De vacunas contra el VIH y mecanismos de reparación del ADN

Publicado el 08 octubre 2011 por Jal

Dos centros de investigación hermanos del CSIC se pueden encontrar en el Campus de la Universidad Autónoma de Madrid: el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa –mixto CSIC-UAM- y el Centro Nacional de Biotecnología. Ambos Centros comparten diversas áreas de interés en biología molecular, celular o biotecnología. Ambos Centros son excelentes aunque, al parecer, no han convencido a los evaluadores internacionales en la última fase para la “excelencia Severo Ochoa”. Sea como fuere, no se puede negar el alto nivel científico que muchos de sus laboratorios poseen. Aquí, ahora, y por colaboración con su Unidad de Divulgación, se describen dos noticias publicadas y difundidas desde el CNB y el CSIC…

Vacuna contra el Sida

Pocos grupos han sido tan constantes y perseverantes como el de Mariano Esteban y su investigación con el virus vaccinia –con el que nos vacunaron contra la viruela- y su uso como herramienta en biomedicina. Y por aquello del “que la sigue la consigue”, acaban de dar a conocer unos resultados prometedores para millones de personas en todo el mundo…

El VIH, virus causante del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, ataca directamente a las células del sistema inmunológico responsables de protegernos contra las infecciones virales. Por ello, y su gran variabilidad, ha sido muy complicado elaborar candidatas óptimas a vacuna. Sin embargo, los últimos resultados de un grupo de investigadores multidisciplinar coordinado por Mariano Esteban -del Centro Nacional de Biotecnología (CSIC)- ofrecen una efectividad cercana al 90% con su vacuna denominada, MVA-B.

Desarrollada a partir de 1999, MVA-B recibe el nombre por Vaccinia Modificado de Ankara al que se le ha insertado cuatro genes del virus del Sida (Gag, Pol, Nef y Env) subtipo B, el más prevalente en Europa.

El producto se probó en 24 voluntarios –más 6 que recibieron placebo- en el Hospital Clínic de Barcelona y Gregorio Marañón de Madrid demostrándose, mediante análisis de sangre periférica durante 48 semanas la producción efectiva y protectora de anticuerpos. La vacuna ya ha sido patentada por el CSIC y los resultados publicados en las revistas Vaccine y Journal of Virology.

Ahora, una vez aceptado el protocolo, se iniciará, a través de la Red de Investigación del Sida los preceptivos ensayos clínicos –I, II y, si todo va bien, III- en un futuro podría acabar en el mercado, constituyendo, quizá, la mejor oportunidad de poner freno a una de las peores pandemias del siglo XX, y lo que llevamos del XXI.

Respuesta al daño del ADN

En los mamíferos, cuando el espermatozoide se une al óvulo, los dos núcleos se fusionan en uno solo. Sin embargo, en muchos hongos tras el proceso de apareamiento los dos núcleos que se han apareado no se fusionan y conviven como entidades separadas en el mismo citoplasma, un estado que los biólogos llaman dicarionte. Ustilago maydis es uno de estos hongos con forma dicarionte que además es un parásito que afecta a las plantas de maíz.

Las células dicariontes están obligadas a establecer un ciclo celular diferente al ciclo celular tradicional para conseguir que, tras la división, las células hijas hereden cada una un par de núcleos diferentes. Aunque pudiera esperarse que el control de este ciclo celular diferente corriera a cargo de proteínas diferentes, el grupo dirigido por José Pérez-Martín,  del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC, acaba de descubrir que no es así, que se regula por “un sistema de control celular conservado en todos los eucariotas”. De hecho, son proteínas conocidas desde hace bastante tiempo por los oncólogos (la cascada Atr1-Chk1) ya que detectan cualquier daño en el ADN y evitan que la célula dañada se divida. Para ello, alargan la duración de la fase previa a la mitosis, la cual no se inicia hasta que el daño se ha solucionado. Estos resultados se han publicado en Plant Cell.

Y eso es precisamente lo que hacen estas proteínas en las células de maydis. Lo interesante es que durante el ciclo celular dicarionte esta cascada de señalización alarga el tiempo previo a la mitosis permitiendo que los núcleos se distribuyan equitativamente entre las células hijas, sin que exista daño alguno en el ADN. Este descubrimiento sugiere que está cascada muy conservada evolutivamente podría jugar papeles más allá control del ciclo celular en respuesta a daño en el ADN.

Aparte del interés puramente básico, Pérez-Martín nos comenta que la mayor parte de las setas comestibles están formadas por células dicariontes y que controlando estas proteínas podría ser posible acelerar a voluntad su capacidad de crecimiento.

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