19 Agosto 2013
Nos levantamos pronto, había que aprovechar el día, y aunque no queríamos demorarnos mucho, antes de irnos nos apetecía dar una vuelta por la localidad de Akureyri, ya que el día anterior habíamos llegado muy tarde. Lo bueno, es que al estar tan céntricos, en la misma calle Hafnarstraeti teníamos todo al lado, la iglesia, las tiendas y el paseo por el puerto desde donde se ven los fiordos de Eyjafjördur.
La verdad, es que no sabemos si es que se pegaron una gran fiesta la noche anterior estos islandeses, pero la ciudad estaba muy tranquila, tanto que por algunas calles no se veía a nadie y eso que estábamos en pleno centro.
Y así bajo los débiles rayos de sol dejábamos la silenciosa y tranquila Akureyri que nos despedía con mucho amor...
Ahora había que decidir qué camino tomar de regreso a Reykjavik. Hay varias maneras de regresar, también depende de los días que tengas, pero calcular lo que te puede llevar mirando sólo los kilómetros no es nada fiable. Si no te quedan días de viaje, tranquilo porque es posible llegar en un día a Reykjavik desde Akureyri continuando por la Ring Road, o más corto atajando por el interior, aunque yo no escogería esta última opción, no sólo por el estado de la carretera porque serán pistas de tierras, sino porque probablemente aunque sea más corto acabarás tardando lo mismo. Si cuentas al menos con un día más, yo te recomendaría desviarte en algún momento de la nº1 para ver los fiordos del norte o dedicárselo a la Península de Snaelfellsnes.
Nosotros contábamos con 3 días enteros para llegar a Reykjavik, así que se nos "ocurrió" que podíamos llegar hasta los fiordos del oeste, a los que tan poca gente va, e intentar ver algo. Desde ya, te digo que es un poco locura, y que al menos 1 o 2 días más hubiera sido lo ideal. Si mereció o no la pena...todo depende de cómo se mire, si te hubiera contestado durante el viaje debido al cansancio y el mal tiempo, te hubiera dicho claramente que no. Todos teníamos la sensación de que lo mejor ya lo habíamos visto, y más aún si ya has estado en Noruega y has visto fiordos. Ahora desde casa, desde el sofá y con el ordenador en mis manos digo... que me quiten lo bailao! Es que se puede decir que hay algún paisaje que no merezca la pena en Islandia? Creo, que también es importante valorar el hecho o no de hacerlo, si sois sólo dos o más por el tema del dinero, porque son muchos kilómetros y evidentemente esta parte también encarece el viaje, aunque sean pocos días.
Comenzamos nuestra ruta de retorno y así valoras tú...
Salimos hacia el norte, dirección Dalvik, un pequeño pueblo cuyo encanto merece una breve parada para disfrutar del paisaje, además el día despejado (por el momento) nos dejaba ver las colinas nevadas de Eyjafjördur.
Seguimos avanzando hasta llegar a Olafsfjord, donde la conducción en Islandia nos ponía una
prueba más. Tras las carreteras sin asfaltar, los vadeos de ríos, los puentes de un sólo carril pero de doble dirección, y las kamikaces de las ovejas, ahora llegan los túneles...Bueno, tampoco parece tan difícil sino fuera porque el túnel se veía taaaan...oscuro, taaan...largo, taaan...ESTRECHo!!! Sí, también aquí se ahorraban el otro carril, solo de vez en cuando te encontrabas algunos huecos en los laterales donde podrías esperar si venía alguien en dirección contraria.
Volvimos a coger la Ring Road hasta Blonduos, llegando ya casi a medio día, y ahora venía la parte más pesada de carretera. Alentados por otros viajeros, queríamos ver algunos puntos de la península de Vatnsnes, donde veríamos alguna que otra formación curiosa en el mar, pero sobretodo lo que nos llamaba la atención es que había varios puntos señalados como zona de anidación de focas.
Nuestra primera parada fue en la parte este, llegando a Hindisvik. Desde un pequeño parking sale un sendero que baja hasta la playa donde a lo lejos se puede apreciar las primeras colonias de focas.
