Sin mayores alardes, como no podía ser de otro modo en tiempos en que la reflexión más o menos reposada ha sido reemplazada por el esputo de ciento cuarenta caracteres, regresa el blog con reseñas de libros y otras cosas. Para hablar de la pasión, el vicio o la inevitabilidad de la escritura suele citarse el famoso látigo de Capote. No estoy seguro de que la vocación literaria tenga algo de maldición, a fin de cuentas también hay amores que duran toda la vida en trayectorias de hoja dentada. Sea como fuere, y pese a que uno se esfuerza por dedicarse obsesivamente a otras cosas, esa voz oscura que siembra la mente de ideas y palabras aparece cuando menos te lo esperas. Así que aquí estamos de nuevo, rendido ya ante ella, sin miedo a caminar solo pero agradecido de quien tenga a bien acompañarme. Empezamos.