El profesor Ocampo, ducho en teoría filosófica y socialismo científico, nos impartía durante una hora de recreo en la tétrica Cárcel de Vigo (1.948-49) a los presos políticos, los “Principios elementales de Filosofía”, del francés Georges Politzer. Obra dedicada a la clase trabajadora.
Conservo algunos datos, los que por su importancia deseo exponer. Precisamente por ser unos principios elementales comprensibles a cualquier ciudadano de a pie es que los quiero dar a conocer, pues siguen vigentes y en pleno desarrollo en la actualidad.
Por supuesto esta versión, aunque se trata de principios elementales, al enfrascarnos con la filosofía, no está exenta de algunas complicaciones para entenderlo y asimilarlo a plenitud. El compañero Ocampo usó mucho el concepto “socialismo científico”, obviando partes del texto original para mayor comprensión y por ser más asequible a sus compañeros de prisión.
Nos explicaba que el socialismo científico se diferencia de los otros socialismos, pues éstos no se basan en el materialismo dialéctico e histórico y no practican, además, el método científico basado en la lucha de clases.
Nos alertaba sobre una veintena de “socialismos” encubiertos y espurios. Las pruebas, hoy por hoy, están a la vista y son evidentes.
Es una vieja táctica de la burguesía: disfrazarse para llevar el agua al molino de la derecha. “Rascad a un socialdemócrata y obtendréis un derechista” (Lenin). Siempre ha sido así y sigue siéndolo. En este sentido, la palabra traición adquiere una dimensión especial de fariseísmo.
Por otra parte, la teoría del socialismo científico de Marx no es un dogma, sino “una guía para la acción”. De lo que se trata es saber aplicarla con un acertado criterio, pues esta teoría es una luz que alumbra el camino a seguir.
En el transcurso de estas orientaciones, me propongo dar y explicar –extraído del sociólogo, erudito y teórico Ocampo- los citados principios. ¿Por qué? Por estar íntimamente ligados al marxismo y socialismo científico, a una filosofía y a un método: el materialismo dialéctico basado en la materia.
Es indispensable, pues, estudiar esa filosofía elemental y ese método para comprender bien el socialismo científico y refutar los argumentos de las teorías reaccionarias para emprender una lucha política eficaz.
En efecto “Sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario”. Esto quiere decir en primer lugar: hay que vincular la teoría con la práctica. ¿Qué es la teoría? Es el conocimiento de las cosas a realizar. ¿Qué es la práctica? Es el hecho de realizar (Juicio de valor).
Se puede no ser más que práctico; pero entonces se realiza por rutina. Se puede no ser más que teórico; pero entonces lo que se concibe a menudo es irrealizable. Es necesario que haya vinculación entre la teoría y la práctica.
Todo el problema está en saber cuál debe ser esa teoría y cuál debe ser su vinculación con la práctica.
¡Qué bien lo explicaba el profesor! En este sentido, el trabajador y ciudadano normal y corriente necesita un método de análisis y de razonamiento exacto para poder realizar en la vida una acción de lucha social coherente y eficaz. Necesita un método que no sea un dogma que le dé soluciones hechas, sino que tenga en cuenta hechos y circunstancias que nunca son los mismos; un método que no separe jamás la teoría de la práctica.-
¿Qué es la filosofía? Vulgarmente se entiende por filósofo: o bien el que vive entre las nubes, o el que toma las cosas por su lado bueno, el que “no se hace mala sangre por nada”. Por el contrario –nos explicaba Ocampo- el filósofo es el que quiere dar respuestas precisas, y se considera que la filosofía nos da una explicación a los problemas del universo: (de dónde procede el mundo, o a dónde vamos, etc.).
Se ve, por consiguiente, que el filósofo se ocupa de muchas cosas y, a la inversa de lo que se dice, se preocupa mucho, muchísimo de todo. Los problemas menos importantes y generales son estudiados, en su mayoría, por las ciencias.
Sobre la Filosofía Materialista, el profesor nos hizo una advertencia importante relacionada con la confusión malintencionada de los enemigos del materialismo y socialismo científico. Vulgarmente se entiende por “materialista” el que no piensa más que en gozar de los placeres materiales, poseer un terreno, una casa, un automóvil, etc.; jugando y tergiversando con la palabra materialismo –que contiene la palabra materia- se ha llegado, maliciosamente, a darle un sentido falso.
Antes de Marx hubo en muchas oportunidades y con distintas formas, filosofías materialistas. Pero en el siglo XIX, habiendo dado las ciencias un gran paso adelante, renovaron ese viejo materialismo partiendo de las ciencias modernas y nos dieron el actual materialismo, el materialismo dialéctico.