En dirección contraria desde el parking, está la curiosa formación rocosa de Hvitserkur, el rinoceronte de piedra como algunos le llaman, pero que al final es uno de esos muchos trolls sorprendidos por la luz que se quedaron petrificados en la orilla del mar. Desde el mirador se puede bajar por un empinado sendero, aunque como la marea estaba algo alta no se podía llegar hasta la formación rocosa. Habíamos oído sobre la existencia de pájaros "asesinos" tipo Hitchcock por esta zona, y el curioso de Guillermo intentó bajar a ver si los veía...jejjeje Lo que hubiera dado por ver como iba a subir la colina corriendo como se le hubieran aparecido.
En la parte oeste de Vatness hay más zonas donde ver focas, y muchísimo mejor. Veréis carteles que os avisan, y desde donde dejéis el coche tendréis que caminar un poco, pero merece la pena porque veréis un montón! A medio camino encontrareis unos puntos de observación con prismáticos para ver las aves y focas que se encuentran un poco lejos, pero si avanzáis más hacia la playa, sólo hay que sentarse, ser silencioso y disfrutar...
Después de la paliza que fue recorrer Vatness, el día había volado y era necesario ir pensando donde poder dormir, aunque aún queríamos aprovechar las últimas horas de luz y llegar lo más lejos posible para estar más cerca al día siguiente de los Fiordos del Oeste.
Llegamos de noche hasta un pequeño pueblecito llamada Holmavik, un tanto peculiar, por no decir siniestro... Es el pueblo de las brujos, de los conjuros y de los hechizos! Un país con tantas leyendas, necesitaba justo tener un pueblo como éste, donde se concentraba la magia y la brujería.
A las horas que llegamos la luz tenue de algunas farolas alumbraba las calles solitarias por las que deambulábamos con el coche buscando sitio donde dormir. En lo alta de la colina presidía una de estas extravagantes iglesias de Islandia y las casas parecían ancladas en el pasado, con alguna que otra "decoración" en sus puertas o escaleras de entrada.
Nuestros compañeros finalmente encontraron unas camas asequibles a su bolsillo, aunque a la mañana siguiente nos contaron que la casa donde se alojaron, estaba llena de fotos antiguas en blanco y negro, de esas que ponen los pelos de punta, y con ropita antigua de niños colgada en la paredes... Nuestra fortuna tampoco fue mejor... Aquella noche decidimos que acamparíamos, así que buscamos el camping, pero evidentemente a esas horas la recepción estaba cerrada. Sólo había un par de tiendas más, y sobre aquella colina, mirando al mar, unas paredes de madera bajo la luz de la luna, que no acabábamos de ver con claridad, daban un aire tan tétrico al lugar, que decidimos mejor dormir en el coche. Sí, unos cagadetes, eso nos pasa por leer historias del lugar y sobre su museo de brujería, en la que hay una muestra de los famosos necropants!
20 de Agosto 2013
Tras la noche entre brujos en la ciudad de Holmavik, solo deseábamos que amaneciera para recoger a nuestros amigos y ponernos de nuevo en marcha hacia los fiordos del oeste.
En esta parte de Islandia, para ver bien los fiordos es necesario varios días, informarse bien de que carreteras vas a tomar, pues muchas están en muy mal estado e incluso casi inaccesibles, y tener claro que pasarás muchas, pero que muchas horas, en el coche. No suele haber carreteras que acorten de unos puntos a otros, así que una vez comiences el recorrido o das marcha atrás en algún punto, o te tocará ir bordeando todos los fiordos! Algunos puntos interesantes en esta zona serían los fiordos más al norte de Holmavik, Isadfjordur, la catarata de Dyjandi y los acantilados de Látrabjar. En mi opinión, lo malo de esta zona es que son excesivas horas de carretera para ver solo una cosa, es casi llegar a los sitios, verlos y arrancar de nuevo.
Nuestra idea para ese día era llegar hasta los famosos acantilados de Látrabjar, y después coger el ferry que une los fiordos del Oeste con la Península de Snaefellsnes, así ahorraríamos un montón de trayecto en coche, que se traduciría en un millón de horas más.
Menos mal, que aquel día tuvimos un sol radiante que nos hizo más fácil la conducción y nos regaló unas vistas preciosas de los fiordos, mucho más impresionantes que lo poco que habíamos visto en el este de Islandia.
