“TVE emitió una faena en Cáceres protagonizada por El Juli. Los representantes del Grupo Parlamentario Catalán –Josep Maldonado (CiU)-, de La Izquierda Plural –Ricardo Sixto (EUPV)- y de la Entesa –Jordi Guillot (ICV)- centraron gran parte de sus críticas a Sánchez en esa emisión: “un espectáculo del maltrato animal”, “un ejemplo de país de pandereta” y “una salvajada en horario infantil”, según definieron“.
La izquierda progresista y militante, unida al nacionalismo excluyente se esfuerzan en ese peculiar empeño consistente en prohibir en nombre de la libertad. Los catalanes se adelantaron incluso a sus vecinos franceses en el asunto este de la fiesta nacional, y hasta se sugirió construir una mezquita en lugar de la Monumental de Barcelona como signo inequívoco de solidaridad con los vecinos musulmanes, muchos de los cuales profesan, además de una fe, un curioso talante democrático cuando tiran homosexuales desde andamios ejercitando su peculiar modo de entender la tolerancia. No sorprendería que se pretendiese hacer lo mismo con los protaurinos, que los hay, en Barcelona y en todas partes, claro. Uno, liberal, dispuesto a asumir que tal condición se interprete sistemáticamente por parte de los proclives al pensamiento único, como se de derechas, piensa que es mucho más razonable que no vaya a los toros quien no guste del centenario espectáculo, y que lo disfruten los aficionados a la fiesta o los curiosos que deseen verlo, simplemente; y que cada cual ejerza la libre opción sexual que le apetezca sin otro límite que el establecido por la libertad ajena. Claro que pensar de este modo puede entenderse como demagógico y resulta mucho más progresista prohibir, los toros, la Semana Santa o lo que sea, entendiendo, claro está, las prohibiciones como ejercicio de libertad. Bienvenidos al mundo de Huxley.