De turistas y viajeros

Publicado el 17 marzo 2013 por Siempreenmedio @Siempreblog

Esta es mi primera entrada en este interesante blog, un fantástico crisol de voces, ideas y experiencias personales. Es por ello que, quizás, deba ante todo presentarme, y que el modo de hacerlo, sea a través de aquello de lo que mejor sé escribir: el turismo.

No, no soy turista. De hecho, los que estudiamos turismo “no tenemos nombre”, no existe una palabra que defina nuestra profesión, y por ello yo prefiero ser viajera. A secas. Porque además, yo no solo disfruto con el destino, sino con el camino que me lleva a él. Y de hecho, éste ha sido mi sino en lo que llevo de vida, recorrer caminos que me han llevado a destinos insospechados, esos que en Turismo no te enseñan a poner en el mapa.

Quizás, todo ello se deba a que en el fondo el Turismo siempre me ha parecido un “cuento chino”, una industria en la que más que en ninguna la imagen pretendida lo es todo. Y detrás de lo ficticio, encontramos la cruda realidad, aquella que no queremos ver. Sin embargo, el –Turismo siempre está presente, de algún modo, tanto, que yo sugiero que sea un nuevo sinónimo de globalización. Y es que todos estamos dentro del Turismo, hasta aquellos que lo odian, porque da igual ser turistas en un resort en Maspalomas que un aventurero en Nepal. Quien se inventó esta actividad – la Organización Mundial del Turismo (OMT), curiosamente nacida en España en el año 1925 -, ya se encargó de englobarnos a todos y a todo hasta tal punto que, aunque lo odiemos, ya no podemos escapar de él.

Pero hay una vía de escape para aquellos que, como yo, aman esta profesión porque en algún momento le contaron el cuento – no chino, sino europeo – del “Grand Tour”, y se imaginaron que algún día sufrirían el llamado “estrés del turista” o, como yo lo estudie, “Sindrome de Stendhal”.

Como exploradores, los límites del Turismo son tan lejanos y difusos como sus efectos – los buenos y los devastadores -, y la función de esta actividad es mucho más amplia que la que nos hacen ver los que “no tienen nombre”. Es por ello, que cada vez más, los que menos me importan son los turistas, los viajeros, los excursionistas, los exploradores…y cada vez más las personas y los enclaves que están al otro lado. Aquellos que también fueron incluidos en la industria sin quererlo, o que queriéndolo vieron que otros se llevaban lo que les correspondía.

Y en este punto del camino estoy en este momento, trabajando por y para creer que la industria turística es mucho mejor de lo que creo, o mejor aún, para ser yo quien la haga un poquito mejor. Espero que, si os animáis a acompañarme – y a leerme – a partir de hoy pueda contaros experiencias vinculadas con esta otra parte del Turismo, la que queda después del cuento, la que construye el camino.