También comí pie de cerdo con col y patatas el día de la clausura del Eurobasket 2011. Yo no soy que digamos un fanático del deporte. Y menos aún del baloncesto. Pero el domingo 18 de septiembre jugaban la final del Eurobasket los miembros de la ÑBA, dirigidos por el super-engominado Sergio Scariolo, el entrenador italiano de la selección española, contra un combinado afroamericano de nacionalidad francesa. Y aunque ya digo que todo el circo montado me importaba un soberano pimiento frito, decidí por unas horas transformarme en un forofo de la reostia de la selección española. Que parecía claro que iba a ganar el partido y el campeonato. El oráculo oficioso del campeonato, el cangrejo Lazdeika, había predicho, sin embargo, una derrota de España. Y eso le daba un poco de emoción al asunto. Todo era una excusa, claro está, para chuparme unas cuantas birras y celebrar la fiesta con unos amigos. Con ellos acabé toda la tarde en un café bastante pijo del centro de la ciudad. Donde coincidimos con un montón de españoles que también estaban allá dándole al chupe de lo lindo. Debo reconocer que a veces soy un "toca collons" de la releche. Y que siempre que me dan la oportunidad saco a relucir los trapos sucios de ese país medio quebrado que se llama Reino de España. Esa tarde decidí descolgar mi bandera republicana que tengo clavada con chinchetas en una de las paredes de mi apartamento soviético. Y llevarme la tricolor al centro de Kaunas. Un poco con la intención de provocar a potenciales patriotas idiotas huelepedos de Su Majestad. Y como vindicación de la otra España. La España auténtica. La república obrera de las letras. La que perdió la guerra contra el General Francisco Franco. La que perdió la guerra contra la alianza nazi-fascista apoyada por los hideputas británicos. Alianza que llevó al poder al Caudillo por la Gracia de Dios. Y para desgracia del pueblo. El mentor, protector y educador del actual Jefe de Estado. Había oído en el noticiario que venía a Kaunas nada menos que el hijo del Borbón, el Príncipe de Asturias. Venía a ver el partido y a participar en la ceremonia de clausura. Joder, el Príncipe Felipe en Kaunas. ¡Qué horror! Yo que creía que había escapado de la nefasta influencia del Reino de España. Y resulta que no. Que el Reino de España casi acabó metiéndose en mi propia casa. Se me ocurrió que tal vez al Príncipe le apetecería pasear por el centro de la ciudad. Y darse un baño de masas. Por eso decidí apostarme en plena Laisvės Alėja. En uno de los cafés más populares del momento. Y colgué la tricolor en uno de los parterres de su terraza. Con la peregrina idea de que el hijo del monarca tal vez pasaría por allá. Al final resultó que el Príncipe no se pasó por ahí. Lo que era, por otro lado, bastante previsible. Pero debo decir que muchos ciudadanos españoles se nos acercaron a nuestra mesa. Para hacerse la foto con "la bandera auténtica de España". Algunos de ellos me dijeron que mi idea de exhibir la bandera tricolor era muy buena. Porque España no es patrimonio de los huelepedos de Su Majestad. Y porque la selección representa a todos. También a los republicanos. "Cómo molaría"-me dijo un tipo de Cáceres que iba bastante mamado- "que los estadios se llenasen de banderas republicanas cuando jugase la selección fuera de casa". Y la verdad, que pensándolo bien, razón al tipo aquel no le faltaba. Los lituanos que se pasaban por allá no entendían muy bien por qué todos esos españoles allá concentrados se hacían una foto con una bandera tan extraña. Difícil de ubicar. Y que, sin embargo, recuerda a muchas otras banderas europeas. Una lituana se nos acercó para hacerse una foto con nosotros. Y nos preguntó por qué llevábamos una bandera rumana si todos los allá agrupados éramos españoles. ¡Oé, oé, oé, oé, oé, oéeeee! Esa fue nuestra manera de decirle "cállate nena, que calladita estás más guapa".
