De residuo a recurso: aplicaciones del CO2 capturado en la industria

Por Ecointeligencia @ecointeligencia

Para algunos sectores de actividad industrial, como pueden ser la generación de energía, las refinerías o las plantas petroquímicas, las tecnologías de captura, utilización y almacenamiento de carbono (en inglés, Carbon Capture, Utilisation and Storage – CCUS) representan una forma asequible de descarbonizar la producción en primera instancia, en comparación con la imprescindible transición renovable y la adopción de nuevas tecnologías como la electrólisis.

Las tecnologías de CCUS se dividen en 3 fases principales: captura, utilización y almacenamiento.

La captura de carbono implica la separación del CO2 de los gases de combustión o de otros procesos industriales, siendo los métodos más comunes para esta captura la absorción química, la adsorción física y la separación criogénica.

La absorción química utiliza solventes líquidos que reaccionan químicamente con el CO2, formando compuestos estables que luego se descomponen para liberar el CO2 puro. La adsorción física, por otro lado, utiliza materiales sólidos como zeolitas o carbón activado que atraen y retienen el CO2 en su superficie. Por último, la separación criogénica enfría los gases hasta que el CO2 se licua y se separa de otros componentes gaseosos.

Una vez capturado, el CO2 puede ser reutilizado en varias aplicaciones industriales, realizando una transformación circular de residuo a un recurso. Ejemplo de esto puede ser la producción de e-combustibles, donde el CO2 se combina con hidrógeno para crear combustibles sintéticos.

En la industria alimentaria, el CO2 se utiliza en la carbonatación de bebidas y como agente de conservación. En la industria química, el CO2 capturado se utiliza como materia prima para la producción de productos químicos como el metanol o polímeros. Este enfoque no sólo reduce las emisiones de CO2, sino que también crea productos valiosos a partir de lo que antes se consideraba un desecho.

El almacenamiento de carbono suele implicar la inyección del CO2 capturado en formaciones geológicas subterráneas, donde puede ser almacenado de forma segura durante miles de años.

Los lugares comunes para este almacenamiento incluyen acuíferos salinos profundos, que son capas de roca porosa saturadas con agua salina, y yacimientos de petróleo y gas agotados, que pueden ser utilizados para mejorar la recuperación de petróleo en un proceso conocido como recuperación mejorada de petróleo (EOR-Enhanced Oil Recovery, en inglés).

Un ejemplo significativo de la implementación de tecnologías de CCUS es el Proyecto Gorgon en Australia, uno de los proyectos de CCUS más grandes del mundo. En este proyecto, el CO2 de la producción de gas natural es capturado y almacenado en una formación geológica subterránea profunda.

Otro ejemplo es una planta de hidrógeno azul Baytown en Texas (Estados Unidos), una de las más grandes instalaciones de producción de hidrógeno, que captura el CO2 generado durante el proceso de reformado de gas natural y lo almacena en formaciones subterráneas.

El Proyecto Sleipner en Noruega, que comenzó en 1996, fue el primer proyecto a escala comercial en capturar y almacenar CO2 en el Mar del Norte. En este proyecto, el CO2 es separado del gas natural extraído y almacenado en un acuífero salino subterráneo.

La adopción de tecnologías de CCUS conlleva numerosos beneficios y algunos retos. Entre los beneficios, se incluye la reducción significativa de las emisiones de CO2, lo que contribuye a la mitigación del cambio climático

Además, estas tecnologías permiten transformar un residuo en un recurso útil, promoviendo así la economía circular. Las tecnologías de CCUS también son compatibles con las infraestructuras industriales existentes, lo que facilita la descarbonización sin necesidad de reemplazar completamente las infraestructuras actuales.

Sin embargo, la implementación de tecnologías de CCUS también presenta retos, entre ellos los costes elevados asociados a su implementación y la necesidad de inversiones significativas.

Además, es crucial asegurar que el CO2 almacenado no se filtre a la atmósfera para garantizar la eficacia a largo plazo de estas tecnologías. Otro desafío es la percepción y aceptación pública del almacenamiento subterráneo de CO2, que puede ser un factor decisivo en la viabilidad de estos proyectos.

Las tecnologías CCUS representan una solución viable y efectiva para la descarbonización de industrias tradicionales, proporcionando una vía intermedia entre la dependencia de combustibles fósiles y la tan necesaria transición energética.

La implementación responsable y el uso de tecnologías probadas son esenciales para garantizar los beneficios a largo plazo y promover una transición verde real y sostenible.

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