De tenerlo todo a no tener nada: Urdangarín, análisis de un exduque

Publicado el 20 junio 2018 por Carlosgu82

Martes, 19 de Junio de 2018.

Iñaki Urdangarin entra cerca de las 8.00 h de la mañana en la cárcel de Brieva, en Álava. Muchas han sido las hipotésis para dar lugar a su condena. Hasta el último minuto no se ha sabido dónde ni cúando. Entra en una cárcel para mujeres, con un módulo habilitado para él solo.

Después de muchos años de espera, que para otro ser humano no hubiera existido, y de agotar todas las posibilidades delante de un juez, Urdangarin tiene que pagar con la justicia haberse apropiado de dinero público. Dinero de los ciudadanos que, en un momento dado no tuvo suficiente con su vida ya de lujos.

El apellido Urdangarin saltó a la fama cuando dejó la relación duradera que tenía con una joven atractiva para convertirse en “gentleman perfecto” de la Infanta Cristina, hija del Rey emérito Juan Carlos I. Dicen que lo suyo fue puro amor; aunque muchas dudas quedan en el aire de cierto aspecto. El noviazgo se fraguó a escondidas en la población catalana de Viladrau, y se confirmó con una boda en el año 1997, en la ciudad de Barcelona. Los dos jóvenes se querían, y la Infanta no quería a otro que no fuera él. Suspiraba por él. Así lo ha dejado claro todos estos últimos años apoyando a su marido, sin creer situación diferente que no fuera su inocencia.

Estos años se ha cobrado con la posibilidad que esa relación no fuera tan resistente, y que la presión desencadenara en una separación. Pero la Infanta Cristina ha sido firme con su decisión. Nunca ha pedido perdón con la situación, y parece que no lo va a hacer nunca. Para ella, Urdangarin es inocente, y ha sido objeto de operaciones que nunca tenían que haber salido.

Cabe de la Infanta su participación a nivel subsidiario, aunque nunca sostuvo que ella sabía nada de nada. Todo lo llevaba su marido, y ella callaba y escuchaba. En otra época, sin estudios universitarios, sería creíble. En esta época, no.

La sentencia ha sido clave en su condena. Una de las diferencias que apuntan con su ex socio, Diego Torres es el tráfico de influencias como delito que ha aprovechado hasta la saciedad por ser quién era. La sentencia es clara al declarar que se valía de esa prevalencia. Era miembro de la Casa Real, y este título ha dado lugar a recibir el yerno del Rey en muchísimos negocios que, si hubiera sido otro personaje, la puerta estaría cerrada.

Existen muchas dudas al respecto para entender su situación. De acuerdo, flirteó con una Infanta de España, se casó con ella. Dejó la que era su novia de toda la vida. Era un olímpico de éxito, y con ello, tenía una situación especial. ¿Por qué tuvo que arriesgar más en una situación de privilegio que tenía ya dada?

Si nos preguntamos en una situación normal el porqué el ser humano tiene que delinquir obtenemos respuestas que nacen dentro de la racionalidad humana y la tendencia al placer. Son muchas las teorías al respecto;pero la afirmación del delito lo podemos traducir a que se nace delincuente, o el delincuente se hace. En este último aspecto podría asignarse, y así responder a la pregunta sobre el transfondo de querer delinquir por Urdangarin.

El nivel de riqueza ha ido a más. La compra de casas caras, de viajes contínuos, colegios fuera de la situación normal de un ser humano, actividades como navegar, que no se alcanza al nivel medio, seguridad, de placer… no ha sido suficiente para esta pareja.

El notario de la Infanta confirmó el uso de su DNI para así evitar que Hacienda inspeccionara los negocios de Urdangarin. El número de identificación de los miembros de la Casa Real es sabido que están exentos de cualquier inspección, y asumirán los primeros números. Existe aquí, otro de muchos privilegios que distan de la sociedad.

A día de hoy, Urdangarin ha sido condenado a 5 años; pero en año y medio tendrá su primer permiso. Vivirá en la cárcel sólo, sin compañeros, sin charlas. Sólo con la presencia de funcionarios para él. De momento, no va a primar el hecho que se la va a tratar igual que a otro. No ha pasado en estos años; ni va a continuar. Seguirá siendo el duque; aunque ya no lo sea.