Pues entre que sí y que no, decidimos llevarnos a los gordos con nosotros de viaje. Realmente son muy delicados con medicamentos como para estarlos dejando, además son 2 soles… y por último, los echaríamos mucho de menos. Así que agarramos nuestras cosas, nuestros gordos y nos fuimos hasta Italia.
Juliette y Pierre son 2 bulldog francés muy típicos, se portan muy bien, como la mayoría de esta raza. Así que llevarlos no sería un problema. Primero debíamos averiguar si era posible en los hoteles su estadía y también saber cuánto costaría cada noche.
En coche los 2 iban con su cinturón de seguridad y realmente durmieron casi todo el camino.
Primero fuimos a Francia, y como el presupuesto no era tan amplio nos quedamos en un hotel llamado F1, en el cual aceptan perros. Cada uno por 3 euros por noche. La verdad una maravilla, aunque el hotel de lujoso tiene poco, la verdad el trato y la libertad de poder tener a tus gordis cerca no tiene precio.
La primera noche Pierre se enfermó, nuevamente su dolor de espalda. Ya haré un post explicando esto.
Lo llevamos al veterinario en un pueblo en Francia dejado por la mano de Dios llamado Le Luc. La verdad el médico fue súper receptivo, le expliqué el cuadro de Pierre y me dijo que lo más seguro era que teníamos que operarlo. Para apañarlo le inyectaron cortisona (que ya sabemos de sobra las consecuencias, pero el dolor del pobre era incontrolable) y le mandaron un tratamiento de 4 días -este tengo que validarlo con su veterinario y ver que hacemos con el gordis y su espalda
Llegamos a Florencia, Pierre de reposo. El hotel, Soggiorno Laura, realmente era más una casa de familia pero la buena noticia es que los gordis se podían quedar en la habitación mientras paseábamos, que para Pierre era perfecto ya que no podía caminar por el reposo.
El último destino Pisa, como hacía mucho sol y calor los estábamos mojando e hidratando constantemente para evitar un golpe de calor. De hecho al Pierre con el agua de las fuentes de Pisa se le destiñó el collar y andaba rosa por su viaje. También nos llevamos un paragüas para resguardarlos del solo.
De todo el viaje, me impresionaron las reacciones que pueden desatar mis dos gorditos, hay quienes te odian por llevar un perro, les parece un estorbo y si les medio roza el perro sienten que se han infectado de ébola y están los amantes de los animales, que los acarician, le hablan sin importar las lengua, los besan y les toman fotos. Siempre aparece alguien que te muestra orgullos@ la foto de su perr@ (como yo jajaja) y en ese momento te das cuenta que la raza humana tiene esperanzas.