Allí vivió un tiempo hasta que decidió vivir como eremita en un desierto, meditando y orando constantemente, siendo la naturaleza una fuente constante de alabanza al Creador. Leyó las Escrituras, llegando a saberlas casi de memoria. Ayunaba constantemente, y vivía sin preocuparse del alimento, llegando a peligrar su vida, pero Dios, providente, le socorrió enviándole alimento del cielo por manos de un ángel, como había hecho a Nuestro Padre San Elías (20 de julio, 12 de enero, Iglesias Orientales, la ascensión al Paraíso; y 20 de junio, traslación de reliquias a la iglesia de los Santos Apóstoles en Constantinopla).
Stelian estaba tan lleno del Espíritu Santo que una luz se desprendía de él constantemente, y era tal fulgurante que por las noches iluminaba todo a su alrededor. Realizó muchos milagros, especialmente en favor de los niños, devolviéndoles la vista, dándoles el habla o haciéndoles caminar. También fue maestro de muchos niños, a los que instruía en las letras y la piedad.
Murió en 390, rodeado del cariño de algunos discípulos y personas agradecidas a sus milagros, ejemplos y sabias palabras. Su devoción entre los griegos está muy extendida, y le invocan especialmente las mujeres infértiles, las embarazadas y las madres de bebés enfermos. Por ello en sus iconos casi siempre puede leerse la cartela "protege a nuestros hijos, que se te han dado", y suele representársele sosteniendo un bebé, que nunca hay que confundir con el Niño Jesús.
Fuente:
http://pemptousia.com
A 26 de noviembre además se celebra a
San Conrado de Constanza, obispo.
San Pedro I de Alejandría, obispo y mártir.