El marxismo y socialismo científico, es la expresión del materialismo desarrollado por los enciclopedistas del siglo XVIII –nos decía – enriquecido por los grandes descubrimientos del siglo XIX.
El socialismo científico y el marxismo es una teoría viva. Vamos a dar un ejemplo que todo el mundo conoce: el problema de la lucha de clases. ¿Qué piensa la gente sobre esta cuestión? Unos creen que la defensa del pan está exenta de la lucha política. Otros, que basta andar discutiendo en la calle, negando la necesidad de la organización. Otros, todavía pretenden que sólo la lucha política dará una solución a este problema.
El problema de la lucha de clases comprende: a) La lucha económica. b) La lucha política. c) La lucha ideológica. El problema debe ser planteado simultáneamente, pues, en los tres: no se puede luchar por el pan (lucha económica) sin luchar por la paz (lucha política) y sin defender la libertad (lucha ideológica).
Vemos, pues, que todos estos problemas están vinculados y no se puede tomar una decisión ante cualquier aspecto de este gran problema que es la lucha de clases (una huelga o protesta, por ejemplo) sin tomar en consideración cada aspecto en el conjunto de los problemas. Cierto. Ocampo ponía mucho énfasis en esta cuestión.
Nos llamó poderosamente la atención, cuando el profesor nos dio a conocer los descubrimientos de las nuevas leyes de la naturaleza que fortalecen las posiciones del materialismo y el socialismo científico, asestando un duro golpe a la concepción no científica del mundo. Así, por ejemplo, la reacción católica medieval declaró la guerra al descubrimiento Copérnico de las leyes que rigen la estructura del sistema solar, al igual que la teoría de Galileo de la rotación de la Tierra, y la teoría de Giordano Bruno acerca de la infinidad de los mundos, etc. ¿Por qué? Estos descubrimientos venían a destruir los dogmas fundamentales de la Iglesia; por ello, la Iglesia Católica persiguió con saña brutal a Copérnico, recluyó en la cárcel a Galileo y quemó en la hoguera a Giordano Bruno.
A menudo –nos explicaba- la burguesía, en connivencia con la iglesia se ganaba la gente porque prestaban mucha atención a las cuestiones de la moral. Pero la “moral” que ellos predicaban, era la mansedumbre y resignación, la doctrina del hambre más que de la vida terrena. –
La filosofía quiere dar una explicación a los problemas más grandes del mundo, pero en el transcurso de la historia de la humanidad, estas explicaciones no siempre han sido las mismas. Los primeros hombres trataban de explicar la naturaleza, el mundo, pero no podían. La ignorancia era un obstáculo en sus investigaciones. Por eso, a causa de esa ignorancia, vemos aparecer las religiones que también quieren explicar el mundo. Lo explican mediante las fuerzas sobrenaturales. Pero esa es una explicación anticientífica.
Poco a poco, en el transcurso de los siglos se desarrolla la ciencia. Los hombres tratan de explicar el mundo por los hechos materiales partiendo de experiencias científicas, y de ahí esa voluntad de explicar las cosas por la ciencia, nace la filosofía materialista.
Desde ya – nos decía – debemos tener presente que el materialismo no es otra cosa que la explicación científica del universo. – Nos hablaba, asimismo, de la vinculación: “materia” – “movimiento” – “energía”. -Los descubrimientos científicos tienen el gran valor, además del suyo intrínseco, de quebrantar la vieja concepción revolucionaria, y hacen pasar a primer lugar la revisión dialéctica del mundo en el marco del socialismo científico.
Se trataba de un pequeño cursillo dedicado exclusivamente a los trabajadores de la época. Bajo mi punto de vista no tiene desperdicio. Son, en su mayoría, pequeños extractos de la obra citada y a vuelo de pájaro, que, de forma magistral, variada y amena, nos explicaba el profesor Ocampo.
En mi lejana época de la niñez, adolescencia y parte de la adultez, existía una mayor conciencia política y social que en la actualidad; es mi criterio valorativo. En este sentido hay, a todas luces, una incomprensible y marcada involución, un retroceso en lo solidario, moral y ético preocupantes. Me lo dice mi experiencia y vivencias de mis ya superadas nueve décadas.
¿Camina el mundo de la era nuclear y tecnológica, hacia el cataclismo y las tinieblas? ¡Vade retro! Xesús. Colaboración especial para LatinPress®. http://www.latinpress.es