La fiesta aquella noche fue sonada. Yo y mis amigos no teníamos entradas para el partido de la final. Aunque resultaba bastante sencillo conseguirlas en la reventa. De hecho, muchos de mis contactos aquí en Lituania me dijeron que estaban buscando posibles compradores de sus entradas. Y ofrecían un precio rebajado a potenciales compradores. Lituania quedó apeada en los cuartos de final. Pero muchos lituanos habían comprado entradas con antelación. Porque todos creían que el equipo lituano llegaría a la final o, al menos, a jugar por el bronce. Luego resultó que el equipo de Lituania no era tan campeón como todos creían. Y Šarūnas Jasikevičius y sus coleguillas mordieron el polvo ante la modesta Macedonia. La decepción fue muy grande por aquí. Y algunos amigos y conocidos me pidieron que les hiciera el favor de anunciar la reventa de sus tickets en mi facebook personal. Cosa que hice aunque no sirvió de gran cosa. Y se las tuvieron que comer. Porque resultaba difícil encontrar compradores ya. El partido de la final se jugó dentro del recién construido Žalgirio arena. Pero fuera del estadio se celebraba la fiesta de las dos hinchadas reunidas. Con más presencia española que francesa. En un parque muy cercano al estadio habían instalado carpas, chiringuitos, mesas, y un gran escenario donde distintos grupos de animadoras se dedicaban a bailar, cantar y a calentar el ambiente. También instalaron una pantalla enorme desde donde se podía seguir el partido que se desarrollaba en el interior del estadio. Pues bien, allá me la pasé liándola como el que más. Ondeando al viento mi bandera tricolor. En general debo decir que no tuve muchos problemas. Porque en el fondo a nadie le importaba un pimiento la bandera. Y los que la reconocían en general eran también republicanos. Y venían a hacerse la foto conmigo y mis amigos. Me encontré también algunos huelepedos de Su Majestad. Uno de ellos me espetó algo así como "esa bandera la vamos a quemar". Pero, la verdad, que me lo tomé a guasa. Y la sangre no llegó al río. Y seguí a lo mío. Con mi bandera en ristre e hincándole el diente al pie de cerdo con col y patatas. El tipejo en cuestión se parecía más a un estudiante de los que vienen a Kaunas a comprarse el título de Licenciado en Medicina sin tener que estudiar demasiado que a un skin-head tardo-fascistilla de nuestra brava hinchada nazional. Los tiempos cambian que es una barbaridad. Y resulta que ahora muchos de los huelepedos de Su Majestad llevan barba a lo Navarro, flequillo y pinta de enrollado y tal. Algunos hasta fuman algún porrete y todo. Y se van cagando de risa todo el santo día. Como si estuvieran colgados. O algo así. Eso sí, de política dicen no entender. Y se sienten unos patriotas del copón bendito. Y muchos de ellos, claro, acabarán votando al tipo ese de la barba que ganará las elecciones generales en España el próximo 20-N. Día de la muerte del Generalísimo. De esos ya me he encontrado demasiados por aquí. Tantos que a uno le entran ganas de coger los nuevamente los bártulos y pirarse de aquí. Y abandonar definitivamente la vieja Europa. Poniendo de por medio unas cuantas miles de millas más entre mí y los huelepedos de Su Majestad.
Historia de la fotografía: La fotografía que subo al post la tomé yo mismo la noche en que se jugaba la final entre España y Francia en el Zalgirio Arena de Kaunas. La bandera se la lanzó un amigo mío, de nacionalidad argentina, a las rotundas niñas que aparecen en la imagen. Se trataba de un trío de animadoras que hacían una especie de karaoke y que animaban la fiesta con sus meneos y contorneos. La "pupyte" morena que aparece en la imagen agarró la bandera y se la puso entorno a su cuerpo serrano. Por unos momentos llegó a parecerse a la alegórica Jean Marie republicana francesa. Que aparece en un famoso cuadro de David guiando a los "sans culotte" hacia la luz de la libertad. Aunque ésta que aparece en la fotografía no llevaba gorro frigio ni enseñaba la teta. Pero luego la "pupyte" se quedó mirando extrañada la bandera. Y creo que se dio cuenta de que algo raro había en la combinación de colores. A final se la sacó encima y nos la devolvió. Algunos españoles mamados que estaban bajo el escenario le gritaban "tía buena!". Y la verdad que razón no les faltaba pues la niña en cuestión no estaba mal del todo.div.bgtags { border-top:1px solid #888; margin:5px; margin-top:15px; padding:5px; color:#888; font-family:Tahoma, Arial, sans-serif; font-weight:bold; font-size:11px; }