Tras una noche larguísima durmiendo en el suelo, con dolor de brazos y espalda incluido, comencé mi turisteo por Saigón o Ho Chi Minh a las 8.30 de la mañana. Lo del suelo, pues se ve que aquí es común. De hecho creo que en la casa en la que viviré a partir de mañana tiene somier con una tabla encima, según parece en las fotos. Acabaré con la espalda estupenda, pero hasta que me acostumbre, me duelen los huesos, la verdad.
La chica que me aloja en su casa con el couchsurfing se iba a trabajar y me llevó en su moto hasta el centro de la ciudad (ya ayer me dio un paseo en moto por todo el Distrito 1 por la noche y me fascinó). Tenía pensado caminar pero acabo convenciédome un guía de los que van en moto para que me uniera a él e hice bien, porque luego descubrí que sólo el centro de esta ciudad es gigantesco. En el mapa, ves un simple bloque de edificios (o manzana como dicen en las pelis americanas) pero en la vida real, ese bloque puede ser casi tan grande como mi pueblo.
El guía me cobró 150.00 dongs a la hora, que viene siendo algo más de cinco euros. Yo creo que está bien, aunque es mucho dinero para lo que ganan aquí, el hombre, que se llama Vinh, era muy agradable y hablaba inglés así que podía explicarme todo y se lo curró mucho, admeás de que él mismo te indica donde ponerte para hacerte la típica foto que todos los turistas hacen, y que es algo que a mí me encanta.
Además, que andar en moto por esta ciudad es una pasada. No se respecta norma alguna, pero tampoco se chocan. Si no andas en moto por Saigón, es como ir a París y no pasear cerca de la torre Eiffel. Recomendadísimo.
También tiene sus cosas malas, como estos 30 grados de calor humedísimos que me tienen sudando hasta las cejas y que me han encrespado el pelo que ya no parece que esté limpio.
Y aquí están mis impresiones y mejores momentos de la mañana, que dio para mucho:
1. Visité cuatro Pagodas (lugares de culto en el budismo) y la que más me gustó fue la de la foto, Vinh Nghiem. Según me dijo el guía y luego comprobé yo, no hay problema en fotografiar todo en las Pagodas, incluso a los monjes que ofician las misas. De hecho, no parecen un lugar de culto porque la gente habla alto si les apetece (en general, me están pareciendo muy ruidosos estos vietnamitas). Para rezar, los budistas tienen maneras que se asemejan en ocasiones a los musulmanes, aunque también hay una parte del rezo que es de pie.
2. Las pagodas son muy coloridas. Los colores dorado y rojo son los colores de la suerte. Tienen tantos colores, luces (a veces hay luces de colores como las de los árboles de Navidad), ruidos (ya he comentado que hay gente que habla como si anduviera por la calle), olores a incienso, ofrendas a los diosses, como comidas en platos y figuras tan variopintas y, en ocasiones tan feas, que más que un lugar de culto, dan la impresión de un parque temático. Me han fascinado.
3. Creo que todos los habitantes de Saigón tienen una moto. Es un caos. Eso es para vivirlo, porque en una foto no se expresa. Se adelantan como les place, a veces andan en dirección contraria al resto de las motos, se meten por las aceras, cambian de carril sin deguir ninguna regla, pero, eso sí, el tráfico va mucho más fluido. Y no se chocan.
4. Recomendado el Museo sobre la guerra de Vietnam con Estados Unidos. Cuesta 15.00 dongs, que es menos de 50 céntimos de euros. Es completo e interesante, aunque muy triste. Lo que más me impactó son las fotos de personas nacidas con importantes malformaciones, a causa de que los americanos lanzaban bombas químicas a la población civil. Las imágenes son muy fuertes. Ahora me queda aprender más de este conflicto.
5. En Vietnam hay muchos chinos que, según mi guía, no suelen hablar la lengua local ya que suelen vivir en las conocidas aquí también como China Town, haciendo su vida. El barrio chino en Saigón es enorme, de hecho, el más grande que hay en todo Vietnam, y me ha parecido más caótico si cabe que el resto de la ciudad. Nunca he estado en China, peor, la verdad, me lo imaginaba como ese barrio, con muchos olores a especias, tiendas que venden adornos dorados y rojos y muchas plantas en los balcones. Dice la Wikipedia que casi el 6% de los habitantes de Ho Chi Minh son chinos.
7. Y, ese crecimiento en los países tan pobres, siempre lleva a grandes contrastes. No sé si en la foto lo apreciáis bien, porque a esa hora, junto con el terrible calor pegajoso, había mucha bruma. En la foto vemos unas cabañas de latón y madera a orillas del río, en pleno distrito 1, donde está la zona financiera y al fondo edificios nuevísimos recién construidos.
8. Es fácil encontrarse a gente durmiendo en cualquier lado, incluso en las tiendas, tapando unas corbatas que el cliente podría comprarse. Sobre todo, tras la hora de comer. Y luego hablan de los españoles y la siesta….
9. Los mercados son muy caóticos, sobre todo este situado en el barrio chino y, aunque habia oido que eran muy pesados, a mí me han parecido muy tranquilos (una vez más, vengo de Marruecos, estoy entrenada para muchas cosas) . De hecho, los de las tiendas llenan los pasillos de cajas y paquetes y se ponen a colocar como posesos y no te dejan pasar a no ser que les digas algo.
10. Y, antes hablábamos de los edificios que se están construyendo. Mientras eso pasa, se están totalmente dejando malcuidados los edificios antiguos y también bonitos de la época del colonialismo francés donde viven muchas personas de Saigón, ahora.