En el camino, poco antes de llegar, una buena parada será frente a uno de los fiordos, donde encontramos un inmenso barco oxidado y una bonita cascada.
Todo parecía estar estratégicamente colocado para ser fotografiado...
Y por fin íbamos a llegar al punto más al oeste de toda Islandia, a los acantilados de Látrabjar. Nada menos que 440 metros de pared vertical se extiende por una extensa costa de casi 14 kms. Las vistas son espectaculares pero además es uno de los mayores lugares en el mundo de crías de aves. Nosotros íbamos con muchas ganas de ver a los famosos puffins, los frailecillos que se han convertido en un icono ya de este país. Caminamos y caminamos, buscamos detenidamente, y nos asomamos cuidadosamente a estos acantilados de infarto pero... no hubo suerte. Más gente como nosotros buscaba sin éxito y entonces nos enteramos que a mediados de agosto estos pájaros suelen emigrar y vaya... esta vez, fueron bien puntuales!!!
A la vuelta algunos se desvían por la 614 hacia la extensa y solitaria playa roja de Raudasansvegur. Al principio pensé que podríamos hacerlo, pero estábamos tan hartos de coche, que volver hacer casi 50 km en 1h. 30 como que no nos apetecía nada, además no podíamos perder el único ferry de la tarde!
Las dos horas y media de trayecto fueron casi que lo mejor del día, descansamos, comimos, vimos una peli en el cine del ferry y disfrutamos de uno de los mejores atardeceres de Islandia.
Por un momento teníamos el sol a un lado y la luna al otro, y poco a poco, cada vez más, se dejaba ver en la lejanía el pico blanco de Snaefellsjökull.
Desde el ferry, el pueblo Stykkisholmur con aquella luz, las casas de colores y su iglesia futurística en lo alto de la colina, parecía una postal. Nos encantó, así que buscamos camping y allí mismo decidimos hacer noche. El cielo tenía un color raro, y Angeles deseosa de ver alguna aurora boreal preparó su material y decidió hacer guardia, los demás nos fuimos a dormir esperando que nos avisara si Islandia nos regalaba uno de sus espectáculos nocturnos...
21 de Agosto
Ni auroras boreales ni sol matutino... La noche se puso muy fea y después de que Javitto jugara con su tienda de campaña a que fuera una cometa, Angeles y él acabaron en el coche. Milagrosamente nuestra mini tienda del Decatlon resistió, aunque confieso que no lo tuve claro en muchos momentos de la noche. Esa mañana tampoco nos hizo falta despertador, porque una patrulla de patos cabroncetes se dedicaron a intentar picotearnos por debajo de la tienda... alegría, alegría que ya amaneció el día!
Último día de periplo alrededor de Islandia, y hoy le tocaba a la Península de Snaefellsnes. Si algo atrae esta parte de Islandia es porque podríamos decirse que aquí se encuentra el lugar por el que se entra a la entrañas de la Tierra, el mismo punto que escogió Julio Verne en su obra "Viaje al centro de la Tierra" !!!
"Desciende al cráter del Yocul de Sneffels que la sombra del Scartaris acaricia
antes de las calendas de julio, audaz viajero,
y llegarás al centro de la Tierra, como he llegado yo
Arne Saknussemm "
Este fue el escrito islandés del S.XVI que llevaban el geólogo alemán y su sobrino cuando se adentraron en el interior del cráter de Snaefells en la obra de Julio Verne.
Monumento a Julio Verne
Aunque son muchas las excursiones que se pueden hacer en la Península de Snaefellnes, el centro de atención está puesto en el volcán de Snaefellsjökull, la montaña más alta de Islandia y que posee un glaciar en su cima. Enigmático, misterioso y para algunos considerados como uno de los mayores centros de energía. El acceso hasta la cumbre del cráter es bastante complicado, se hace por la carretera de montaña, la F570, por la que se puede acceder por el norte o por el sur, aunque por el norte es bastante más complicado y generalmente está cerrada.
