A los pocos días ya tenía la cita concertada y, pocos días después, aprovechando unas minivacaciones, nos acercamos a Villajoyosa.
Exquisita fue la atención que nos brindaron desde el primer momento. Comenzamos con un vídeo que nos pone en antecedentes, tanto de la empresa, como del chocolate, para proseguir la visita en el interior del museo. El museo está ubicada en una típica casa rural del siglo XIX y en las diferentes estancias se muestra tanto documentos como objetos relacionados con la historia del cacao y del chocolate.
La empresa fue creada por D. Valeriano López Lloret, su nombre en valenciano es el que dio lugar a la marca del chocolate. Y su máxima es el "Placer de trabajar por el placer" para lo que utilizan una combinación de las mejores semillas de cacao de diferentes países. No todas las semillas de cacao son iguales, unas son más aromáticas, otras contienen más manteca de cacao, dependiendo del producto que se quiera obtener, se escogerán unas u otras.
En las diferentes salas que se visitan hay una exposición de la maquinaria utilizada, de moldes de bombones y tabletas de chocolate, de carteles publicitarios y de las envolturas de las tabletas. Detalles originales, la mayoría cargados de recuerdos, incluso para el visitante, ya que hay momentos en que nos traen recuerdos de nuestra niñez.
El recorrido, tras subir a la primera planta, finaliza de nuevo en la planta baja, junto al despacho original, en el que podemos ver una serie de utensilios de oficina de la época, como el secante, el pisapapeles o el tintero, hasta unos ejemplares de las nóminas que se pagaban. En los inicios de la empresa, el despacho estaba ubicado en la casa del fabricante y era donde se realizaba todo el trabajo de carácter burocrático, se recibía a las visitas comerciales y donde se abonaba el salario a los trabajadores. Una pieza muy curiosa y muy bien conservada.
De ahí pasamos a la fábrica y aquí si que ya no se puede ofrecer reportaje gráfico, ya que no están permitidas las fotografías en su interior. Razón de más para acercarse a visitarla. Tan sólo traspasar la puerta el calor aumenta y es que están a 38ºC todo el año. A esta temperatura y trabajando con chocolate, ya os podéis imaginar a qué huele el aire que respiramos ¡A chocolate intenso! Es en esta zona donde vemos las primeras máquinas trabajar sin apenas presencia humana y es que todo el proceso está muy automatizado.
Avanzamos por el pasillo que separa la sala de máquinas del laboratorio de control de calidad y de la sala de catas y pasamos a otra zona completamente diferente. Se trata de la zona de envasado, cuya temperatura está alrededor de los 18ºC. Dependiendo de la época del año y del producto con él que se esté trabajando, hay mayor o menor número de personas trabajando. Es un placer ver como van saliendo centenares, miles de tabletas de chocolate y ese aroma a cacao en el ambiente ... Mmmm Antes de finalizar el recorrido de la visita, llegamos a una amplia sala donde están expuestas unas esculturas de dioses mayas y aztecas realizadas en chocolate, así como una bonita exposición de cajas metálicas de la firma y la evolución tanto del logo de la marca como de las etiquetas y los envoltorios. Allí aprovechamos para intercambiar impresiones con Miriam, Paco y Alicia, de Chocolates Valor, a los cuáles quiero volver a dar las gracias por el tiempo que nos dedicaron y por el detalle que tuvieron con nosotros. Pero todavía no había acabado la visita. Antes, pasamos por la tienda, donde pudimos realizar una degustación de los Chocolates Valor. Probamos unos cuantos, bueno, ya los conocíamos por que somos consumidores, lo que se dice probar, probar, probamos uno con kikos. Muy original la combinación del chocolate con el salado del kiko, y ese crack que produce al comerlo. Inevitable fue que aprovechara el momento para llevarme una caja de bombones con la selección de mis favoritos y es que ... en casa nos pierde el chocolate, a grandes y pequeños. Y es que el chocolate es ¡Un placer para todos!