Cuando este blog dejó de ser un trabajo académico para mí y se transformó en un proyecto personal, también me puse el objetivo de escribir un post diario de lunes a viernes. No quise incluir los fines de semana en ese nuevo plan porque sabía que me acabaría saturando. Porque aunque parezca mentira, escribir un post diario cinco días a la semana no era el verdadero reto. El reto era escribir con tanta frecuencia y conseguir hacerlo con la ilusión de siempre, con la misma pasión que me llevó un día a proponerme el reto.
Al final, cinco días a la semana me parecieron más que suficientes, por lo menos, para probarme a mí misma y probar también el blog, el grado de creencia que yo misma tenía en él y mi propia capacidad para hacerlo crecer. De todo esto, además, aprendí algunas cosas de las que quiero hablarte hoy:
1. La práctica me ayuda a escribir mejores posts: una persona que actualiza su blog “de uvas a peras” no tiene la misma capacidad para crear post, estructurarlos y documentarlos que tiene un bloguero que escribe con mucha más asiduidad. La práctica nos hace mucho más hábiles y, en el caso de aquellos que escribimos, ejercita mucho nuestra creatividad y nos ayuda a escribir mejores posts.
2. Mi comunidad es más activa que antes: estoy segura de que mi blog no tendría el mismo número de seguidores, ni las estadísticas serían las mismas e incluso mi propio perfil de Twitter, la única red social que utilizo para promover mi blog y mi marca, tendría la misma interacción. La audiencia de un blog quiere seguir a blogueros activos, que ofrezcan contenido, ya no diariamente, pero si un par de veces por semana, por ejemplo. La forma en la que se debate, se comenta y se comparte un blog actualizado con frecuencia no tiene que ver en nada con la forma en la todo eso se hace en los llamados “blogs-fantasma”.
3. Creando un hábito en mí, lo he creado en mis propios lectores: si tienes unos días fijos de publicación y una hora que más o menos se mantiene constante, muchos de tus lectores acudirán a tu blog a sabiendas de que hay contenido nuevo que no han leído y quizá, lo visiten como pueden visitar su correo electrónico o su cuenta de redes sociales, de forma automática como una buena lectura de cabecera.
4. Aprovecho mucho mejor el tiempo: ya he hablado varias veces sobre productividad y sobre lo importante que es tener un método de trabajo cuando quieres tomarte en serio tu blog. En mi caso, he tenido que perfeccionarlo muchas veces para que me diera tiempo a llegar a todo. Por eso, he aprendido a aprovechar mucho mejor el tiempo, a no tener ratos muertos en los que, pudiendo escribir, estoy haciendo cualquier otra cosa o a pensar y repensar nuevos contenidos en situaciones aparentemente improductivas como esperar el autobús o ir en el metro.
5. Planifico de forma más eficaz: debido a que soy consciente de que no siempre voy a tener inspiración para escribir y que puede que alguna vez el tiempo me falle, intento planificar con anterioridad (generalmente los domingos) la semana. Cada vez me cuesta menos sentarme y hacerlo y en el proceso siempre encuentro ideas para futuros posts.
6. Me las ingenio mejor cuando toca escribir y no tengo inspriación: lo que antes podía suponer una crisis de creatividad que me bloqueaba, se ha convertido en una forma más de afrontar el reto de escribir en mi blog. De tal forma que ahora siempre apunto todas mis ideas, y puedo tirar de las que todavía no he publicado, cuando quiero escribir un post y no sé de qué. Por eso anotar ideas y dedicarle tiempo en el día a pensar en ideas para posts aunque no vayas a publicarlos inmediatamente son técnicas estupendas para cuando falla la inspiración.
7. Interpreto mejor mis estadísticas: escribiendo un post diario eres capaz de intepretar mejor las estadísticas de tu blog. Te puedes hacer una idea mejor de qué posts son de más interés para tu audiencia o poner a prueba técnicas para mejorarlas. Los informes de visitas que tú mismo realices a raíz de publicar un post diario, son mucho más estables y fieles a la realidad que cuando intentas sacar cualquier conclusión de las estadísticas de un blog abandonado.
8. He descubierto en la automotivación a mi gran aliada: deberíais ver los mapas visuales que me hago de los días de la semana en los que me toca publicar y de cómo me motivo tachando los días cada vez que publico una nueva entrada Y los viernes, benditos viernes, lo contenta que me pongo al ver que lo he hecho una semana más, de nuevo cinco días de mi esquema mental completos con posts. Todo esto me llevó a la reflexión de que un bloguero, sea cual sea su hábito de actualización, debe automotivarse sin esperar los halagos de otros. Debe reconocer lo que tiene que mejorar, pero por supuesto también esos pequeños logros de los que sentirse orgulloso porque un reto se supera poco a poco, dando pequeños pasos.
9. Cuando desconecto, desconecto de verdad: no tienes esa vocecilla que te dice “debería actualizar el blog” porque ya lo has hecho, ni te entra esa gusa de envidia a pequeña escala cuando ves que otros blogueros consiguen actualizar su blog, porque tú también has creado el hábito en ti de actualizar el tuyo. Por eso, cuando desconectas, lo haces de verdad, por eso me dejé sábados y domingos como días libres para no subir ninguna entrada. Lo bueno de escribir un post diario es que cuando descansas (en fines de semana como yo o cuando cierras el blog por vacaciones) lo haces con total tranquilidad.
10. He desarrollado una rutina diaria (30 minutos al día): una de las cosas más beneficiosas para mí de haber afrontado este reto, es haber establecido una rutina en mi día. A veces, por motivos de peso como vida personal o trabajo, hay que modificarla, pero si es lo suficientemente buena, se adaptará sin problema a tus necesidades. Crear un hábito como el de dedicarle un mínimo de media hora al día a mi blog, ha supuesto para mí la diferencia entre conseguir y no conseguir el reto que me propuse.
¿Y tú? ¿Publicas en tu blog de forma frecuente? ¿Cada cuánto? ¿Crees que has aprendido algo de ello?