Santos Padilla, el narrador protagonista de De vicio, se debate entre sus orígenes (el barrio madrileño de La Elipa) y su necesidad de escapar de un destino invadido por las drogas y la apatía existencial. Lo hace de una forma personal, provocadora y analítica, y a ratos con una irresistible ternura que contrasta con la dureza del personaje y de la obra. Es una obra con gran personalidad que nos hace empatizar con su corrosivo protagonista de principio a fin.
Datos TécnicosEditorial: -
Encuadernación: Tapa blanda / Epub
Impresiones
"Hablo con más gente. Un par de tontainas me preguntan por la obra, más interesados, supongo, en los canapés y la birra gratis [...]. A pesar de los titubeos, de mi escepticismo de nacimiento [...], me veo a ratos como alguien importante, alguien que ha logrado engañar a todos, alguien a quien merece la pena escuchar, que tiene algo que decir. Lo dicho, a ratos.
Piso la calle y, apoyado en un árbol, me pongo a observar. Dos grupos de chavales se arraciman junto a la puerta de la bodega. Así éramos nosotros. Así de pavos, así de echaos palante. Hablan a gritos sobre ciegos y potas, y se pasan el porro, canuto, queibols, canardo o como cojones lo llamen ahora. Nada resulta más efectivo que una buena historia de vomitona, ni siquiera en la era de las tabletas, David Bisbal, Internet y los videojuegos".
Lo primero que llama la atención al concluir esta breve novela es que se encuentra en ella menos vicio del que se pueda esperar a raíz del título. Es sencillo de leer, el estilo es directo y conciso, me lo leí en una sentada.
Santos Padilla, el protagonista, es como el típico antihéroe amargado y enfadado con todo el mundo sin causa aparente o que al menos se manifieste en el libro. No se sabe muy bien de dónde procede su negatividad. Se echa en falta que ahonde más en su mundo tóxico, las causas de su consumo. Me he quedado con ganas de saber más sobre su relación con las mujeres porque pasa de puntillas por estos temas y se echa de menos más descripción al respecto. Pese a ello, es un personaje bien construido y el texto es rico en ideas interesantes, edulcoradas con unas cuantas referencias culturales "underground".
Generalmente, la jerga "barriobajera" utilizada es creíble. En varias ocasiones sorprende especialmente esa credibilidad, aunque también hay un par de momentos en que chirría el lenguaje. La sub-trama del traductor "imaginativo" es muy original y es de las cosas a destacar del libro: quizá da para una historia en sí misma.
El tema de la familia y la Elipa acaba siendo predominante con un final que no dejará indiferente, con una pizca de surrealismo que no me ha parecido acertada del todo. Pese a estos detalles algo negativos (desde mi punto de vista) la valoración general es positiva. Con este libro se podrán sentir identificados sobre todo los nacidos en los `70 en barrios obreros o de clase media.
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