Nosotros hicimos desde Stykkisholmur una ruta circular para intentar acceder al Snaefelljökull por el sur. Atravesamos los campos de lava de Berserkjahraun, y cuando llegamos a la localidad de Olafsvik hicimos una breve parada, a ver si con suerte se cumplía el dicho islandés "si no te gusta el tiempo que hace, espera 5 minutos" pero no hubo manera, ni 5 , ni 10 minutos, el día cada vez estaba más cerrado y no paraba de llover.
Desde la carretera 574 que va bordeando por el oeste, llegamos a un desvío, a la nº572 , que nos llevaba a las playas negras de Djulalónssandur y Dritvik. No es que hiciera precisamente día de playa, pero con tal de saltar del coche y hacer una pequeña caminata para explorar la zona, lo que fuera.
Y siguiendo la ruta circular llegamos hasta Hellnar, donde está el centro de información, y es recomendable parar antes de adentrarse hacia el Snaefelljökull. Nos sorprendió que a pesar del día que hacia nos decían con bastante tranquilidad que no había ningún problema, sólo nos faltó la palmadita en la espalda... Será que es una tierra de vikingos...
Bardur, el espíritu guardián de Snaefells
Hay un sendero por la costa que une Hellnar con la siguiente población de Arnarstapi, desde donde se coge la carretera de montaña. Nos asomamos por curiosidad para ver los acantilados negros, pero como no paraba de llover, volvimos al coche. En Arnarstapi es donde se encuentra el monumento que se le hizo a Julio Verne, en el que, según la Lonely Planet, era un "cómico poste" en el que se indicaban las distancias a las principales ciudades desde el centro de la Tierra. En fín, el dichoso poste, nos costó encontrarlo, será que la lluvia nos nublaba la vista, pero cuando finalmente apareció, nos pareció una chorrada!
Y después de todo, sabéis qué? Nos fue imposible subir con el coche hasta el Snaefellsjökull!!! La carretera era horrorosa y llovía con tanta fuerza que parecía el diluvio universal. El parabrisas no daba abasto, y eso que tenía hasta una tercera velocidad, la ultra rápida versión Islandia! Así que después de haber superado la conducción en Landmannalaugar, en Askja y en los fiordos del Oeste, no era cuestión de cagarla al final, y dimos la vuelta.
Mi opinión sobre la Península de Snaefellsnes es que esperaba mucho más por todo lo que había leído, pero después de todo lo visto en Islandia no nos asombró esta parte del viaje. También es cierto, que tuvimos el peor tiempo de las dos semanas que estuvimos allí y las cosas nunca se ven igual...
En 2h.30 ya estábamos de vuelta en Reykjavik, nuestra aventura alrededor de Islandia había terminado. Momento de devolver el coche, de arreglar cuentas con Anton en Grettir Guesthouse ya que nos habíamos ido sin pagar, y por supuesto, momento de despedirnos de nuestros compañeros de viaje, que ahora ya podemos decir que son buenos amigos. Una suerte haber compartido con ellos este viaje!!!
22 de Agosto
Últimas horas para despedirnos de esta ciudad y de este país, que nos ha robado un trocito de corazón. Reykjavik ya nos resulta familiar, tiendas, paseos, perritos calientes, sus murales en las fachadas...callejear es fácil en esta ciudad.
Nuestro avión salía a primera hora de la tarde, así que aprovechamos para hacer unas últimas compras, y después de pasear varias veces por los mismo sitios decidimos coger el autobús y subir hasta la colina Öskjuhlid. Allí se encuentra Perlan, una estructura de cristal que se apoya sobre varios tanques de aguas termales. Desde la cúpula se pueden obtener unas vistas de 360º de la ciudad de Reykjavik, y para los que sientan curiosidad por la historia islandesa, pueden entrar ahí en el Museo de las Sagas.
Muy cerca también de Perlan, está la playa donde los islandeses acuden en verano a bañarse, Nautholsvik. Se trata de una playa geotermal, donde el agua caliente que viene del interior de la tierra desemboca en el mar, por lo que la temperatura del agua es apta para el baño. Si tienes mejor suerte que nosotros con el tiempo, quizás te apetezca darte un paseo y pegarte el chapuzón.
Y después de esta pequeña excursión, nos fuimos con la música a otra parte...
Bueno...más bien a recoger el equipaje y poner fin a este increíble viaje. Qué pronto pasa lo bueno!!!
The end