

Sin duda esta intención de desarrollo por quienes promueven la innovación debe estar presente a lo largo de todo el proceso de generación e implantación de innovaciones, puesto que de lo contrario podemos acercarnos al final del proceso, y no concluirlo. Por eso esta cuestión debe abordarse nada más empezar la actividad creativa.

 A la hora de iniciar una proceso creativo e innovador para la organización, siempre hay que atender a las circunstancias concretas de la organización, y aquí la labor del directivo es la de comprender que el esfuerzo que requiere esta actividad va a ser soportado principalmente por la alta dirección, ya que  está en sus manos impulsar la transformación interna de la organización.