Salomón engrandeció el reino, estableció nuevas rutas de comercio, explotó minas, hizo calzadas y numerosas infraestructuras. Terminó y embelleció sobremanera el Templo de Jerusalén, dedicándolo personalmente. Hasta la misma reina de Saba, famosa por su belleza y sabiduría, se rindió a las riquezas y sabiduría de Salomón, cuando le visitó. Ni todo su despliegue de riqueza y poderío opacó la grandeza del rey Salomón. Todo lo que le preguntó, Salomón lo sabía, quedando la reina impresionada. Ella le regaló numerosos bienes y tesoros, y él pues entregó a ella su voluntad. Conocido es en la Escritura por atribuírsele el Cantar de los Cantares, poema erótico de gran belleza, en el que con imágenes sensuales se expresan realidades teológicas y espirituales. Igualmente se le atribuyen los libros Proverbios y Eclesiastés. Hacia el fin de su vida, Salomón pecó permitiendo la idolatría, dejando que cada quien de sus mujeres extranjeras adorase a su propio dios. Por ello, luego de su muerte, el reino fue dividido entre los reinos de Israel y Judá.
La Iglesia romana no lo celebra litúrgicamente, pero algunas orientales sí, aunque lo representa comúnmente entre los sabios y doctores. Especialmente la Iglesia Copta, que entre sus muchas tradiciones tiene una que narra que Salomón y la reina de Saba tuvieron un hijo que sería rey de Etiopía y que antes de la destrucción del Templo, salvó el Arca de la Alianza, escondiéndola en un lugar ignoto. Los musulmanes igualmente le consideran un gran rey y profeta.
A 17 de junio además se celebra a
San Manuel y hermanos mártires.
San Adolfo de Torney, obispo.