De turismo por Madrid: Museo del Ratoncito Pérez

Por Belen
Yo pensaba que ya metiditos en el mes de marzo iba a poder hacer algún plan de fin de semana al aire libre en familia: alguna escapadita al campo, un paseo por la montaña, una escapada a algún parque urbano, pero la lluvia y el viento se han instalado en Madrid, así que se hizo necesario cambiar el plan de acción, y tocó improvisar.

Como estamos en pleno momento dientes, es decir, caída de dientes, me pareció una buena idea acercarnos al centro de Madrid y visitar el Museo del Ratoncito Pérez. Cuando le sugerí el plan a Rayo le hizo mucha ilusión, así que organizamos la visita: paseo en metro, merienda por la calle Arenal y visita al museo. 
La casa museo está en la Calle Arenal nº 8, perfecta para llegar en metro (estación de Sol), os aconsejo consultar horarios (¡ojo! los domingos está cerrado) e ir con tiempo, pues las visitas las organizan en grupos de 30 personas (mayores y niños) y cuando llegas te venden las entradas y te indican la hora a la que podrás iniciar la visita. 
El lugar está decorado y ambientado en tiempos de Alfonso XIII, segundo protagonista de esta historia, pero no os cuento más para que, si decidís visitarlo, os sorprenda la historia. Confieso que yo no la conocía. 
Retro y pequeño, así es la casa-museo de nuestro entrañable ratón. Tan pequeño, tan pequeño que Rayo se desilusionó un poquito cuando finalizamos la visita. El precio por entrada es de 2,50 euros, y no se hace distinción entre niños y adultos. En la visita nos acompañó una muchacha que nos contó toda la historia e hizo participar a los niños. Esa parte entusiasmó a Rayo, intuir que el ratón anduviera por allí e ir viendo algunos cuadros y figurillas del roedor. Pero poco más tiene el lugar. 
Y con cara de pocos amigos y ligera decepción salimos de allí. Menos mal que el centro de Madrid es siempre lugar de sorpresas: le enseñamos la chocolatería de San Ginés, recorrimos la calle Arenal entre payasos y mimos, hasta que llegamos a Ópera donde nos sorprendió la actuacion en plena calle de un payaso-artista-cómico-malabarista. Rayo se quedó boquiabierto desde el primer momento y allí nos quedamos durante media hora larga. Se rió, participó, aplaudió y divirtió, todo a partes iguales. No solo él, nosotros también. Si vais por la zona de Ópera o Plaza Mayor puede que os encontréis con Máximo Óptimo, que hasta página web tiene. Si veis a un chico vestido de militar y con extraño sombrero, paraos y disfrutad del espectáculo. 
Y con ese buen sabor de boca volvimos a casa. Pero a Rayo le ha quedado claro que el Ratón Pérez vive cerca de casa y que se lleva los dientes en un zurrón de terciopelo. Solo por conocer la historia, merece la pena visitarlo. Aunque, entre nosotros, a mi me pareció un poco timo ;)